Conversamos con Ainhoa Rodríguez, directora de Destello Bravío: un filme coral que se aleja de los canones narrativos.
Ubicada en la España rural, Destello Bravíocompone una película coral que sigue la cotidianidad de las mujeres que habitan en el poblado: escuchamos, observamos y reflexionamos, como dentro de una localidad tradicionalista las mismas son quienes se llevan la peor parte, a la vez que sueñan con ser libres.
La ópera prima de Ainhoa Rodríguez se presento este Viernes en el FICUNAM (Festival Internacional de Cine UNAM), donde se encuentra compitiendo en la categoría Internacional. Y al respecto de ello, tuvimos la oportunidad de conversar con la cineasta española.
La confianza de un pueblo
Además de cineasta, Ainhoa Rodríguez se ha dedicado durante años a la docencia del lenguaje fílmico, el cual ha impartido a mujeres en zonas rurales mediante el taller Cine Mujer y Miradas Normativas, donde a través del análisis cinematográfico, se reflexiona sobre las perspectivas bajo las cuales se ha mirado a las mujeres en la historia del cine.
La experiencia en estos grupos inspiró a la cineasta española a realizar su primer largometraje, y los orígenes de su familia paterna le hacían querer trabajar con actrices y actores no profesionales de Extremadura, la llevaron a Puebla de la Reina, donde se fue a vivir 9 meses con ideas temáticas pero sin tener un guión.
Allí inició uno de sus talleres, donde establecería relaciones de confianza y cariño con diversas mujeres del poblado, quienes la introdujeron al pueblo. Así comenzó a realizar castings y de las historias que se le narraban en los mismos, fueron surgiendo los hilos argumentales, la estructura y sus protagonistas, sobre lo que comenta: “Todo era retroalimentación y experimentación, desde la metodología es una película que transgrede lo convencional, me gusta que cada largometraje sea único.”
Uno de los aspectos que más le emocionaba a Ainhoa era el trabajo con las actrices y actores no profesionales, ya que significaba: “tener delante la materia prima más fascinante que puedo y he tenido como cineasta.”
Posterior a ganarse mutuamente los histriones y la directora, el proceso de establecer la relación entra las mismas y las cámaras fue lento, todo entre “mimos y delicadeza”, comenzaron con bailes individuales, luego colectivos, ensayaban individualmente y después en grupo: “después introduje la cámara, fueron llegando miembros del equipo técnico/artístico, quienes para mi era muy importante que volvieran con la comunidad, de manera que forjaran esa confianza por ambas partes.”
Una mirada lejos del canon
Destello Bravío trasgrede lo convencional en diversos niveles, la estética es uno de ellos, pues a pesar de que en diversas escenas la cámara filma a las protagonistas de frente y sin cortes en el montaje, la cineasta opta por situar su lente lejos de los close ups característicos de un relato que busca el amarillismo.
Así mientras una mujer narra los abusos que su madre y ella recibían por parte de su padre, el plano se sitúa a su espaldas: “no quería acompañar una historia tan descarnada con un rostro desencajado y lloroso, me parecía que sería un exceso de azúcar.”
Otra característica visual que define a la cinta son los dobles encuadres: “me interesaba mucho la idea del voyeur, los marcos enmarcan a sus personajes en un universo que les asfixia, ver los trozos de la vida de un pueblo donde todo esta interrelacionado.”
Sumando a ese contrapeso que la película funge contra los esquemas narrativos hegemónicos, el filme elige separarse de las grandes urbes como Madrid o Barcelona, para centrarse en las pequeñas comunidades y las mujeres que habitan allí, esto es resultado de la forma en que la realizadora española entiende la vida y el cine, tanto como espectadora y creadora:
“En la cinta vemos la historia de un pueblo que se aferra a las tradiciones frente a la llegada de la globalización, las mismas se encuentran desapareciendo, que en muchos casos son rancias e injustas como parte de la herencia patriarcal, pero hay otras que nos dan identidad y alma. Me preocupa que se pierda esta riqueza cultural frente a un universo de relatos homogeneizados, de pensamiento único.”
Situación a la que añadió que ella desea un cine de “pensamiento diverso, personal, desde miradas particulares y locales, eso también se podría hacer desde una ciudad pero a priori sería menos radical.”
Ainhoa extendió estos mismos comentarios sobre lo que se vive en la industria cinematográfica española: “la necesito más rica, se encuentra bastante limitada con producciones comerciales” sin embargo piensa que también existe un cine de resistencia, con autores/as que regresan a sus pueblos o los de sus familias para contar sus historias desde allí.
Situación que le hace pensar que los próximos 10 años, tendremos filmes que aborden estas temáticas desde lo personal, donde inclusive se haga uso del humor negro como herramienta narrativa, aclarando que siempre “habrá una resistencia a la norma, el problema es que la norma aprieta mucho.”
La importancia de visualización
Hacía el final de Destello Bravío hay una bellísima escena, donde en la intimidad las mujeres encuentran catarsis, para la cineasta española este momento simboliza “el temazo de la misma”, ya que refleja la búsqueda del placer sexual de una mujer mayor, aspecto invisibilizado por el canon de los medios de comunicación y cine: “me parece importantísimo visibilizarlo, la sexualidad femenina es una fuerza transformadora poderosa, un tema que nos da para muchos largometrajes.”
Sobre cual podría ser el recibimiento del filme por parte de la audiencia mexicana en FICUNAM, Ainhoa piensa que la cinta puede conectar muchísimo debido a que la comunión entre España y México es muy profunda, no sólo en idioma, sino también en tradiciones como la religión católica, los elementos esotéricos y la visión de la muerte: “ambos somos pueblos ricos culturalmente, y hay tradiciones que se están perdiendo que deberíamos proteger contra las imposiciones del gigante norteamericano.”
Elemento que la cineasta ejemplifica:
“En el pueblo de Extremadura donde filmé la película, les preguntaba sobre su película favorita y más de una me dijo: ‘Pretty Woman’, ¿qué tienen que ver estas mujeres trabajadoras, humildes y fuertes con una mujer que espera que un príncipe azul les rescate. Por eso el cine es importante que responda desde lugares más personales, para luchar contra la idea de colonizar mediante la cultura.”