Cafarnaúm: La ciudad olvidada

Un lugar donde los niños deben madurar rápido y los adultos tratan de justificar su comportamiento inmaduro.

“Quiero demandar a mis padres por traerme al mundo”. Ésta es la frase con la que Cafarnaúm: La ciudad olvidada, nos presenta a sus protagonistas y la problemática a resolver.

Y no hay que relacionarla con notas de titulares semejantes, porque esta película no tiene nada de ridículo. Por el contrario, quiere mostrarnos la cruda realidad que llevaría a un niño a enfrentar semejante situación. En el recorrido, será difícil que el espectador no termine poniéndose de su lado.

Bienvenidos a la ciudad olvidada

Zain (Zain Al Rafeea) es un niño de unos 12 años. Sus padres no lo saben con exactitud, pues nunca se molestaron en registrarlo. Pronto nos enteramos que, tanto a él como sus hermanas, solo son vistos como un medio para traer dinero a la casa: ya sea trabajando en la calle, o ayudando a disolver drogas en la ropa que le llevan a un pariente en la cárcel.

Esa vida ha hecho de Zain un niño duro, grosero, y que sonríe poco. Aun así, cuida con un cariño sincero a sus hermanas. Pasado el tiempo, una de ellas, Sahar (Haita Izzam), tendrá su primera menstruación, y sus padres decidirán casarla para recibir un pago de varias gallinas a cambio.

Al no poder hacer nada por ella, Zain huye de su hogar. Así conoce a Rahil (Yordanos Shiferaw), una joven mujer inmigrante, y a su bebé Yonas (Boluwatife Treasure Bankole). Ella intentará ayudarlo, pero un día ya no podrá regresar a casa.

Una vez solos, Zain deberá actuar como adulto de nueva cuenta y enfrentar el pasado que todavía le tiene varias sorpresas desagradables por descubrir.

Juzguen ustedes mismos

El desarrollo del personaje de Zain es muy completo. Lo vemos pasando dificultad tras dificultad, y aunque demuestra un gran ingenio, llega a un punto en el que debe rendirse. Es ahí donde recordamos que es sólo un niño que deberá decidir entre lo que es correcto y lo que no.

No hay escena donde el joven actor no destaque, a excepción quizás de cuando está con el pequeño Yonas, la otra gran estrella de la cinta. Ésta es sin duda la mejor actuación de un bebé que verán en pantalla. La relación entre ambos es tan dulce como trágica. Zain demuestra toda su madurez al enfocarse en proteger al pequeño y casi se olvida de él mismo.

La directora Nadine Labaki sabe exprimir el carisma de sus dos protagonistas, quienes llevan el peso de prácticamente toda la película. Asimismo, la cámara se adapta al movimiento y el punto de vista de Zain en la mayoría de las veces, decisión acertada al retratar un lugar tan caótico como Cafarnaúm.

También hay que recalcar que la película no intenta ser moralina respecto a lo que cuenta, lo cual podría ser muy fácil. Aunque es con Zain con quien más empatía desarrollamos, los padres también tienen su oportunidad de contar el por qué de sus decisiones.

El espectador tiene total libertad de decidir a quiénes considera culpables de tan desafortunada situación, ya que ni siquiera el final deja respuestas claras sobre los personajes.

Pero eso no hace a esta cinta una pérdida de tiempo. Cafarnaúm: La ciudad perdida es una cinta llena de emociones pero no de juicios. Su guión y sus actuaciones la hacen una digna competidora del Óscar a Mejor Película Extranjera. ¿Podrá ganarle a Roma?


Cinéfilos, ¿les gustan este tipo de cintas? Espero que le den una oportunidad y nos dejen su opinión en los comentarios.