Justicia Implacable simboliza el regreso del mejor Guy Ritchie en la dirección, ¿a qué se debe esto?
El final de los 90’s e inicios del nuevo milenio, nos presentaron a dos cineastas británicos que sorprenderían a la cinematografía mundial por su fondo y forma, situando su estética y montaje estrambótico en las historias de los barrios bajos en Londres. Estoy hablando de Danny Boyle y Guy Ritchie.
Por un lado Boyle saltó a la fama en 1996 con Trainspotting: una narrativa que expresaba el sentir desolador de la juventud británica que se entregaba a la drogadicción como su escape, mientras que Ritchie se haría popular las relatos en torno a las mafias como Snatch (2000).
Desde aquel punto la carrera de ambos cineastas ha sido similar, los dos pasaron de ser figuras disruptivas en la industria a participar en historias más convencionales: tanto en su composición audiovisual como temática, quizá derivado de su participación en Hollywood.
Por un lado Boyle se encargaría de largometrajes como 127 horas o Steve Jobs, mientras Ritchie sería la mente detrás de las dos entregas de Sherlock Holmes protagonizadas Robert Downey Jr., además del live action de Aladdín -si me lo preguntan: la definición perfecta de una dirección por encargo.-
A pesar de la descafeinada versión que en los últimos tiempos han representado ambos cineastas, en lo que respecta a Guy Ritchie aún se vislumbra un halo autoral, puede ser que ejercicios fílmicos como The Gentlemen (2019), tengan un resultado por debajo de sus grandes clásicos, pero se nota la pasión impresa en los espectaculares relatos en torno al mundo de la mafia.
Es por ello que me provoca curiosidad su más reciente producción: Justicia Implacable (Wrath of Man en inglés), la cual sigue a H (Jason Statham), el líder de una mafia que busca venganza por el asesinato de su hijo, por lo que se infiltra en una compañía encargada de transportar millones de dólares en la ciudad de Los Ángeles.
Un estilo reconocible
Sin leer su nombre en los créditos, a partir de la estética, temática y tono podrías adivinar que una película es de Guy Ritchie.
Sobre el primer apartado Justicia Implacable no decepciona, pues aunque parte de la historia ocurre en los Estados Unidos bajo entornos y vestimentas policíacas, las secuencias de origen del personaje nos permiten deleitarnos de la característica elegancia que emiten los trajes de corte inglés -diseñados por Stephanie Collie (Peaky Blinders) y el diseño de producción a cargo de Martyn John.
Pero lo anterior no sólo se resume a la ropa o entorno, sino también al lente de Alan Stewart y su trazado, pues la obra en cuestión posee una propuesta de cámara estrambótica similar a la de sus trabajos más audaces, la cual rara vez se mantiene estática marcando el detallado montaje interno, repleta de planos aberrantes y juegos con los claroscuros,
A esto tenemos que sumarle el tono, el cual se caracteriza por una montaje externo dinámico de secuencias en paralelo, del cual se encarga James Herbert, quien de manera satisfactoria logra estipular y transitar entre atmósferas de comedia, drama y acción.
Y por último tenemos que hablar de su clásica temática: las mafias. Guy Ritchie es un director de espectáculo y esta clase de historias es donde mejor se desenvuelve, su manera de abordar este universo es mediante grupos crimínales con principios, que se ven cool y expresan extraordinarias líneas.
Por lo que para cumplir con lo primero suele reunir elencos tops, y nadie mejor para una película repleta de acción que Jason Statham, pero además podemos encontrar a Niamh Algar (protagonista de uno de los mejores filmes de horror de los últimos tiempos: Censor), al hijo de la leyenda Clint Eastwood: Scott Eastwood como el antagonista, Andy García, Holt McCallany (Mindhunter), e inclusive al músico Post Malone -inclusión que no sorprende en la cinta de un realizador, que llevó al mundo de la actuación al futbolista más violento de la Premier League: Vinnie Jones-.
Todo lo anterior termina por conformar un relato muy entretenido, Justicia Implacable trae de vuelta a una de las mejores versiones de Guy Ritchie en la dirección, aquel que con una perceptible visión autoral compone una divertida trama.