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La vida moderna de Rocko: El miedo al cambio

Una continuación fiel a la serie noventera con una importante lección
La vida moderna de Rocko: El miedo al cambio
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Vivimos una época de reboots y remakes decepcionantes, donde Disney, con sus estrenos prometedores como El Rey León o Aladín, parece haberse quedado sin la pasión que lo caracterizaba. En medio de este clima de decepciones, llega La Vida Moderna de Rocko: Cambio de chip.

Con Hey Arnold, Nickelodeon ya había demostrado que podía traer de nuevo sus éxitos noventeros conservando la esencia, pero La Vida Moderna de Rocko busca transmitir un mensaje diferente. Y es que ¿no es esta serie el pretexto perfecto para hablar de nostalgia? ¿No es Rocko el personaje perfecto para criticarse a sí mismo?


Decir más con menos

El principal atributo de la serie noventera es su humor: es simple e incentiva a la reflexión. Recordemos que un producto narrativo es rico cuando su mensaje puede ser fácilmente comprendido por público de todas las edades, sin caer en la necesitad reducirlo ni simplificarlo.

La serie de Rocko empezó criticando la modernidad de los 90 con capítulos donde se exponían problemáticas de la época: falta de control crediticio, la adicción a la televisión y hasta la codependencia de pareja. La Vida Moderna de Rocko: Cambio de chip conserva ese humor característico y expone una sociedad que enfrenta el cambio de milenio. Después de pasar 20 años en el espacio, Rocko quiere que su serie animada favorita Los Cabeza Grande regrese a la televisión, así que acuden a la productora para hacer la petición.

La crítica funciona porque el consumidor se refleja directamente en la problemática. En este caso, el consumidor —nosotros— espera el regreso de La Vida Moderna de Rocko. Así que Cambio de chip se presenta como una crítica a sí misma.

Cuando Rocko y sus amigos se dan cuenta de que los nuevos creativos de “Los Cabeza Grande” renovarán el programa, emprenden un viaje para recuperar al antiguo creador, Ralph, y salvar la vieja esencia de la serie, ¿les suena?


Industria creativa ¿avanza o retrocede?

Recordemos 1995: Se estrenaba de Toy Story, la primera cinta con personajes modelados en 3D, una novedad que marcó un antes y un después en el mundo de la animación. ¿Recuerdan que para 2009 Disney ya estaba planeando cerrar sus estudios de animación en 2D?

La Vida Moderna de Rocko. Cambio de chip expone la evolución de la industria animada tradicional a digital como lo que parecería ser una contradicción. Por un lado, los  animadores 3D son representados como gente poco creativa y sin emociones y, por el otro lado, está Ralph, que trabaja a lápiz y resulta ser el genio creativo que salva el día.

¿Es esto contradictorio para una cinta cuyo mensaje es “No temas al cambio, todo evoluciona”? No.

El sentido no es representar el avance 3D como un inhibidor del proceso creativo, sino plantear un escenario donde el mundo laboral enfocado a las relaciones humanas ha dado paso a otro donde impera la tecnología y, con ello, la competencia por los bajos costos de producción y los resultados más rápidos; es decir, representa la deshumanización del trabajo creativo.


El poder de los medios de comunicación

Durante toda la cinta los protagonistas son asediados por la prensa, que claramente modifica la información para volverla atractiva y así condicionar la respuesta del público. Cuando el señor Cabeza Grande comete un error y hace quebrar a la empresa, una horda de gente aparece abucheándolo justo tras los reporteros; en cambio, cuando Rocko toma la decisión de salvarla, la horda lo vitorea, respondiendo a los comentarios positivos de la prensa.


Un personaje trans ¿bien introducido?

La ventaja de una serie animada con humor absurdo es que no necesita de una justificación. La Vida Moderna de Rocko es libre de lanzar críticas a diestra y siniestra sin necesidad de formularlas estructuralmente.

En otro caso, la aparición del personaje de Ralph convertido en Rachel hubiera resultado forzado, pero en esta cinta da un giro que aporta a los conceptos de evolución y cambio.


El miedo al cambio

En La Vida Moderna de Rocko. Cambio de chip se percibe a una sociedad luchando por adaptarse al cambio. El señor Cabeza Grande no acepta que su hijo Ralph ahora es una mujer, la empresa Conglomo se ve obligada a renovarse y Rocko no concibe un mundo sin su programa de televisión noventero favorito. En nuestro día a día, ¿qué sucede cada vez que la industria transforma un personaje entrañable, como ocurrió con la Sirenita? ¿O cada vez que modifican el sentido de una historia, como en Dumbo?

Finalmente, Ralph, el creador original de Los Cabeza Grande, se inspira en una escena familiar de su niñez para el reboot del programa. Aquí es donde los mensajes de la aceptación de una mujer trans y la aceptación del cambio se conectan.  Ralph está consciente de que él evolucionó y transfiere eso a su creación. Ahora la serie televisiva de Los Cabeza Grande reaparece con nuevos personajes y modificaciones en los diseños y, finalmente, Rocko lo acepta.

Todo evoluciona y nos aferramos a disfrutar lo entrañable de nuestra niñez o juventud, la necesidad de volver a una época significativa se vuelve latente. La Vida Moderna de Rocko plantea que todo cambia y nunca será lo mismo, pero eso no significa que no podamos disfrutarlo de una nueva manera. 

Con todo esto, podemos concluir que La Vida Moderna de Rocko. Cambio de chip nos entrega una producción fiel a su predecesora en todos los aspectos (para enganchar a su público), pero con un mensaje que invita a aceptar las transformaciones.


A ustedes, cinéfilas y cinéfilos, ¿qué les pareció La vida Moderna de Rocko. Cambio de chip?

 

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