La primera temporada de Invincible ha llegado a su fin: ¿Se trata de una de las mejores series de Superhéroes?
Es innegable que el éxito taquillero de las películas del Universo Cinematográfico de Marvel, han permitido que durante la última década abunden las producciones relacionadas al mundo superheroico, en el cual hemos tenido la oportunidad de experimentar diversos rangos en esta narrativa: desde grandes crossovers como Avengers Endgame, futuro posapocalípticos como en Logan, exploraciones realistas y cínicas como en The Boys, e inclusive parodias como Thunder Force.
Los resultados entregados por este subgénero han sido dispares, lo que en conjunción con la sobresaturación de relatos similares, han generado un cierto escepticismo en una parte de la audiencia -entre la cual me identifico-, sin embargo de vez en cuando podemos encontrar algunas joyas que logran transgredir esas barreras y destacarse sobre el montón. Y el caso más reciente de esto es: Invincible.
Serie animada basada en los cómics homónimos del guionista Robert Kirkman y el dibujante Cory Walker estrenados en 2003, la cual sigue la historia de Mark Grayson (Steven Yeun): un chico común que se encuentra cursando la preparatoria, y a la vez lidia en secreto con la presión de la sombra de su padre: el superhéroe más poderoso del planeta: Omni-Man (J.K. Simmons), el cual lidera a un grupo conocido como Los Guardianes del Globo -una especie de Liga de la Justicia-.
La historia se complica cuando al mismo tiempo que Mark comienza a desarrollar sus superpoderes, a excepción de su progenitor, todos las personas que conforman al susodicho grupo que defiende a la Tierra son asesinados, lo que lo lleva a involucrarse con otra serie de jóvenes héroes / heroínas para salvaguardar al planeta.
¿Qué significa ser un héroe?
La principal virtud de Invincible reside en el guión escrito por Robert Kirkman y Cory Walker, quienes componen una narrativa redonda que se divide en tres niveles que fungen como vasos comunicantes: el íntimo, epopéyico y la colusión entre ambos.
Sobre el primero: lo íntimo, el relato estipula una pregunta y respuesta que resultan esenciales en este subgénero -y las cuales muchas producciones se equivocan al ignorar pensando que el coolness es lo importante- y es fundamental si desea establecer las motivaciones que hacen ser un héroe a tu protagonista, y me refiero al dilema de Spiderman.
Este cuestionamiento fue planteado por Sam Raimi en la primera entrega de El Hombre Araña, y se erige bajo las palabras del tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, y para que la audiencia entienda esto, la historia suele comprometer al protagonista en una problemática donde tiene que decidir entre su bienestar personal o ayudar a otras personas.
Si la respuesta gira en torno a sacrificar lo primero para obrar por lo segundo, tendremos un héroe, para Invincible esto es fundamental, no sólo para las/os espectadores/as sino también para la trama, ya que en caso de que la contestación sea la contraria, se acrecienta el peligro que corre la seguridad del mundo.
Y por esto la serie dedica todo un episodio para brindar la replica al susodicho dilema, el cual nos permite entender porque Mark Grayson esta del lado bueno, sacrificando la alegría que le supone su relación amorosa con Amber (Zazie Beetz) para salvar la vida de la pareja sentimental de su mejor amigo.
Pero el programa no sólo funciona al nivel de un coming of age, sino también a nivel epopéyico, ya que cuenta con una serie de brutales peleas que nos hacen recordar que su creador también es el autor de The Walking Dead.
Debo confesar que en cuanto a la violencia explícita se refiere, en sus inicios el show me causaba bastante ruido, ya que en un primer nivel este suele ser un recurso amarillista para ocultar la no profundidad de un relato, y en segundo plano una vez que la trama estipula que un personaje puede causar los niveles de daño que vemos en el primer episodio, corres el riesgo de afectar la verosimilitud del relato cuando en una situación similar esto no vuelva a ocurrir.
Sin embargo esto no sucede con Invincible, ya que como lo expliqué y continuaré detallando, la complejidad de la historia se encuentra bien construida, pero ¿entonces que sentido narrativo tiene la misma? Bueno, este detalle alimenta a la trama en tres sentidos: a nivel íntimo refuerza la idea de sacrificio del protagonista, establece la importancia de su existencia ante un peligro real y latente al que se enfrentan las personas en este mundo, además de dimensionar la capacidad destructiva del antagonista.
Esto último nutre al universo que se encuentra entre el coming of age y la acción: un thriller que de manera constante nos mantendrá al filo de asiento, y que conforma el coctel que hace al penúltimo y último episodio tan emocionantes.
No todo es el protagonista
Pero a lo anterior debemos sumar, como el mundo de Invincible forja una narrativa donde además de una mitología apasionante como la que se nos presenta a través de Hellboy, Robot o Chica Monstruo, existen personajes secundarios con arcos evolutivos intrigantes como Titan (Mahershala Ali) a través de quien exploramos las desiguales sociales que existen en este universo.
O Atom Eve (Gillian Jacobs), quien además de enfrentarse a problemas amorosos como Invincible, la vemos lidiar con su familia por problemáticas de género, ya que en especial su papá, la presiona para cumplir roles predefinidos que requieran el acompañamiento de una pareja masculina, lo que la lleva a independizarse. Pero además se cuestiona si sus superpoderes sólo tienen utilidad en los combates epopéyicos, por lo que decide retirarse de las mismas y apoyar en situaciones de menor magnitud.
También son interesantes los pequeños pero importantes cambios que Robert Kirkman y Cory Walker hicieron a su propia obra, desde aspectos como que Los Guardianes del Globo pudieran defenderse de sus asesinatos, hasta elementos más importantes como el darle personalidad y sueños a Atom Eve, quien en los cómics se percibe como una personaje que sólo esta ahí para ser el respaldo emocional del protagonista.
Por todo lo expuesto, Invincible me parece una de las franquicias más interesantes en la actualidad, logrando algo que ninguna producción superheroica había alcanzado desde Spiderman 2: entender que la esencia que forja al héroe/heroína, no es su epopeya vs el villano, sino el sacrifico que hay por medio: priorizar el bienestar social en vez del personal. Una obra imprescindible del subgénero que me atrevo a especular se asentará como un clásico, y por lo tanto: una de las mejores series en lo que llevamos del 2021.