Cold War

Postguerra. Política. Distancia. Instinto de supervivencia. ¿Alguna relación podría sobrevivir todo esto?

La segunda guerra mundial ha terminado. En Polonia, Wiktor (Tomasz Kot) e Irena (Agata Kulesza) harán audiciones para formar un grupo de canto y baile regional. Así conocemos a Zula (Joanna Kulig), quien destaca de inmediato por su voz y su belleza, al menos ante los ojos de Wiktor. Después de intercambiar unas pocas frases, la atracción entre ellos es evidente.

La historia la han oído antes. Él es un hombre mayor y experimentado. Ella es una jovencita con sueños y ambiciones. Lo que hace diferente a Guerra Fría son sus personajes, el cómo los acompañaremos a través de sus vidas y el papel de la música en su relación.

El amor en tiempos de postguerra

Wiktor le pide a Zula que escapen juntos a París. Al principio ella acepta, pero cambia de opinión en el último minuto. Wiktor queda solo en un país que no conoce, con una situación política inestable. Aun así, ella va a buscarlo cuando tiene la oportunidad, y él responde agradecido de que no lo haya olvidado del todo.

Esta dinámica de reencontrarse y abandonarse sucede una y otra vez a lo largo de toda la película. Y no resulta cansada, al contrario: los personajes cambian en cada nueva reunión y deben sacar el máximo provecho a su situación para intentar hacer funcionar su relación esta vez.

La pasión entre ambos nunca se pierde. Les crees cuando dicen que se siguen amando después de tantos años, sin importar las relaciones pasadas, o actuales. Su cariño lo demuestran no sólo en los momentos íntimos que comparten juntos, sino en las decisiones difíciles que tienen que tomar para seguir con vida, para asegurar que tendrán otro día en el cual volverse a ver.

Hay que destacar la importancia de la música en Cold War. Más que un acompañamiento, evoluciona junto a la situación de los personajes. Se vuelve introspectiva, con deseos de cambio; pero también es segura y sensual a su vez.Con Zula, empieza como un inocente coro de música folclórica, hasta convertirse en un número de jazz. La voz de Kulig también muestra un cambio, se escucha más madura, y no deja duda de las emociones por las que pasa su personaje.

Historia pasional en menos de dos horas

Si bien hay otros personajes, es obvio decir que son Wiktor y Zula quienes cargan con el peso emocional de toda la historia. Ambos actores se entregan a su papel, pero es ella quien destaca. La historia nos lleva a conocer más el lado de la historia de Wiktor, pero son sus ganas de volver a ver a Zula lo que lo mueven. Y como espectadores, queremos lo mismo.

Kulig no decepciona, pues siempre se roba la pantalla. Ya sea con el encanto de su voz o el de su rostro, el talento de la chica es innegable. En otra actriz, este personaje podría volverse insoportable, pero en ella se siente sincero.

Visualmente, Guerra Fría también tiene mucho que destacar. Gracias a la fotografía de Lukasz Zal, cada encuadre luce hermoso. La pantalla cuadrada e imágenes en blanco y negro le dan cualidades que harán de esta cinta atemporal.


Se dice que esta es la gran rival de Roma en la categoría de Mejor Película Extranjera, aunque yo creo que también puede darle batalla en Mejor Fotografía. ¿Qué creen ustedes? Dejen su opinión en los comentarios.