Las series de televisión en México están más vivas que nunca y este año ha sido testigo de un auge impresionante en la creación de historias que han conquistado tanto a la audiencia nacional como internacional.
Producciones como Como agua para chocolate, una adaptación esperada de la icónica novela de Laura Esquivel; Tengo que morir todas las noches, un retrato íntimo de la comunidad queer en la Ciudad de México durante los años 80; El secreto en el río, una conmovedora historia sobre identidad y amistad ambientada en el Istmo de Tehuantepec; y Nadie nos va a extrañar, un relato nostálgico y profundo sobre la adolescencia, son ejemplos claros de cómo México tiene mucho que aportar en el entretenimiento.
Es por eso que en este artículo te contamos por qué estas series no solo se destacan como lo mejor del año, sino también conectan con nuestra cultura y las complejidades del presente.
El secreto del río
El secreto del río llegó al catálogo de Netflix a inicios de octubre de 2024, convirtiéndose en un éxito rotundo en la plataforma de streaming gracias a su historia diversa, que aborda temas como el valor de la amistad, los prejuicios, la discriminación, la empatía y mucho más.
La serie narra la vida de Manuel, un niño que es enviado por su madre a vivir con su abuela en el Istmo de Tehuantepec, una región al sureste de Oaxaca, en donde enfrenta el rechazo de su comunidad por ser «diferente». A diferencia de Erik, el hijo del vecino de su abuela, con quien formará una fuerte amistad.
Pero, tras un intento de abuso sexual, la trama da un giro importante cuando Manuel se ve obligado a salir del país. Años después, al regresar al pueblo, descubrimos que ha cumplido su sueño de transición para ser una mujer y ahora es Sicarú.
El regreso de Sicarú desencadena tensiones en la historia, especialmente al reencontrarse con Erik, ya que mientras ella mantiene la ilusión de revivir su amistad, Erik, ahora un adulto influenciado por los prejuicios de su entorno que lucha por aceptar que Manuel es ahora una mujer.
Una de las razones por las que esta serie se ha convertido en una de las favoritas del público, es que, aunque la historia pudo haber tomado un rumbo romántico, se centra en algo mucho más poderoso: la amistad. Puesto que al final, como bien lo expresa la serie, los lazos de amistad a veces suelen ser más importantes que una relación romántica.
Por otro lado, personajes como Solange, Ámbar y Marina representan a la comunidad muxe de Oaxaca, que tiene un papel muy importante en la serie, ya que no solo reflejan la discriminación que enfrentan por vivir su identidad, sino que también son las protectoras de Manuel cuando era un niño.
Por todo esto y más, El secreto del río es una de las series que definitivamente marcaron historia este año en la televisión en México, ya que es difícil encontrar proyectos llenos de tanta diversidad que además están muy bien hechos en todos los aspectos, tanto narrativamente como actoral.
Nadie nos va a extrañar
Nadie nos va a extrañar fue, sin duda, una de las grandes sorpresas de este año, ya que aunque su tráiler y el primer episodio podrían hacer pensar que se trata de una típica historia de adolescentes en la secundaria diseñada solo para pasar un rato agradable, en realidad, es mucho más profunda que eso.
La serie está ambientada en la Ciudad de México en 1994, en donde conocemos a Memo (Axel Madrazo), un chico nuevo en la escuela que, a pesar de venir de una familia adinerada, se siente solo en el mundo. Sin embargo, su vida cambia cuando conoce a Tenoch (Virgilio Delgado), Marifer (Camila Calónico), Daniela (Macarena Oz) y Alex (Nicolás Haza), un grupo de estudiantes poco populares que se dedican a traficar tareas y trabajos escolares a cambio de dinero.
A partir de ahí, la serie aborda conflictos clásicos como el amor adolescente, la lucha entre los populares y el bullying. Sin embargo, Nadie nos va a extrañar da un giro interesante al comenzar a explorar temas mucho más serios, que incluso podrían pasar desapercibidos para el espectador/a debido a la manera sutil e inteligente en que están integrados en la narrativa.
