Fuera de Foco conversó con la directora de Coyote Lake: Sara Seligman.
Coyote Lake nos narra la historia de una madre llamada Teresa (Adriana Barraza) y una hija de nombre Ester (Camila Mendes), quienes dirigen un hostal cerca de la frontera que divide a México y Estados Unidos, el cual utilizan de fachada para realizar una serie de crímenes, sin embargo la cotidianidad está a punto de verse afectada cuando la joven se enamora un huésped conocido como Paco (Andrés Vélez).
El romance entre los jóvenes les hace percartarse que ambos desean romper las cadenas que les atan: Ester desea conocer el mundo lejos del régimen autoritario de su madre, mientras que Paco desea escapar del narcotráfico.
Una inquietud personal
Aunque en un tono mucho menos trágico esta misma sensación ha sido experimentada por la directora del filme: Sara Seligman, quien recuerda que a pesar de crecer en una familia donde “siempre se apoyó mucho mi creatividad y libertad”, recuerda lo relevante que fue la primera decisión grande que tomó en su vida:
“Yo quería ser bailarina y a los 12 años entré a la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (INBA) de Bellas Artes en la CDMX, soy de Morelos y eso significó que tenía que mudarme y cambiar mi estilo de vida, estudiar al día 6 horas de ballet y luego 5 escuela.”
Lamentablemente el sueño de la cineasta mexicana de ser bailarina se detuvo cuando tuvo que abandonar este arte después de una lesión de rodilla a los 16 años, situación ante la cual rememorá que se quedó sin la magia que sentía cuando estaba en el escenario: “No sabía si iba encontrar ese sentimiento. Ese sueño ya no existía para mí. Y tras una decada fue dirigiendo esta película (Coyote Lake) que por primera vez volví a tener esa sensación, me sentía liberada y plena dirigiendo en el set.”
Tras experimentar la libertad a través del cine, Sara piensa que a nivel individual las artes pueden cambiar mucho la vida de las personas, pero “desafortunadamente no creo que sean suficientemente fuertes para solucionarlo”, por lo que es importante que a través de las mismas las personas puedan dedicarse a eso pues permitiría reducir dos de los grandes problemas de México: “la pobreza y el crimen.”
La catarsis del arte
Es por estos factores externos que la directora oriunda de Morelos reconoce que la libertad se ve condicionada por muchos parámetros externos:
“Entre más me he vuelto viejita me he dado cuenta que en cierto sentido algunas limitaciones sociales y económicas limitan nuestra libertad, todos/as quisieramos que fuera realidad esa historia con la que nos crian en donde si trabajas los suficiente por algo que quieres lo vas a tener, pero es algo que no es necesariamente cierto.”
Dentro de estos límites en donde se suscita la libertad Sara percibe que la suya se encuentra en “poder hacer lo que quiero: dirigir. No puedo ir por la vida sin tener trabajo o pagar la renta, lo que quiero hacer es dirigir y no hay suficiente trabajo. Entonces más o menos me siento libre.”
No es fácil conseguir el financiamento para realizar una película y la cineasta mexicana lo sabe de primera mano, pues rememoró como algunas“compañías querían comprar el guión pero no que la dirigiera, fue dificíl ya que no tenía ningún largometraje en mi curriculum, lo busqué en México y Estados Unidos, y trabajé con la primera compañía que me dio la oportunidad.”
Coyote Lake es una película filmada en Estados Unidos porque hay que “tomar las oportunidad de donde le llegan a una”, pero aclara que le encantaría hacer una película 100% mexicana, aunque también le interesaría participar en una serie ya que “los contenidos de calidad ya no sólo existen en cine sino también en TV, hay muchos programas que están bien hechos, son divertidos, entretenidos y tienen buenos mensajes y actuaciones. Soy adicta al Juego de las Llaves.”
¿Salas o streaming?
La ópera prima de Sara Seligman llegó a nuestro país y Latinoamérica gracias al streaming (Apple TV+), por lo que era inevitable cuestionar a la realizadora mexicana sobre su opinión como creadora al respecto de los estrenos en plataforma en vez de salas.
Así la cineasta mexicana confensó que como “hija de los 80’s el cine es muy importante, personalmente me causa emoción tener mi película en catelera, ver el poster, ir a la salas, eso lo hace especial”, sin embargo reflexiona que fuera de esa nostalgia “lo que quiero es que más gente vea mi largometraje, y si la forma para lograrlo es con las plataformas digitales eso está increíble.”
La artista también piensa que esto último beneficiará al cine independiente, y “creo que eso es muy bueno para el cine, diversificar voces, quiénes cuentas historias y como lo hacen.”
Una lucha que concierne a todos/as
Al laborar en la industria cinemátografica de Estados Unidos hay otro gran elefante en la habitación: la actual lucha que diversos/as trabajadores/as de la misma se encuentran llevando a cabo para lograr mejores salarios y decentes jornadas laborales.
Sobre la situación la realizadora mexicana revela que desafortunadamente aún no forma parte del Sindicato de Directores de Estados Unidos (DGA por sus siglas en inglés), esto ya que aún no tiene los suficientes créditos para unirse, sin embargo entiende la lucha que se encuentran librando y siente que la misma es de gran relevancia.
Sara piensa que Matthew D. Loeb –director de la IATSE- le quedó mal a su gente al aceptar el acuerdo con la AMPTP (Alianza de Productores de Cine y TV) a último momento -el más reciente fin de semana-, lo que evitó una huelga nacional. Y añade que esta problemática refleja la avaricia de los estudios:
“Hay demasiado deseo por parte de los estudios de ganar dinero y quedárselo ellos, lo que recaudan esas películas y series no excusa el hecho de lo que le pagan a las personas que trabajan en estas producciones, y sobre todo que sientan la necesidad de trabajar esas horas tan largas simplemente para ahorrarse dinero.”
El bien común
Si bien el cine es importante la cineasta expresa que no encuentra una razón por las que las producciones continúen orillando a los/as trabajadores/as a condiciones de trabajo inhumanas:
“No es como que estemos salvando vidas, no somos cirujanos, no hay motivo real para que estas sean las circunstancias de vidas, y creo que estamos bastante decepcionados que el Sr. Loeb -quien debería representar a los sindicatos- haya aceptado unos elementos que realmente no eran el tipo de cambio que busca la industria.”