Desde hace años, la industria de los videojuegos se ha posicionado como uno de los medios más populares a nivel mundial. Lamentablemente, muchas personas siguen pensándolos como un simple entretenimiento, sin pensar que los videojuegos son, actualmente, mucho más que eso.
Los fanáticos de estas historias interactivas esperan con ansia distintos títulos como Death Stranding, dirigido por Hideo Kojima y protagonizado por Norman Reedus y Mads Mikkelsen; o The Last of Us 2, secuela del videojuego lanzado en 2013 en exclusiva para Play Station. Y es que estos títulos son más que piezas de interactividad, pues cargan sobre ellos muchos atributos que suelen pasar desapercibidos.
El motivo por el cual ponemos hoy la conversación sobre la mesa, es porque tiempo atrás, después de que terminara por primera vez The Last of Us, me di cuenta de que lo que había jugado trascendía el entretenimiento: era toda una obra de arte.
Sin embargo, la duda permanece, y así como le ha sucedido a la etapa pop de la cultura y con el juicio hacia los cómics e historietas, la pregunta es: ¿qué tipo de arte son realmente los videojuegos?
¿El octavo arte ha llegado?
Lo más común es pensar que existen siete Bellas Artes, y que el cine es el punto final de éstas. No obstante, esta vieja clasificación cada vez funciona menos. El cine, por ejemplo, puede definirse como una suma de las demás disciplinas: tiene literatura (guión), arquitectura (sets), música (banda sonora y soundtrack), e incluso hemos visto películas como Loving Vincent que insertan cuadro por cuadro en óleo (pintura).
Ahora, ¿por qué los videojuegos no podrían ser considerados como un octavo arte? Si éstos también cuentan con un guión, hacen uso de la arquitectura o pintura de la época contemporánea, del diseño, la música, y hasta incluyen actores de cine y no sólo actores de voz.
El proceso que un director creativo de videojuegos tiene que pasar es muy parecido al del director de cine, pues además de la estructura de guión, también tiene que hacer perfiles de personajes y propuestas de ritmo y ambientación. La labor de los diseñadores de producción, al igual que las películas, es vital; y si a ello sumamos el factor de inmersividad e interactividad con el que se tiene que alinear cada historia, con frecuencia se lleva más tiempo que el de narrar una historia a nivel audiovisual.
Sin embargo, aunque los videojuegos cuentan con argumentos para ser considerados arte, mi propuesta ahora es ubicarlos más allá de esta vieja clasificación a partir de sus vínculos con el cine.
¿Los videojuegos como una técnica cinematográfica?
La relación entre el cine y los videojuegos ha ido a la alza en los últimos años. Incluso hace poco se confirmó que Tom Holland sería el encargado de dar vida a Nathan Drake en la próxima adaptación de Uncharted, programada para estrenarse en 2020.
Pero éste no ha sido el único ejemplo de la relación que existe actualmente entre los videojuegos y el cine. Historias como Assassin’s Creed, Silent Hill, Resident Evil, Warcraft, entre otras, han hecho su camino hacia la pantalla grande en más de una ocasión. Y de manera paralela, cintas como World War Z, Alien o series como The Walking Dead, caminaron la ruta a la inversa: del cine al juego.
Asimismo, cada vez es más común ver actores de cine apostando por interpretar personajes de videojuegos (Keanu Reeves, por ejemplo, ya confirmó su participación en el próximo juego Cyberpunk 2077).
Incluso Guillermo del Toro lleva años relacionado con este medio, y hace no mucho estuvo a punto de codirigir junto a Kojima la nueva entrega de Silent Hill. Aunque el proyecto se canceló, su colaboración con el director de videojuegos se ha mantenido, pues el nacido en Jalisco también formará parte de Death Stranding como actor.
Los videojuegos tienen cinemáticas y lenguaje cinematográfico, —uno de los ejemplos es Red Dead Redemption 2, que es básicamente una película interactiva—. ¿Qué más necesitan para ser considerados una técnica cinematográfica más?
Videojuegos: más que entretenimiento
Los años han pasado, y con ellos han traído evolución en casi todas las industrias que existen. Los videojuegos son ejemplo claro de esto. Son entretenimiento, sí. Pero también son objetos de análisis, cuentan historias y generan sentimientos. Los videojuegos son, como un todo, una propuesta artística que debe comenzar a valorarse.
Antes de que la Academia quiera incluir una categoría en los premios Óscar a la mejor película popular, debería de considerar incluir a los videojuegos. Aunque, tomando en cuenta que la industria de los videojuegos cuenta con su propia ceremonia, como los Game Awards y los Bafta de videojuegos, en la que premian a lo mejor de la industria cada año, dudaría que ellos estén interesados en formar parte de los Óscar.
Pero lo que queda claro es que un vínculo más grande entre el séptimo arte y los videojuegos terminaría por ser benéfico para ambas industrias, pues los videojuegos gozarían de mayor prestigio y respeto a nivel mundial, y el cine también se vería beneficiado por la cantidad de dinero que los videojuegos mueven en el mercado actualmente.