Michel Franco en Nuevo Orden busca esterilizar el cambio, mientras enaltece un régimen decadente.
Quien haya visto filmes como El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl o El nacimiento de una nación de D. W. Griffith, sabrá que se tratan de relatos bien construidos en lo que confiere a sus apartados técnicos. Sin embargo, a nivel ideológico (por decirlo de una manera suave), son obras bastante cuestionables.
Bueno, bajo esa misma línea -salvando ciertas distancias- se ubica Nuevo Orden de Michel Franco.
Una Ambiciosa Historia
Enmarcada en una clase de futuro cercano en México, la anarquía de las calles irrumpe violentamente en la boda de personas pertenecientes a la clase alta, situación que paulatinamente se irá degradando hacia el caos.
Probablemente nos encontremos ante una de las producciones más grandes en la historia reciente del cine mexicano, y Michel Franco hace gala de ello en pantalla junto a su fotógrafo Yves Cape, quienes recorren diversas locaciones entre las que se encuentran sitios históricos del país, mediante planos generales repletos de extras/objetos que dan vida y verosimilitud a un evento de proporciones mayúsculas que afecta a toda la nación.
Ante esto último, es ineludible que el cineasta mexicano sabe crear atmósferas: conjuntando las áreas de diseño de producción a cargo de Claudio Ramirez Castelli, el sonido y trabajo de filme blocking, hace que te atrape en la fragilidad del mood festivo inicial, para trastocarlo mediante la sensación de peligro, tensión y horror.
Su cast compuesto por nombres como Diego Boneta, Mónica del Carmen, Naian González, Dario Yazbek, entre otras/os se les nota entregadas/os a sus papeles, donde mediante interpretaciones contenidas logran trasmitir las emociones ya descritas.
¿Recuerdan que había que salvar ciertas distancias entre Leni, Griffith y Franco? Bueno, una de ellas es en lo que refiere a la edificación narrativa del relato. Insisto, si bien ideológicamente me parecen desdeñables, la alemana y el estadounidense innovaron en la construcción del lenguaje cinematográfico, la primera mediante sus metáforas audiovisuales y ángulos de cámara que acrecentaba el poder del partido y su líder. El segundo, a partir de elementos como el montaje paralelo. Mientras, el cineasta mexicano se queda bastante lejos de este ámbito, aferrándose al efectismo de la violencia y terror para impactar en las personas espectadoras.
¿La rebelión de Atlas?
Nuevo Orden es una oda a la doctrina del neoliberalismo más voraz, una lucha a tres esquinas donde sus enemigos son proletariado y estado.
Así como en los slashers de los 80’s, donde Freddy o Jason asesinaban a personajes relacionados a la filosofía hippie (la liberación sexual, el uso de drogas, etc) aquella que Ronald Reagan tanto aborrecía. El largometraje mexicano castiga a las figuras que desafíen el status quo de la autorregulación del mercado.
Busca alertar a quienes poseen el capital de la violencia que por “rencor» sus “subordinados» pueden verter sobre ellos. Al mismo tiempo que intenta aterrar a los menos privilegiados de expresar su inconformidad, pues la “única” manera en que saben expresarla es mediante el caos y derramamiento de sangre, la cual se les ve devuelta bajo las mismas condiciones.
Marian, interpretada por Naian González, es la protagonista e hija de la familia acomodada, sus intenciones son nobles y es la única que se preocupa por apoyar a la esposa de Rolando, quien trabajó para ellos hace un buen tiempo. Su empatía es recompensada con escarmiento, todo lo malo le sucede a su persona: es secuestrada, violada y posteriormente asesinada.
Si a partir de las/os no sobrevivientes podemos intuir el credo en la cinta, los casos contrarios complementan el mismo. Al final sólo dos figuras quedan en pie: la élite monetaria y el estado, sin embargo la supervivencia de este último se ciñe ante una engañosa crítica. Al más puro estilo de Among Us, Franco intenta convencer a las/os olvidados/as por el sistema que el impostor es el Estado, por lo tanto toda la crítica debe ir al mismo.
A la vez que le exige al ejército y cuerpos policiacos, que mediante el uso de la fuerza controlen la situación, como se escucha en uno de los radios. Todo esto, mientras hace un llamado a quienes poseen un estatus social/económico alto, donde les pide desconfiar de todos (la figura estatal o gente perteneciente a los polos opuestos en la escala social) pues es la única manera de sobrevivir, preservar su patrimonio y el orden.
Curiosamente en esta película, el cineasta mexicano abandona el lente contemplativo que marcaba distancia entre lo que sucedía en pantalla con las personas espectadoras. No hay ningún intento de objetividad, la cámara quiere que empaticemos con un grupo particular. Mientras la violencia vertida sobre unas/os se observa en planos más cerrados y de frente, en forma que conectamos con su terror, el dolor/sangre sobre las/os demás. Es frío, distante, ocurre de espaldas e inclusive su construcción se toma menor tiempo en pantalla.
Anestesiando la empatía
En sentido opuesto a lo que ocurre en películas como Parasite, donde su director empatiza y muestra los vicios de ambos bandos, de manera que la crítica se dirija a la estructura que los antecede y supera. Nuevo Orden sería lo equivalentemente opuesto al Ángel Exterminador. Si en el clásico de Buñuel, se desenmascara a la burguesía como otro de los sistemas de opresión institucionalizada, sumida a la inherente naturalidad bestial en el ser humano. El filme de Franco mantiene intacta a la aristocracia, mientras focaliza lo primitivo en lo externo: la protesta y figura estatal.
Puedo suponer el por qué esta cinta fue premiada con el galardón más importante en el Festival de Venecia. Además de su temática de encaje universal, supongo que en los ojos de alguien lejano al contexto mexicano, lo representado en pantalla puede suponer un interesante atisbo a lo que se vive en este país. Sin embargo, para quienes habitamos en él, su narrativa audiovisual de impacto nos remite a ese amarillismo presente en los medios de comunicación masiva.
Quizá mi interpretación del largometraje sea errónea. Al contrario de lo que podría pensarse, los invitaría a ver esta película, forjar su opinión y con gusto debatir sobre ella. Pero si la intención del realizador mexicano era que discutiéramos sobre la actualidad nacional, las emociones bajo las que construye su relato corren en un camino diametralmente opuesto al de la reflexión de filmes como Tempestad, La Libertad del Diablo, etc. El miedo y horror que evocan sus imágenes y sonidos, anestesian la empatía/unión.
Por ponerlo en otras palabras, esta película incomodaría al gobierno mexicano y sus fuerzas armadas, aterraría a su población, pero sería del agrado de personas como Salinas Pliego, pues señala su falta de valores como una virtud.
Nuevo Orden es en realidad sobre una estructura y filosofía decadente, a la que los beneficiados por la misma buscan aferrarse a toda costa, con tal de no perder su privilegio.