Icarus

2018 trajo a Netflix su primer premio Oscar de la mano del documental Icarus.

El dopaje en el mundo del deporte no es ninguna novedad. Tomando como ejemplo uno de los casos más sonados de los últimos años; el del ciclista y súper estrella Lance Armstrong, Bryan Fogel quiere mostrar lo sencillo que es usar sustancias ilegales para mejorar tu rendimiento deportivo.

Pero esa idea en apariencia simple, evoluciona cuando Fogel conoce a Grigory Rodchenkov.

Conocido el mundo del deporte como encargado del Centro Antidopaje en Rusia; Rodchenkov guiará detalladamente a Fogel en su proceso con estas sustancias.

Con sesiones a través de Skype, Fogel sigue las indicaciones de su nuevo amigo. Quién en ningún momento parece preocupado por lo que están haciendo, mucho menos por la presencia de las cámaras. Todo lo contrario, se muestra amable y uno no puede evitar sentir simpatía por él.

Pero Fogel no deja de preguntarle: ¿voy a poder burlar las pruebas de anti dopaje? A lo que el ruso contestaba afirmativamente en cada ocasión.

Para este punto del documental, y quizás cuando estén leyendo esto, se preguntarán: ¿Cómo es posible que algo así ocurra con tanta naturalidad?, ¿Y que además venga de la mano de uno de los que, debería ser, un gran detractor de estas prácticas?

Y es aquí donde realmente empieza el documental

A solo unos meses antes de los juegos olímpicos de Río 2016, sale a la luz información que pone en duda el trabajo de Rodchenkov y que por lo tanto, ocasiona la expulsión de los atletas rusos para dicha competencia. Lo que tiene grandes consecuencias en su trabajo, e incluso llega a temer por su propia vida.

¿Por qué? Porque lo que Fogel se planteaba al principio cobra ahora un nuevo significado, en mayores proporciones. Hay toda una red que protege y fomenta esta práctica entre los atletas profesionales. Y eso claro, pone en duda el desempeño de toda la federación rusa.

Gracias a que aún mantenían comunicación, y animado por el propio Fogel, Rodchenkov decide huir y buscar asilo en los Estados Unidos.

De verdad llama mucho la atención ver como Fogel quita el peso en su persona y su competencia, la cual era su idea original, y la centra en algo que, obviamente, es mucho más grande que eso. Y como buen cineasta, se enfoca en indagar y contar esta gran historia, aunque nunca la haya visto venir.

Como alguien a quien le encantan los documentales, debo admitir que es fácil que estos se tornen aburridos, e incluso confusos. La cantidad de datos que se presentan sí es grande, pero está muy bien acompañada con la tensión que se crea ante estos hechos.

Bryan Fogel hace un gran trabajo presentándonos de manera puntual e interesante un caso que fue de gran interés público.

Aunque hay que decir que el gran protagonista es, sin duda, Grigory Rodchenkov. Porque no solo lo usan como medio para contarnos este caso tan sonado en su momento, sino que realmente podemos conocerlo como persona. Me agrada que se tomen un tiempo para contarnos su historia. Lo hacen de una manera concisa pero no por ello con falta de emoción.

Mención especial

El momento en que Rodchenkov relata, con peras y manzanas, como es que burlaban las más altas medidas de seguridad del programa de antidopaje.

Sé que los documentales no suelen ser del agrado de la mayoría, pero dense la oportunidad de ver Icarus. Es muy interesante, con buenos momentos de tensión, y nos ayudará a comprender mas a profundidad lo que sucedió en los juegos de Río 2016.


Icarus está disponible en Netflix.