En estos días, el cine mexicano está viendo un aumento en su producción cinematográfica año con año. Sin embargo, los jóvenes cineastas enfrentan grandes dificultades para distribuir sus obras. La competencia abrumadora de las superproducciones estadounidenses que inundan el mercado no favorece la distribución y exhibición de muchas de las películas mexicanas.
Debido a que es difícil competir con estas superproducciones, muchos cineastas mexicanos siguen recurriendo a fórmulas trilladas (comedia romántica) de entretenimiento para durar en taquilla. Pero existe otro caso de un grupo de jóvenes cineastas que dan la espalda al cine comercial y aceptan el desafío actual de producir cine con propuestas diferentes.
El gran éxito de «Los 3 amigos»
Muchas publicaciones nacionales y extranjeras sugieren un renacimiento del cine mexicano atribuido principalmente a películas que no se producen dentro del país.
Los directores Alfonso Cuarón (Roma), Alejandro González Iñárritu (El renacido) y Guillermo del Toro (La Forma del Agua) han logrado consolidarse gracias a grandes películas que, no obstante, difícilmente pueden considerarse como producciones mexicanas. Una excepción podría ser Cuarón quien, cobijado por Netflix, sorprendió al mundo cuando regresó a producir en su país natal, ganando premios internacionales y la admiración de viejos y jóvenes.
Muchas des estas producciones creadas por mexicanos en Hollywood han ayudado a romper las líneas entre películas independientes y películas comerciales, ya que las mismas películas que triunfaron en los Óscar también triunfaron previamente en festivales de cine independiente (Venecia, San Sebastián, Berlín, etc…).
¿Y las nuevas generaciones?
Recién salidos de las escuelas de cine, después de hacer su primera película, sólo unos cuantos privilegiados logran llegar al segundo largometraje.
Muchas de las películas más aclamadas por la crítica en México y Festivales Internacionales se han producido en condiciones muy difíciles, a veces a través de cooperativas, gracias al formato digital barato, con actores poco profesionales y sin mucha esperanza de compensación económica. El cine mexicano independiente tiene la misma experiencia: está mal distribuido y, cuando finalmente llega a cartelera, permanece escasamente un fin de semana, en horarios poco atractivos o en cines independientes.
Las mejores películas independientes sobreviven para unos pocos espectadores interesados, casi sin publicidad, vencidos por la competencia de las producciones norteamericanas que ocupan más del 90% de las pantallas del país.
No todo está perdido
Una nueva generación de cineastas elige trabajar en México y hacer películas probando formas innovadoras de producción y distribución alternativas. Utiliza Festivales Internacionales para ganar la visibilidad que se le niega localmente, y cuando un director gana reputación en el extranjero, llama la atención de instituciones oficiales que lo ayudan para producir la próxima película.
El cine producido en México ofrece una variedad de temas y propuestas artísticas cada vez más buenas. Explora el documental y la ficción de una manera mucho más creativa que hace diez o veinte años, a pesar de la falta de medios, materiales y de las dificultades en la distribución. En ficción tenemos a directores como Amat Escalante (Heli), Alonso Ruizpalacios (Güeros) y Michel Franco (Las hijas de Abril), quienes encabezan una generación de directores interesados en hacer historias originales y alejadas de las comedias románticas
En cuanto a documentales los temas que predominan son el narcotráfico, la injusticia, y la violencia e inseguridad en el país. No podemos dejar de mencionar 3 de las obras más representativas de los últimos años: La Libertad del Diablo (2017), de Everardo González y Diego Enrique Osorno, Tempestad de Tatina Huezo (2016) y Hasta los Dientes (2018) de Alberto Arnaut.
No obstante, siguen faltando estrategias para superar la brecha entre las películas premiadas y el público. Por ejemplo, La jaula de oro, premiada en Cannes, sólo se pudo ver en algunas pantallas de México en 2014.
Por todo esto, un día como el 15 de agosto en que se celebra al cine mexicano vale la pena preguntarnos qué películas de nuestro país estamos decidiendo ver. En las y los espectadores está también la responsabilidad de hacer que la industria nacional se diversifique y adquiera más fuerza. Te invitamos a que busques los distintos canales (Netflix, FilminLatino…) que este fin de semana pondrán a tu disposición buena parte de estas películas que son difíciles de encontrar en carteleras.
Cuéntenos, cinéfilas y cinéfilos, ¿ustedes qué cine mexicano prefieren ver?