Por ejemplo, la trama de Alex, quien comienza a cuestionarse su sexualidad de forma natural, lo que resulta muy identificable para adolescentes e incluso para adultos que hayan atravesado experiencias similares. Por otro lado, la historia de Daniela ofrece lecciones valiosas sobre el amor propio y la importancia de aceptarse a uno mismo.
Sin embargo, lo que realmente hace entrañable a la serie es la historia de Memo, dado que desde el principio, vemos a un personaje empático que intenta integrarse y parecer que lleva una vida perfecta. Pero a medida que avanzan los episodios, la serie deja ver pequeñas señales de que algo no está bien con su salud mental. Este desarrollo sutil ofrece una lección importante sobre la importancia de identificar esos «focos rojos» que pueden salvar vidas.
Por esa razón, mientras los adolescentes pueden conectar con los conflictos que retrata el programa, los adultos pueden revivir su etapa de secundaria y reflexionar sobre cómo los problemas que parecían enormes en aquel entonces no son permanentes. Al final, Nadie nos va a extrañar nos recuerda que todo tiene un fin, y que incluso las épocas más complicadas de la vida pueden superarse.
Tengo que morir todas las noches
Tengo que morir todas las noches es una serie creada por el reconocido director mexicano Ernesto Contreras, basada en el libro homónimo del escritor Guillermo Osorno. Esta producción de ocho episodios está ambientada en la Ciudad de México durante la década de los ochenta, en un contexto marcado por el inicio de la pandemia del VIH y la forma en que se vivía la diversidad en nuestro país en ese entonces.
La trama sigue la historia de Memo (José Antonio Toledano), un joven que llega a la Ciudad de México para estudiar periodismo en la UNAM. A lo largo de su viaje, el protagonista descubrirá sus verdaderas preferencias sexuales, enfrentándose a las agresiones y prejuicios que sufría la comunidad gay en aquellos años.
En este difícil camino, su salvación serán sus amigos y el famoso bar El Nueve, un refugio para la comunidad queer, lleno de amor, diversidad y libertad en donde conoce a otros personajes importantes como Gloria, una representante artística abiertamente lesbiana que tiene una relación en secreto con una joven aspirante a cantante.
Por otro lado, conocemos a Carlo, uno de los dueños del bar, quien lleva una doble vida: de día, es un padre de familia ejemplar, y de noche, dirige el bar junto a Artie, su pareja gay de toda la vida.
Si bien ya existen series internacionales que abordan la pandemia del VIH, como Pose o It’s a Sin, esta producción mexicana ofrece una perspectiva única al explorar cómo se vivieron esas luchas en nuestro país. Además, vemos como los espacios que se abrieron para resistir, se convirtieron en un refugio para muchas personas en busca de aceptación y libertad.
Como agua para chocolate
Como agua para chocolate está basada en la célebre novela de Laura Esquivel, publicada en 1989. La historia narra el amor imposible entre Tita De la Garza y Pedro Muzquiz, dos jóvenes que no pueden estar juntos debido a las estrictas tradiciones de la familia De la Garza, que dicen que la hija menor debe permanecer soltera para cuidar de su madre hasta su muerte.
Esta regla condena a Tita y Pedro a vivir su amor en silencio, mientras ven pasar sus vidas y las de quienes los rodean, aferrándose a la esperanza de que algún día puedan estar juntos libremente.
La obra de Esquivel ya había sido adaptada al cine con gran éxito en 1992, dando lugar a una de las películas más emblemáticas del cine mexicano que obtuvo nominaciones en importantes premios internacionales como los Globos de Oro, los BAFTA y los Goya, además de arrasar en México con 10 premios Ariel.
Esta destacada trayectoria generó altas expectativas para la serie y, si bien algunos consideran que es difícil superar la película o el libro, no es necesario comparar estas tres versiones, ya que la serie, por sí misma, cumple con en varios aspectos, destacando especialmente por su impresionante diseño de producción y su cuidada dirección.
Además, las actuaciones de Azul Guaita y Andrés Baida como los protagonistas son un punto fuerte, dado que su química en pantalla logra envolver al público en la historia, haciéndonos querer seguir viéndola episodio tras episodio. Sin embargo, una decisión controversial fue que MAX optó por dividir la serie en dos partes, dejando el desenlace pendiente hasta el próximo año.