El cine de Bong Joon-ho conquistó al mundo entero a través de filmes que combinan entretenimiento y una punzante crítica social. ¿Cuáles son sus mejores películas?
Sin duda Bong Joon-ho es el máximo exponente del cine surcoreano en la actualidad, sus filmes son uno de los pocos ejemplos capaces de encantar y unir a a dos mundos que parecían estar en constante guerra: la crítica cinematográfica y las personas espectadoras ocasionales, pues su filmografía representa el justo medio entre una visión autoral que disecciona las estructuras sociales y los comportamientos de la mismas, a través de atractivos relatos en todo lo que confiere a su concepción y desarrollo técnico/ narrativo.
Así que, como excusa de su cumpleaños número 51, repasemos las cinco mejores películas del director surcoreano.
5.- Barking Dogs Never Bite
Diversas historias de personajes pertenecientes a la clase media/baja convergen tras el asesinato de varios canes. Se trata de la ópera prima del realizador y se nota, su ritmo en el montaje y guión intentan emular la libertad del jazz que acompaña de fondo, entregando un resultado irregular que se pierde y encuentra entre la comedia negra, el drama y thriller.
El largometraje no sólo es un atisbo al estilo narrativo que caracterizará su obra en lo técnico, sino también en lo temático. Joon-ho elabora un retrato del sentir de los grupos menos privilegiados, quienes entregan su vida a trabajos que apenas les permiten sobrevivir, y contrastan con sus deseos de ascender en una escala social que les permita acceder al éxito, fama y riqueza reflejada en la televisión.
La figura del acompañante perruno evoca dos dualidades: tanto aquella donde se descarga el desencanto ante las desigualdades, como el único resquicio de alegría ante un mundo donde la tragedia es estacionaria y la única manera de escapar de la misma, es participar en sus redes corruptas.
4.- Memories of Murder
En el lapso que conforma la segunda mitad de los 80’s e inicios de los 90’s, la pequeña comunidad de Hwaseong en Corea del Sur se enfrentó a unos de los episodios más oscuros en su historia: un asesino en serie violó y terminó con la vida de diez mujeres. No hubo ningún sentenciado al respecto y hasta apenas el año pasado se dieron algunos indicios de quien podría ser el culpable.
Dicho caso real, dio lugar en 2003 a la cinta en cuestión y colocó el nombre de Bong Joon – ho en el radar de la industria cinematográfica, pues construyó un thriller convencional pero redondo.
Los elementos clásicos del género están presentes: detectives contrarios que tienen que dejar sus diferencias a un costado y unir fuerzas para atrapar al asesino, una narrativa lineal con la que vamos descubriendo juntos a sus personajes los avances en la investigación.
Además de tensas secuencias construidas a partir de los silencios y seguidas por intensas persecuciones, sumadas a un desenlace en que los protagonistas se enfrentan al responsable de los crímenes, donde se debaten sobre si tomar justicia por su propia mano o no. Componentes a los que debemos añadir el excelente trabajo de film blocking, donde el caos controlado hace de cada encuadre una bella narrativa visual.
Su escena final y la anécdota de la misma aún me dan escalofríos, pues en una entrevista, el director expuso que construyó la misma en base a la tesis que el asesino siempre vuelve a la escena del crimen, por lo que el último plano de la cinta donde Song Kang-ho mira fijamente a la cámara, era una forma de observar directamente al homicida, quien bajo la anterior idea, podría estar en la misma sala donde se proyectara la película, indetectable para las/os demás, pero descubierto ante los ojos de su protagonista.
3.- Mother
Tras el asesinato de una joven, donde su hijo es señalado como el culpable y por lo tanto es encarcelado, una madre hará todo lo posible para demostrar ¿la inocencia? De su descendiente.
Se trata de un brillante thriller que entreteje su narrativa en base a los detalles, a los cuales si se les pone atención fungen como presagio del trágico desenlace.
Esta trama se ve aderezada con varios giros de tuerca donde constante se ven subvertidas nuestras expectativas sobre sus participantes. Y cuenta con una sublime interpretación de Hye-ja Kim, quien nos regala uno de los bailes más icónicos en la historia del cine.
2.- Snowpiercer
La predecesora espiritual de Parasite se enmarca dentro de la ciencia ficción bajo la tesis atribuida a Fredric Jameson y Slavoj Zizek, en donde se estipula que “(…) es más fácil imaginarse el final del mundo, que el final del capitalismo.”
Así tras un desastre ecológico provocado por los humanos, donde las únicas personas sobrevivientes se encuentran en un tren que funge como analogía del capitalismo, nos embarcamos en una revolución del proletariado contra el orden sistemático que justifica las desigualdades.
Escoltado de un gran cast que incluye nombres como la siempre maravillosa Tilda Swinton, Chris Evans, Octavia Spencer o Ian McKellen; el director surcoreano y su fotógrafo fetiche: Hong Kyung-pyo, filman en pequeños espacios, abarrotados de simbolismos que transitan entre la guerra y paz.
Su final esperanzador siempre me conmueve, pues así como existe vida fuera del tren, quizá también la haya fuera de los vicios sistemáticos … O quizá no.
1.- Parasite
Si posterior a la caída del muro de Berlín y la llegada de la posmodernidad, se creía que los grandes relatos habían terminado, Bong Joon-ho nos dice bajo un visión marxista que por lo menos uno sigue vigente: la lucha de clases. Y el culpable de ello es el capitalismo.
Parasite es la exploración cumbre de los temas que inquietan a su realizador: la historia de una familia perteneciente a los barrios menos privilegiados en Corea del Sur, que buscan conseguir trabajo infiltrándose en el hogar de una familia adinerada, es la excusa perfecta para retratar el daño hecho por el capitalismo a las sociedades.
Aunque el hilo temático no sea exactamente particular de los tiempos posmodernos su narrativa si lo es, la cinta transita con soltura hasta en 5 géneros diferentes: desde la inclusión de elementos fantásticos hasta el drama, secuencias dignas de una heist movie que anteceden a un thriller, aderezadas con una mordaz comedia.
Todo, hasta el olor es un tema de clases, y el director construye a través de la cámara y diseño de producción, los elementos simbólicos que muestren la división y desigualdad de oportunidades/acceso a servicios que existen entre ambas familias: la localización geográfica de las casas, una bajo tierra, la otra en la cima de una colina, la oscuridad, desorden y encierro en la primera, en contraste con la luz, el minimalismo y espacio de la segunda.
Mientras Snowpiercer representa una lucha entre clases arquetípica con un líder malvado y un grupo revolucionario que se enfrente con él, Parasite antepone la estructura ante las personas y de este contexto compartido derivan sus viciosas dinámicas: tanto la ignorancia, ingenuidad y falta de empatía de las/os privilegiadas/os, como la constante confrontación entre las/os menos privilegiadas/os por ocupar ese puesto que los acerque al ensoñador ascenso social.
Si el desenlace en Snowpiercer muestra que hay vida más allá del capital, Parasite demuestra que estamos muy lejos de encontrarla, por lo que intentamos engañarnos bajo la dialéctica de la meritocracia. Una vivencia universal que recae en el bienestar y supervivencia propia: creando una narrativa de dudas de pertenencia, anhelo, reveses, desdén, resentimientos y violencia.