Los estudios Aardman siempre han tenido altos estándares visuales, pero la introducción de El cavernícola es su obra maestra. Un meteorito cae en una tierra llena de volcanes y grietas. En esta desolación luchan un par de dinosaurios (que se mueven al estilo Harryhausen) y una horda de cavernícolas. Las miniaturas están organizadas en capas y hay una sensación de profundidad y artesanía.
Suena a la típica película sobre el cruento mundo prehistórico, pero no es así. Es todo una excusa para hacer gags. El meteorito cae exactamente sobre los dos dinosaurios, que al parecer eran los últimos que quedaban de todos modos. Luego nuestros ancestros toman el «núcleo» del meteorito, pequeño y con un patrón hexagonal. Pero no es el monolito de 2001: es una pelota de soccer incandescente, y al estar pateándola inventan el juego. Aquí es donde El cavernícola se convierte en tu típica película de deportes.
Y quizá para bien, porque todos estos chistes visuales sin un hilo conector podrían haber sido muy cansados. El humor británico de Aardman siempre es bienvenido en la animación infantil. Es una sensibilidad más cruel que el típico chiste de Disney. Aquí cavernícolas son aplastados y animalitos tiernos caen por barrancas, todo por una risa. La empatía no importa, la física no importa, la lógica no importa.
En inglés es aún mejor, pues los dobles sentidos en son también tan bobos que funcionan. En una escena, un personaje le ofrece a otro un tazón de «sopa primitiva»: el caldo tiene ojos. Si te ríes con eso, felicidades, eres un ñoño.
Pero sobre todo, se nota que la película está hecha con amor al fútbol. La historia arranca miles de años después de la secuencia inicial, con una tribu de cazadores de conejos. Ahí viven nuestro héroe, el despistado Dug (Eddie Redmayne), con una relación cercana con el viejo líder, Bobnar (Timothy Spall). Todo es risas y diversión hasta que llegan las tropas de Lord Nooth (Tom Hiddleston) a minar su valle. Su pueblo está en la Edad de Bronce*.
De ahí, las cosas se desarrollan exactamente como te imaginas. El héroe reta al régimen y apuesta por el futuro del valle. Ahora su tribu tendrá que jugar soccer contra los mejores. Al principio apestan, luego hay un montaje de su práctica con la ayuda de Goona (Maisie Williams).
El partido de soccer del clímax es tan exagerado como esperas. El villano, el típico burgués fanfarrón (interpretado con mucha gracia por Hiddleston), recibe su merecido. En una película llena de tontos, el único castigado es el tonto abusivo. Como debe ser.
No es una película infantil que ofrezca nada sustancioso. Pero su trama predecible salva a las bromas de aburrir y viceversa. Lo que importa aquí no es el qué sino el como. Si crees que te la pasarías bien con lo que he descrito, adelante.
*Hey, sé que esto no es científicamente exacto, pero al menos las eras geológicas están en el orden correcto. Es más de lo que podemos esperar de una película de La era de hielo.