Chicuarotes: lo bueno y lo malo

La realidad de un país bajo la mirada de Gael García Bernal

Gael García Bernal es uno de los actores más reconocidos por películas como Y tu mamá también, Amores perros, Babel, Mozart in the Jungle o Rudo y Cursi. Comenzó su carrera de director en el 2007 con Déficit, luego dirigió siete cortometrajes y dos episodios de televisión (incuido uno de Mozart In The Jungle, que protagonizó). 12 años después de su debut como director, regresa con Chicuarotes.

La película es protagonizada por  Benny Emmanuel (De la infancia),  Gabriel Carvajal,  Leidi Gutierrez (Las elegidas), Dolores Heredia (Capadocia), Enoc Leaño (Roma) y Daniel Giménez Cacho (Arráncame la vida).

Los «chicuarotes» son los habitantes de San Gregorio Atlapulco, un barrio de la Ciudad de México. En particular, la palabra se refiere a Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal), dos jóvenes vistos por primera vez en la película como payasos en un autobús de la ciudad. Chicuarotes se centra en la búsqeuda de ambos de una ruta rápida hacia el éxito por el medio que sea necesario. 

Las cosas se vuelven mucho menos divertidas cuando el dúo desesperado secuestra al joven hijo del carnicero, quien decide  reclutar a Chillamil (Daniel Giménez Cacho), que acaba de salir de la cárcel. Con esta acción, ellos se darán cuenta del grave error que cometieron y del que posiblemente no tendrán cómo escapar.

 


Lo malo 

Los momentos decisivos de los chicuarotes dejan un sabor amargo, pues se notan inconclusos. Si bien la película se propone dar el control a la pareja de jóvenes, carece de credibilidad en la forma en que presenta la idea de que los adolescentes pueden aprender de sus errores.

Hay un momento bien hecho en el intento de Cagalero por entregar una nota de rescate en la carnicería, pero el episodio de secuestro se siente inconcluso y todo culmina en un incómodo e incongruente intento de violación. 

Mientras tanto, la trama secundaria que presenta al abusivo Baturro (Enoc Leaño) no es explicada a profundidad, sólo se ocupa para contar la violencia de género y dar un contexto sobre la realidad del personaje principal. 

 


Lo bueno 

Cagalera y Moloteco son mejores amigos de hogares de clase baja que quieren salir y enriquecerse. La premisa simple ofrece mucho potencial, pero la historia que se desarrolla impide que generes empatía con los personajes. Esto puede ser intencional, para que el espectador no los catalogue de buenos o malos, y sólo se centre en la desesperada situación de los jóvenes. 

Hay momentos que funcionan, entre ellos la apertura de la escena del autobús. Ésa fue una buena forma de llamar la atención del espectador, además de que presentó la problemática de  los personajes principales en pocos minutos. 

Hay energía e ingenio en la interacción de los protagonistas Emmanuel y Carbajal. En sus escenas hay buena química y se transmite fuera de la pantalla. La desesperación de Cagalera es melancólica, refleja la realidad de muchos jóvenes del país que no ven esperanza, pues las oportunidades cada vez son menos. Pero, por otra parte, está el punto de vista del barrio que está desesperado por los robos y que está dispuesto a  hacer justicia por su propia mano. 

El trabajo de Bernal es bueno dirigiendo a los personajes principales, su personalidad está muy bien desarrollada y  los movimientos de cámara generan que el espectador se pueda sentir cerca de los actores y de las situaciones estresantes por las que están pasando.

La película refleja el  México en el que vivimos: rudo y cruel. El final de la película es silencioso y reflexivo. Es una crítica social potente sobre los muchos jóvenes que no ven ninguna salida. Aunque la conclusión de Chicuarotes refleja que la delincuencia no es la mejor opción, y la presenta como una ruta fácil que se desvanece rápido.   

 


Cinéfilo, ¿ya viste Chicuarotes?
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