Isla de perros

La última película del director de culto Wes Anderson, es una joya de la animación contemporánea.

La isla de los perros

Wes Anderson dirige una obra maestra de animación

La última película del excéntrico director norteamericano Wes Anderson, es una maravilla visual. Una pieza dedicada a un arte que se ha dejado casi en el olvido; la animación stop motion. Como una artesanía que es en una época del CGI (Computer Graphic Image), hacer un producto de este tipo es casi un suicidio; sumamente lento y meticuloso. Demasiadas personas, muchas pruebas y ensayos, la animación en stop motion es un arte que muy pocos pueden darse el lujo hacer ahora.

Si no es por el estudio Laika; creadores de Paranorman y Kubo, o por la iniciativa de Tim Burton; este arte animado podría haber desaparecido de la historia del cine. Pero Anderson piensa como animador, incluso en sus películas con actores reales; y por eso esta cinta es una joya cinematográfica.

La isla de los perros

La trama es muy sencilla

En  un futuro distópico hay una enfermedad muy contagiosa que solo infecta a los perros. Los cuales son relegados a una isla; aislados y separados de sus antiguos dueños. El gobernador Kobayashi, de la ciudad de Megasaki (obvia referencia a Nagasaki), es un tirano amante de los gatos, quien aborrece a los perros.

Es entonces que su sobrino Atari, decide llevar una misión casi imposible; rescatar a su antiguo protector Spots, el primer perro desterrado. Con la ayuda de toda una jauría, unos callejeros y otros de exhibición, Atari decide rescatarlo contra todo pronóstico. Todos los perros en la película “hablan” inglés; como lo explica el principio, porque toda la cinta está en japonés. Otro guiño de Anderson a una cultura obsesionada con la animación. Esta simple historia está a su vez repleta de subcapas; no solo por el minucioso detalle en cada cuadro, si no por las referencias a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, tanto alemanes, como japoneses.

La isla de los perros

Lo que es impresionante de La isla de los perros es el detalle meticuloso que se muestra en pantalla. Los personajes son modelados a mano y animados cuadro por cuadro, logrando una efecto casi mágico. Cada imagen está saturada de información. El típico movimiento de cámara de las películas de Anderson lo vemos en todo su esplendor; con su obsesiva composición simétrica, su paleta de colores estricta y el uso de esos recursos formales para contar esta historia. La labor titánica de la animación cuadro por cuadro con pocos los animadores en la película, en total son 27 y 10 asistentes, hace de una obra artesanal, muy al estilo de la película animada del año pasado Loving Vincent; rotoscopiada cuadro por cuadro con la técnica al óleo.

Wes Anderson

¿Porqué hacer una película así en estos tiempos de efectos especiales por computadora?

Wes Anderson tiene una voz muy particular, con un estilo totalmente identificable en cada de sus creaciones. Es uno de los pocos auteurs del cine hollywoodense, quien se ha mantenido a parte de todo la carretonada de superhéroes y remakes que vemos ahora. Es una frescura cada vez que vemos una película de él en cartelera.