Sicario: Día del Soldado

La secuela de Sicario es un buen eco de su predecesora, pero más seca y con algo menos de gracia.

Sin Denis Villeneuve al frente del proyecto, quien por cierto había dirigido de forma brillante Sicario (2015); vuelven Josh Brolin y Benicio del Toro a repetir sus papeles de mercenario y sicario en la secuela; que recibe ese innecesario subtítulo Day of the Soldado.

Vuelve también el guionista Taylor Sheridan, en esta ocasión con la compañía del director Stefano Sollima; y la música de Hildur Guonadóttir, colaboradora del fallecido Jóhan Jóhannsson, y quien sigue el esquema de lo compuesto por él.

Los personajes de Sheridan regresan. Esta ocasión con el ojo puesto en las operaciones secretas de los gobiernos de México y Estados Unidos con el fin de crear y generar enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes rivales, siguiendo los absurdos intereses políticos de algunos.

Los cárteles mexicanos se las ingenian para crear nuevas formas de obtener ingresos y ahora expandieron su negocio: lograr que terroristas ingresen a Estados Unidos desde la frontera mexicana. Varios atentados después, James Riley (Matthew Modine), Secretario de Defensa, el agente Matt Graver (Josh Brolin) para que tome las medidas necesarias. Esta vez no depende del FBI y no necesita ningún tipo de autorizaciones; puede hacer lo que tiene que hacer.

Matt decide generar enfrentamientos entre bandas rivales de narcotraficantes; por lo que se dirige a Bogotá en la búsqueda del sicario Alejandro Gillick (Benicio del Toro). Inicialmente para pedirle ayuda y organizar el secuestro de su hija Isabela (Isabela Moner) en la Ciudad de México; sin dejar rastros que lo vinculen al gobierno norteamericano. Alejandro accede solo por tratarse de Carlos Reyes, el verdadero culpable de la muerte de su familia (a quienes ya había vengado en la primera película).

Entre balas y riesgos, la nueva Sicario es una película que tiene dos lados muy marcados. Por un lado, es un drama criminal lleno de acción que enmarca la situación de la frontera entre Estados Unidos y México desde un relato turbio; y por el otro, en sus primeros minutos, no duda en generalizar y poner a musulmanes, somalíes y mexicanos como lo peor del mundo.

Aunque el asunto de la droga sigue presente, Sicario: Day of the Soldado retrata también el tema de los indocumentados; y el dolor que sufren estos inmigrantes al salir de sus países, llenos de sueños, para encontrarse en una pesadilla.

Esta película, a diferencia de su predecesora, tiene más de acción que de thriller político. Sollima crea un relato cargado de tensión y violencia continua que dura 2 horas; bien apoyado en el guión de Sheridan que, aunque es bueno, no logra estar al mismo nivel del anterior y aun así no representa problema en ser buen apoyo para la realización del largometraje. Éste resulta más esquemático y seco que el de Sicario, más del montón que lo logrado por Villeneuve.

El trabajo sobrio de Sollima se aúna con la fotografía de Dariusz Wolski y hay varios guiños al western. De hecho, cuando la película se centra en las acciones de Alejandro e Isabela; es en medio de esos paisajes desérticos que esta película actualiza ese género. Sus diálogos en esas escenas y su atmósfera angustiante aportan a este homenaje directo.

Finalmente

Sicario: Day of the Soldado funciona como el eco de lo que fue Sicario. Buena fotografía, buena música, buenos actores… Y sí que se echa en falta a ese otro personaje central, Kate Macer (Emily Blunt); que fue de lo mejor en aquella película y sin ella esta secuela, no sólo pierde uno de sus mejores actores; sino esa mirada solitaria que observa la corrupción, dejándonos ahora sin alguien que guarde las esperanzas por nosotros.

Más ritmo y más acción, pero más repetitiva; Sicario 2 es un filme bien ejecutado que quizá decepcione un poco a quienes adoraron a su predecesora. No obstante, es eficiente como relato moral, aunque su trasfondo crítico no sea del todo explícito.