¿Qué hace especial al cine de Wong Kar-wai?

Wong Kar-wai revolucionó al cine con sus películas, pero ¿qué las hace tan especiales?

Wong Kar-wai revolucionó al cine con sus películas, pero ¿qué las hace tan especiales?

Quizá la palabra que mejor podría definir la carrera de Wong Kar-wai sería disruptiva: la retadora narrativa de su cine alejada de las cadenas temporales, los deseos epopéyicos y los moldes la perfección, bien podría ser una característica dotada por el entorno anti-establishment  de su nativa Hong Kong.

Sus películas fueron y continuan siendo un soplo de aire fresco gracias -y de manera paradójica- a la cotidianidad de espacios, situaciones, y sentimientos que evocan sus historias: personas pertenecientes a los/as olvidadas/os del sistema, quienes recorren las calles lidiando con la tristeza y el amor. 

Hace 8 años que no vemos una nueva obra de Wong Kar-wai, pero durante ese trayecto el eco de sus anteriores trabajos continua enamorando y acompañando en la soledad a diversas personas alrededor del mundo,  quienes tendremos  -si la vida lo permite- la posibilidad de observar su más reciente trabajo en 2022, año en que se estrenará una serie de su autoría: Blossoms. 

Mientras tanto el cineasta hongkonés cumple 63 años, y esto resulta la excusa perfecta para rememorar su arte y aquellas características de la misma que -a título personal- la vuelven especial.

Wong Kar-wai

La metafora de la emoción 

Una de mis escenas favoritas en Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar es aquella en la que Alberto Crespo (Asier Etxeandía) le pide un consejo de actuación al cineasta Salvador Mallo (Antonio Banderas), quien para la cita en cuestión le responde que lo mejor sería que contuviera las lágrimas, pues así el impacto emocional de la escena sería mayor. 

Eso es algo que el mismo personaje interpretado por Antonio Banderas demuestra posteriormente en la conmovedora escena que tiene con su madre (Julieta Serrano), y esto es algo característico de los filmes de Wong Kar-wai , los cuales evaden las expresiones literales de una emoción, y al hacerlo evocan respuestas más complejas y verosímiles de un sentimiento. 

Un ejemplo que me encanta de esto último es el manejo del proceso de duelo generado por una ruptura amorosa en In the Mood for Love y Chungking Express, donde la negación es expresada mediante una relación en donde se finge ser alguien que ya no está, o la espera de una fecha que no cumple con las expectativas.

En el segundo título la tristeza nunca es ilustrada en su literalidad, sino mediante tiernas conversaciones donde uno de sus protagonistas (Tony Leung) utiliza los objetos y la humedad de su hogar como espejo para hablar consigo del dolor que siente, a la vez que se motiva para salir adelante. 

Mientras que el personaje a quien da vida Takeshi Kaneshiro sale a correr cuando se siente triste, provocando que las lágrimas no emerjan de sus ojos, sino de todo su cuerpo. Algo similar sucede con el anhelo y amor, los cuales son estipulados por la canción favorita de la personaje de Faye Wong: California Dreamin. Uno de los mejores leitmotiv en la historia del cine. 

Wong Kar-wai

Todos podemos amar 

En el libro Realismo capitalista de Mark Fisher se propone la idea de que la victoria del sistema capitalista es que ha hecho creer que no existe otro método de organización social, el mismo autor traduce esta idea a la representación de los futuros distópicos o apocalípticos en el cine. 

Y creo que esto mismo podría relacionarse al retrato de las comunidades olvidadas por el sistema, las cuales suelen ilustrarse desde las dificultades que enfrentan, lo cual es lógico y necesario. Sin embargo si su narrativa se ve eclipsada por las imágenes de dolor se despersonaliza a sus protagonistas a un único discurso y papel, bloqueando la catarsis que nos permita reclamar la dignidad que merecemos como humanos/as. 

Por lo anterior me parece importante imaginar y crear narrativas donde se dignifique la existencia mediante la capacidad de amar y soñar. Algo que el cine Wong Kar-wai cumple a perfección, situando sus historias en aquellos ignoradas/os por una estructura utilitarista, quienes no centran el propósito de su vida en la acumulación sino en la búsqueda de colectividad inherente a nuestra existencia. 

Sus protagonistas son retratados en la libertad del anochecer, donde sus emociones encuentran la atmósfera idónea para expresarse, y la cámara con la misma independencia / vertiginosidad de Christopher Doyle -habitual colaborador de Wong Kar-wai– les filma durante su recorrido por los barrios menos glamorosos, donde conectan con otros y otras, abriendo su corazón sabiendas de que nuestra dualidad del erizo los llevará a sentir tristeza y amor por partes iguales.

Curiosamente los/as protagonistas de los filmes de Wong Kar-wai no son los/as únicas/os que forman parte de un proceso catártico, pues como audiencia también somos parte de la misma tras identificarnos en el fondo y forma con aquellas relaciones forjadas con otros/as, las cuales nos hacen participes de los imperfectos procesos emocionales que hacen más lindo nuestro acontecer.

Wong Kar-wai
Cinéfilas y cinéfilos, ¿Les gusta el cine de Wong Kar-wai?