Diego y yo -obra de Frida Kahlo- se convirtió en la pintura latinoamericana más cara de la historia.
Diego y yo (1949) es un autorretrato de Frida Kahlo, el cual representa la vulnerabilidad de la artista frente a los adulterios de su esposo Diego Rivera con la afamada actriz mexicana María Félix. Dicha pintura acaba de ser vendida en la casa de subastas Sotheby’s en Nueva York por 34.9 millones de dólares, lo que la convierte en la pintura latinoamericana más cara de la historia.
Anna Di Stasi -directora de Arte Latinoamericano en Sotheby’s- calificó este récord de venta como “la última venganza”de Frida Kahlo a Diego Rivera, pues el récord pertenecía a una pintura del artista mexicano llamada Los Rivales, la cual fue vendida por 9.76 millones de dólares en 2018.
¿Una prueba más de su talento?
Pero Anna Di Stasi también recalca que esta venta refleja “la más reciente validación del extraordinario talento y atractivo global de Kahlo. Diego y yo es mucho más que un retrato bellamente pintado. Es un resumen de toda la pasión y dolor de Kahlo, un tour del crudo poder emotivo de una artista en la cima de sus habilidades”.
The Guardian reporta que el comprador de la pintura es Eduardo F Costantini, fundador de un museo en Buenos Aires, Argentina, quien adquirió la pieza para su colección privada.
Una turbulenta relación
Frida Kahlo y Diego Rivera se conocieron en 1922, ella era una estudiante de 15 años mientras él era un famoso muralista de 36 años. Este momento sería descrito posteriormente por la artista como uno de sus más grandes infortunios: “Sufrí dos grandes accidentes en mi vida, uno en el que un tranvía me atropelló … y el otro fue Diego”.
Los susodichos estuvieron casados de 1928 a 1954 -fecha en la que falleció Frida Kahlo-, pero la prensa mexicana reportaba que Rivera tenía un amorío con María Félix, y que cuando tuviera la oportunidad se divorciaría de la pintora.
Públicamente Frida dijo que no le importaba el amorío de su esposo, pero obras como Diego y yo parecieran demostrar lo que alguna vez comentó el muralista: “Adoro a Frida, pero creo que mi presencia es muy mala para su salud”.