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Crítica | La Sirenita: ¿Una nueva voz para el clásico?

Más que hacer justicia a un legado, La Sirenita tiene por delante la misión de conquistar al público a través de su propia voz, pero ¿realmente lo logra?
Crítica | La Sirenita: ¿Una nueva voz para el clásico?
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La Sirenita es quizá una de las historias más queridas de Disney, pues aunque lejanamente basada en el cuento de Hans Christian Andersen, fue la versión de 1989 la que más popularidad ganó alrededor del mundo, especialmente gracias a la labor musical de Alan Menken, Howard Ashman y Jodi Benson, quienes revivieron al teatro musical a través de la animación.

No por nada La Sirenita marcaría el comienzo de la gran Era Diamante de los estudios Walt Disney, conquistando a generaciones enteras e impactando infancias a través de sus historias y personajes.

Es ese cariño el que ponía en jaque a la versión más reciente de la historia, esta vez en live-action, bajo dirección de Rob Marshall y con Halle Bailey en las aletas de la icónica sirena.

Sin embargo, más que preguntarse si la más reciente cinta hace justicia a su antecesora, quizá la vía para explorar esta nueva versión no está tanto en la nostalgia, sino bajo la premisa ¿Qué tiene La Sirenita para ofrecer que no se haya visto en otro live-action? y ¿realmente posee una voz propia con la qué conquistar a su público? ¡Te lo contamos!

La Sirenita
Imagen: La Sirenita, Disney

Una nueva voz para Ariel

Desde su anuncio, mucho se ha hablado de los cambios que el director, Rob Marshall, planeaba para la actualización de La Sirenita. Pues más allá de traducir al pie de la letra lo planteado por Ashman en 1989, la visión de Marshall apostaba a algo que resonara con los grandes cambios que ha vivido el mundo desde hace 30 años.

Por ello, era vital tocar el núcleo de la versión animada y definir qué funciona y qué ha pasado a la historia.

Gran parte de estos cambios se reflejan en Ariel, quien es maravillosamente interpretada por una Halle Bailey que, más allá de conquistar con su voz, entra en la piel del personaje y comparte la emoción por conocer el mundo a través de cada gesto y expresión, que denotan la gran esencia que ha hecho al personaje lo que es desde sus orígenes.

La Sirenita no se trata de un amor prohibido, es sobre una aventura propia. Es la historia de una joven rodeada de límites que quiere salir y conocer más de lo que ha visto, y cuya fascinación es tremendamente contagiosa. El corazón que Halle Bailey le da al personaje la vuelve el pilar central de la cinta, y esa búsqueda por formar parte de él —je— se transforma en algo tan aspiracional, puro y honesto, que es muy sencillo enamorarse de su forma de ver al mundo.

Aunque similares en su viaje, la versión de Ariel de Halle Bailey es quizá más entrañable que la rebelde protagonista de la película animada, especialmente porque sus motivaciones no están cercadas por un capricho, sino por un deseo genuino que la vuelven un personaje completo, curioso e ingenioso.

Y es que tal curiosidad no limita a ser un personaje completamente en blanco, pues a través de la gran dinámica que comparte con Eric (Jonah Hauer-King), Ariel demuestra que es tan diestra y brillante en su mundo, como el príncipe lo es en el suyo. Es, además, la similitud de objetivos entre ambos, lo que vuelve a su amistad e inevitable romance algo tangible y real, y no sólo algo que “tiene que pasar”. 

La Sirenita
Imagen: La Sirenita, Disney

¿Realmente quieres formar parte de él?

Varias de las adiciones a la historia original funcionan, no sólo al acercar dicha historia a generaciones mucho más modernas y con otro tipo de ambiciones; sino porque construyen a un lore que despierta el interés de su público.

Y es que el alcance que tiene Tritón dentro del mar, y la misión que tienen sus hijas por proteger a cada uno de los océanos que les corresponden, establecen que más allá del arrecife existe un mundo entero que ni los espectadores, ni sus mismos personajes, han conocido todavía.

El problema es que aunque la idea de ir más allá parece atractiva —especialmente ante el gran deseo de Eric por navegar aguas no exploradas—, la construcción visual de La Sirenita y su mundo, deja muchísimo a desear.

El gigante planteamiento de la vida bajo el agua, el rol de Ariel y sus hermanas, e incluso el conflicto de su gente con los humanos, se ve duramente mancillado por un mundo tan plástico y mal construido que pierde a su público de un rato a otro.

Si bien, las escenas en zonas de más penumbra, e incluso, territorios mágicos como los parajes de Úrsula sí resultan interesantes; el resto del mar se siente tan pequeño, corto y limitado por un CGI y blue screens apresurados, que es inevitable permanecer sumergido en él por mucho tiempo.

Lo mismo sucede con criaturas como Flounder, quien aunque no tiene un rol tan grande, le resta una gran cantidad de appealing a las criaturas marinas que acompañan a Ariel en su viaje. Sebastián entraría peligrosamente en dicha categoría, pero por suerte, su personalidad basta para que su construcción híper realista deje de ser tan incómoda conforme progresa la cinta.

La Sirenita
Imagen, La Sirenita, Disney

Rob Marshall (en verdad) quería más

Uno de los problemas a los que se enfrenta La Sirenita, es no saber hasta qué punto ser un legado fiel a la versión animada, y en cuáles proponer algo distinto.

De pronto, La Sirenita se ve a sí misma abarrotada de ideas: El impacto de los humanos en el agua, un conflicto pre-existente entre gente de la superficie y del mar, una innecesaria relación fraternal entre Tritón y Úrsula y una muy diluida relación de este con todas sus hijas, que pareciera que más de una de dichas ideas, fue algo que se quería trabajar pero que se quedó en el tintero, limitándose a una mera mención.

Si bien, probablemente el objetivo de Rob Marshall era no terminar alejándose tanto de la popular película de 1989, se notan los momentos en los que tuvo que frenar sus ideas para volver a la historia base, arriesgándose a calcar escenas sólo porque sí, pero sin darles gran sustancia.

Tal efecto se nota especialmente en la batalla final contra Úrsula, donde Marshall no sabe exactamente qué tiene qué suceder, pero “algo tiene qué pasar”, apresurándose a solucionar el conflicto de manera en que otros cabos sueltos también queden atados antes de que lleguen los créditos.

Por ello también choca la relación entre Ariel y su padre, quien realmente nunca termina por entenderla, y lo que hace que el Tritón de Javier Bardem se sienta hueco y sin emoción. Lo mismo sucede con Úrsula, quien pasa de ser un ícono en la versión animada de La Sirenita, a una criatura que no tiene ni suficiente tiempo en pantalla para explotar tal iconicidad, ni una verdadera motivación para ir en contra de Ariel, Tritón y el resto de su familia.

Asimismo, aunque algunas de las canciones nuevas funcionan increíblemente bien —For the First Time hace brillar a Halle Bailey en particular—, otras terminan sobrando y extienden la cinta de forma innecesaria, lo que junto a sus conflictuados visuales, ideas y un mundo sin explotar, no terminan por convencer para hacer que su audiencia quiera formar por siempre parte de él.

Poster La Sirenita
La Sirenita
Género(s)

Aventura, Fantasía

Director(es)

Rob Marshall

Reparto

Halle Bailey, Jonah Bauer-King, Javier Bardem, Melissa McCarthy

Disponible en

Cine

Crítica | La Sirenita

Halle Bailey hace magia como Ariel en un live-action que funge como un gran complemento para la versión original, pero cuyo mundo no termina por conquistar lo suficiente como para querer formar parte de él.

Muy buena

3.5
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