Cabos Film Festival 2021 presenta Strawberry Mansion: una historia que nos cuestiona si la tecnología nos ayuda o destruye.
La mejor palabra para hablar de Strawberry Mansion es «predestinado», y es que en un presente donde el metaverso de Facebook se vende como el futuro aspiracional, la trama de esta película dirigida por Albert Birney y Kentucker Audley no parece estar lejana de nuestra realidad.
Este filme que se encuentra presentando en los Cabos Film Festival 2021, nos presenta una distopía ubicada en el 2035: una época híbrida que combina los años setenta con la tecnología contemporánea, y donde el gobierno recauda impuestos de los sueños de los/as ciudadanos/as.
James Preble es el protagonista de la historia: un aburrido trabajador del fisco que es enviado a la casa de Arabella, una dulce anciana que desde hace años no paga impuestos de sus sueños. El burócrata se instalará entonces en la acogedora morada (o rosada), para analizar una por una las cintas que contienen los sueños de Arabella desde su juventud.
La esclavitud de la realidad virtual
Strawberry Mansion cosecha en el espectador emociones que despiertan al infante que reside en cada uno/a de nosotros/as, ya que la posibilidad de registrar los sueños da paso a la magia y nostalgia.
Actualmente nuestros dispositivos inteligentes nos escuchan para mostrarnos anuncios, algo similar sucede en Strawberry Mansion, donde en los sueños de Birney y Audley son implantados comerciales de comida rápida y bebidas carbonatadas.
Lo anterior es aún más aterrador cuando los/as protagonistas tienen brindar retribución a una entidad oficial, lo cual nos recuerda que somos animales capitalistas, quienes en un futuro haremos perder a los sueños su valor humano, cambiándolo por el de una moneda.
¿No hay esperanza?
A pesar de los empalagosos colores pastel y una cinematografía que susurra al oído cuál fábula, la cinta es deprimente: la tecnología una vez más falla en ayudar al ser humano. Al contrario, con cada nuevo software o hardware desarrollado el humano da un paso agigantado hacia la autodestrucción.
Este largometraje nos señala como esclavos y mercancía, más que amos y comerciantes de la tecnología. El próximo Metaverso de Zuckerberg llegará antes del 2030, y quizá nos vuelva presos de un sitio que planea ser una copia de la realidad, en donde rodeados de lenguaje binario coloreado uno a uno con diminutos pixeles RGB, no podremos apartar la mirada los anuncios. En caso de ser así, podríamos voltear a Strawberry Mansion y guiarnos de la desobediencia de sus protagonistas.