El 26 de mayo de 1897 se publicó por primera vez Drácula de Bram Stoker y el mundo no volvió a ser igual. La figura del vampiro es uno de los íconos más reconocidos en la historia y, por lo mismo, tiene una capacidad sorprendente para representar y discutir temas complejos. Su versatilidad y dinamismo eluden todos los mecanismos de censura y rechazo de una época determinada, por lo que sus símbolos ayudan a entender mejor diferentes facetas del ser humano.
Por eso, te presentamos aquí algunas películas de vampiros que debes ver para entender mejor el género.
El vampiro y la sensualidad
La sexualidad es uno de los temas por excelencia que caracteriza a los vampiros. Desde 1931, cuando Béla Lugosi apareció por primera vez como Drácula, el vampiro se convirtió en la personificación del deseo y muchas de las historias vampíricas se esfuerzan en mostrar la difícil relación que tiene el libido con el recato y los tabúes sociales.
Francis Ford Coppola intentó explorar eso de una forma más directa con Drácula de Bram Stoker (1992), en donde la estética de los personajes y su ambiente nos muestran que el miedo que profesan los vampiros no viene sólo de la idea de un extraño invadiendo nuestro hogar, sino de su sensualidad y confianza. Un extraño que es tan misterioso como atractivo, y que nos seduce al punto de cuestionar nuestras creencias, puede llegar a ser muy peligroso.
El vampiro y la homosexualidad
Como el vampiro al final del día no es un ser humano, puede explorar las partes más controvertidas de la sociedad, como la homosexualidad. Entrevista con el vampiro (1994) exploró las dificultades y los cambios en la relación de dos hombres a través del tiempo. Puede que lo escondan debajo de una fachada de ansiedad existencial por su inmortalidad, pero hay momentos entre Brad Pitt y Tom Cruise que despliegan un erotismo y una química innegable.
Lo mismo pasa con La Hija de Drácula (1936), que contó la relación entre dos mujeres: una vampira (Gloria Holden) y la humana Janet (Marguerite Churchil). A pesar de que el personaje de Holden muestra también interés romántico por un hombre, la química y las interacciones que tiene con Janet son claramente una muestra del miedo y la curiosidad de experimentar un amor prohibido.
El vampiro como declaración política
Una chica vuelve a casa sola de noche (2014) causó revuelo por ser la primera película iraní de vampiros, por estar dirigida por una mujer y por tener un mensaje político muy fuerte. Ana Lily Amirpour sitúa su historia en el Irán pre-revolucionario, donde una extraña chica usando un burka asesina hombres crueles y abusivos. Los mensajes en contra de la sociedad patriarcal, el abuso de poder y los derechos de las mujeres son claros e incómodos, y la presencia vampiresca de su protagonista es lo que le ayuda a ser todavía más punzante.
Su fuerza e intensidad la convierten en una de las películas de vampiros indispensables para entender el potencial que tienen para contar una historia complicada y profunda.
Blácula (1972) tiene de todo para ser una burla, pero dentro de esa irreverencia es de las mejores películas de terror para entender la lucha interracial en Estados Unido (tiembla, ¡Get Out!). La historia se centra en Mamuwalde, un esclavo que intenta armar un movimiento revolucionario, pero termina convertido en vampiro y encerrado en un ataúd.
Los caminos de la vida lo llevan a los años 70, en donde se enfrenta con varios símbolos de autoridad blancos, quienes lo persiguen simplemente porque afecta el status quo y pone en duda la supremacía blanca en la sociedad.
Los vampiros y la guerra
Un año después de que terminó la Guerra de Vietnam llegó Deathdream (1974), una historia sobre un muchacho que es asesinado durante la guerra pero que misteriosamente regresa convertido en un vampiro ansioso de sangre humana. La historia intenta explorar lo difícil que es regresar a casa después de haber experimentado los traumas de la guerra, cuando un soldado llega vacío de emociones y no encuentra cabida en la sociedad de la que alguna vez formó parte.
Esta es otra película de vampiros que definitivamente intenta explorar los rincones más complicados de la vida humana, y nadie debería perdérsela.
Los vampiros y la adolescencia
Twilight (2008) tiene a toda la cultura pop en contra, pero gracias a Edward Cullen (Robert Pattinson) engloba perfecto lo que es un vampiro: un ser atormentado y atractivo, pero sumamente letal. Desde luego que en algún momento de la historia del cine se iba a contar una historia de amor con un vampiro, porque está claro que ellos pueden ser los bad boys de cualquier drama adolescente.
The Lost Boys (1987), por fortuna, hizo un mejor trabajo que Twilight al utilizar a los vampiros como analogía de lo difícil que es la adolescencia. En esta historia ochentera situada en California se preocuparon por explorar las consecuencias de abandonar a los jóvenes a su suerte, sin oportunidades, sin futuro y con unas ansias terribles de pertenencia.
Estos muchachos son hermosos, pero también están malditos. Además, su obsesión por tener una identidad no sólo es molesta, también es peligrosa.
Los vampiros de Taika Waititi
Taika Waititi lanzó en 2014 What We Do In The Shadows, una de las mejores películas del género. No sólo analizó de manera divertida cómo sería si los vampiros existieran en la vida real, sino que criticó y puso en perspectiva cada uno de los clichés que conocemos de las películas del género.
La realidad es que, si existieran los vampiros como los conocemos, no sería épico sino ridículo. Y por eso Waititi nos dejó ver un mockumentary muy bien investigado que nos hace reír mientras nos ayuda a entender mejor la versatilidad y lo cambiante que con los vampiros en la cultura pop. Además, contesta todas las preguntas que uno puede llegar a tener sobre la vida vampírica.
En suma, podemos decir que la fuerza que tiene el mito del vampiro para cambiar, actualizarse y mutar dependiendo de los tiempos y los temas, hace de estos seres una de las mejores herramientas cinematográficas para explorar los aspectos más intrincados de la vida humana.