¡Por fin A Quiet Place II ha llegado a salas! Pero, ¿cumple con las expectativas o se queda lejos?
Muchas de las historias icónicas que vemos en pantalla provienen de elementos cotidianos, situaciones ordinarias que pueden pasar desapercibidas para la mayoría, pero no ante algún/a narrador/a, quienes al poner la atención en los pequeño detalle, se percatan que puede existir un interesante relato detrás.
Un ejemplo de esto último lo podemos encontrar en John Krasinski y Emily Blunt, histriones que en la realidad se encuentran comprometidos y cuidan de dos hijos, junto a quienes inventaron un juego, donde el objetivo es realizar las tareas diarias de la manera más silenciosa posible, pues de lo contrario un monstruo iría en su búsqueda -si me lo preguntan, una maravillosa jugada si lo que deseas es tranquilidad en el hogar-.
Así fue como un día se le ocurrió a Krasinski la idea detrás de A Quiet Place (2018), un filme que no sólo obtuvo un gran reconocimiento de parte de la crítica cinematográfica, sino también de la audiencia, lo que la convirtió en un largometraje con una recaudación en taquilla digna de un blockbuster.
Resultando una ruptura de paradigma en un medio como el hollywodense, esto por dos razones: la primera, que la historia no se basa en ningún texto o franquicia ya escrita, sino que era original, mientras en un segundo lugar, su estructura narrativa de silencios y tensión, se contrapone al canon estadounidense de cortes frenéticos y talkies.
Obviamente un filme con tal éxito monetario tenía que ser integrado por la maquinaría del séptimo arte, y por lo tanto una segunda entrega relucía inevitable. Tras lo visto en la misma, las intenciones de una franquicia -o por lo menos de un trilogía- están a flor de piel, ¿esto afecta la afecta el desarrollo de A Quiet Place II? ¿O por el contrario le beneficia?
¿Se acabó el silencio?
A Quiet Place II nos narra como la familia protagonista tiene que abandonar la seguridad de su hogar, tras los sucesos desatados en el desenlace de la anterior cinta. En su camino se encontrarán con Emmett –Cillian Murphy-, un conocido vecino de antes del apocalipsis, quien ayudará al susodicho grupo -compuesto por Emily Blunt, Millicent Simmonds y Noah Jupe-, a cumplir un objetivo que podría acabar con los letales invasores.
El largometraje confirma las sensaciones de su primera entrega: John Krasinski es un buen director y guionista.
Como ejemplo de lo primero, podemos observar a lo largo de toda la película un gran manejo de tiempos y creación de atmósferas: la obra comienza con un flashback que estipula una alegre normalidad que como audiencia sabemos que pronto se verá corrupta, el cineasta juega con esta sensación en los/as espectadoras/es, la extiende y nos sorprende al romperla, en una frenética secuencia que por momentos nos rememora a aquella escena del auto en Children of Men.
Pero posterior a esto Krasinski recupera la tonalidad del primer episodio en la franquicia, fundamentando escenas en la tensión y los silencios del montaje interno, mediante una cámara que se sitúa en los detalles que podrían romper “la tranquilidad”.
Sin embargo el también histrión cumple con una norma hollywoodense de las secuelas: todo debe ser a mayor escala, hay más acción y enemigos. Lo cual aunque conforma un relato más ruidoso que traiciona en un primer lugar los fundamentos del mismo, provoca un juego muy interesante en la narrativa, donde las atmósferas de angustia que percibimos como espectadores/as, se generan mediante el montaje externo de Michael P. Shawver, el cual llega a intercalar hasta 3 secuencias en paralelo que te tienen al borde asiento.
Krasinski también reluce en el guión, pues no sólo mantiene verosímil los motivos que hacen más grande a la historia, o el corazón que te permite empatizar con sus protagonistas, sino que también se percibe su atención al detalle, planteando elementos que recibirán su recompensa en pantalla, por lo menos en lo referente a los hechos del filme en cuestión.
Esto último lo menciono porque la trama deja muchos huecos argumentales abiertos, pero en lo referente a las relaciones entre personajes. Son intencionales y denotan el deseo de hacer este universo una franquicia cinematográfica, sin embargo no es algo que beneficie a la película per se, la cual se siente como un relato transitorio, sus protagonistas jóvenes cierran la evolución de su arco personal, pero aún queda mucho que explorar sobre los adultos y el conflicto central.
La sensación final en torno A Quiet Place II, es que la totalidad de su narrativa sólo podrá ser juzgada cuando la historia tenga un final claro -quizá en su tercera parte-. Como película suelta, su antecesora la supera con creces en el argumento, pero aún así la historia se posiciona como una de las más interesantes en la industria blockbuster de la actualidad, que sin duda te brindará una experiencia donde tendrás el alma en vilo.