Snowpiercer, ahora como serie de Netflix, logra aportar algo más a la historia original creada por Bong Joon-Ho
Cuando se hacen adaptaciones de obras de prestigio, consideradas de culto y atesoradas por la comunidad cinéfila, es complicado cumplir con todo lo que se pide. El caso de Snowpiercer, ahora en formato serie, no es parecido a la película, sin embargo tiene un aporte interesante a la historia.
El aclamado Bong Joon-ho fue el encargado en 2013 de dar vida a la novela gráfica francesa, de donde se origina la trama, creando así un filme que es muy respetado y que se ha vuelto casi un clásico del sci-fi.
Ahora funge como productor en esta versión para televisión, con TNT y Netflix como distribuidor. Y aunque carece de los valores cinematográficos que enriquecían la de por sí interesante aventura, en esta serie durante su Temporada 1 tiene momentos emocionantes, con actuaciones convincentes y ciertos giros que dan la espina para ser un producto decente de entretenimiento.
¿De qué trata?
Hay que decir de que esto no es continuación o precuela de la película, sino que es un reinicio con situaciones distintas a lo que ya vimos en la pantalla grande.
Lo que se mantiene igual es precisamente el Snowpiercer, ese tren gigante que viaja en constante movimiento con los últimos vestigios de la humanidad, luego que el mundo se convirtiera en un páramo helado.
Su protagonista es Layton, interpretado por Daveed Diggs (reconocido por Hamilton), un hombre que vive en la Cola, la parte más despreciada de todas las «clases» que hay a lo interno de los 1001 vagones que posee esta enorme maquinaria.
Éste junto con sus colegas de la Cola están planeando un nuevo intento de revolución, liberarse de una vez de esas cadenas opresoras de las clases que están por encima de ellos. Desgraciadamente esto no funciona y es capturado, pero tendrá una carta con la que podrá meterse con más facilidad por los niveles superiores.
De menos a más
Snowpiercer es una serie que si miran los primeros dos o tres episodios quizás la abandonen. Así de simple. Sobre todo por la gran expectativa de la película y la decepción al ver que no se parece.
Es muy torpe en su inicio y lo que cuentan no tiene suficientes elementos de enganche, ya que Layton al haber sido detective antes del desastre de la naturaleza, lo utilizan para investigar un asesinato que ocurrió en Primera Clase. Es así que alargan esa parte de la historia sin necesidad alguna. Afortunadamente, cuando se resuelve el tema, empieza de verdad lo bueno.
La mitad de estos primeros 10 episodios comienzan a dar forma a lo que realmente tiene sustancia; la planificación de la revolución, algunos misterios que hay con Melanie (Jennifer Connelly) -la otra protagonista de la serie- y su «relación con Wilford«, el funcionamiento mecánico del tren, qué hay en esa «morgue» donde congelan personas, entre otras cosas.
Además se imprime mayor dinamismo a los protagonistas y personajes secundarios, entre ellos los roles de Bess (cuerpo de seguridad) y Ruth (del área de Hospitalidad). Ambas dan bastante realce a los episodios de la mitad en adelante.
Gran cierre de temporada
Aunque sin duda que lo mejor se reserva para el episodio 7-8 hasta el último, en que definitivamente el tren de la historia marcha a máxima velocidad y la adrenalina sube rápidamente, dejándonos secuencias muy emotivas, de intriga y de las que no se despegarán de su asiento.
En medio de todo esto vemos por supuesto aspectos de la diferencia de clases, las injusticias sociales y temas del desgaste humano en la Madre Tierra, a como lo hizo el producto original; sin embargo acá como que no pudieron retratarlo de la mejor forma, ni en diálogos ni en valores de producción (a veces se siente demasiado «el set» cuando están en esos vagones angostos).
Igualmente yo diría que le den una oportunidad. Connelly en su papel de Melanie cumple muy bien, Diggs un poco menos pero pasa la prueba, así como ese cliffhanger del episodio final que me deja con ansias para ver qué depara la Temporada 2, que afortunadamente ya fue confirmada.
