Mi vecino Totoro, producida por Studio Ghibli en 1988, es considerada una obra maestra del cine de animación, ya que fue clave para consolidar al estudio como uno de los más prestigiosos del mundo.
Pero más allá de su éxito artístico y comercial, esta película tiene un significado muy especial para su director, Hayao Miyazaki, quien en una entrevista reciente, el cineasta reveló que sentía que tenía que hacer esta historia porque estaba “en deuda” con su país.
A continuación, te explicamos las razones detrás de esta emotiva declaración.

Hayao Miyazaki se sentía en deuda con Japón
Mi vecino Totoro cuenta la historia de Satsuki y Mei, dos hermanas que se mudan con su padre a una casa en el campo para estar más cerca del hospital donde su madre permanece internada debido a una enfermedad.
En ese entorno, las niñas descubren la magia de la naturaleza y se encuentran con criaturas fantásticas, especialmente Totoro, un gran espíritu del bosque que se convierte en su amigo y protector.
La película transformó la percepción del cine animado japonés en el extranjero y abrió el camino para que muchas otras producciones de anime recibieran reconocimiento y valoración a nivel internacional.
Sin embargo, antes de trabajar en Mi vecino Totoro, Hayao Miyazaki solía ambientar sus historias en países extranjeros o en mundos ficticios sin una identidad cultural definida. Esto provocó en él una sensación de deuda con Japón, su país de origen y crianza.
Esta información detrás de cámaras fue revelada recientemente por la cuenta oficial de X (antes Twitter) del bloque de programación Friday Roadshow de Nippon TV, tras la emisión sin cortes de La tumba de las luciérnagas.
“Hasta ahora había realizado obras continuamente ambientadas en países extranjeros o ficticios de nacionalidad desconocida, y poco a poco comencé a sentir que estaba acumulando una deuda con el país donde nací y crecí, Japón.”
Hayao Miyazaki
Miyazaki concibió primero esta historia como una serie infantil titulada Mi vecino es un búho Mimin, pero archivó el proyecto durante varios años. Fue el productor Toshio Suzuki quien impulsó la idea de revivir el concepto como largometraje, especialmente tras el éxito de Nausicaä del Valle del Viento (1984) y El castillo en el cielo (1986).

La importancia de Mi vecino Totoro
En los años ochenta, la editorial Tokuma Shoten rechazó la propuesta original de Hayao Miyazaki para Mi vecino Totoro, al considerar que no tendría éxito comercial en las salas de cine.
Sin embargo, aquí fue donde Suzuki ideó una solución ingeniosa, ofrecer al estudio a Mi vecino Totoro con La tumba de las luciérnagas, confiando en que esta última, por su valor histórico y educativo, aseguraría el interés del público, especialmente de los estudiantes.
Gracias a esta estrategia, ambas películas recibieron luz verde, dando lugar a una de las películas más importantes en la historia del cine de animación. Si bien en su estreno inicial no fueron grandes éxitos de taquilla, tanto Mi vecino Totoro como La tumba de las luciérnagas recibieron aclamación crítica y, con el tiempo, ganaron enorme popularidad.
Esto marcó el inicio de una nueva era para Studio Ghibli, consolidándose como una potencia en la animación. Asimismo, el personaje de Totoro trascendió la pantalla para convertirse en un verdadero símbolo cultural en Japón.
Ahora, es la mascota oficial de Studio Ghibli y su imagen aparece en una gran variedad de productos, libros, museos e incluso en el transporte público japonés.
Además, la mercancía oficial basada en Totoro sigue siendo un gran éxito comercial, ayudando a que el estudio mantenga una rentabilidad sólida décadas después de su creación.
La producción también ha recibido gran reconocimiento internacional, incluyendo seis Premios Olivier y cinco Premios WhatsOnStage. Incluso, en abril de 2022, una adaptación escénica del filme batió el récord de taquilla del Barbican Centre en Londres, con la mayor cantidad de entradas vendidas en un solo día.
