Llegó como un rayo que resonó en un trueno de visiones diversas. De repente, una luz cegadora; así fue Ana y Bruno. La principal pregunta fue ¿Infantilización de temas fuertes o adulteración de una película infantil?, y no se detuvo ahí.
¿En qué otra cosa chocó Ana y Bruno? El juego de lo absurdo. Una cinta que juega con lo ilógico; que se da el lujo de romper sus propias reglas y además, parece caer en los diálogos obvios. Una cinta que choca ¿pero, saben? Algunos choques son bonitos…
Hablemos de caricaturas…
Llamamos “caricatura” a todo personaje cuyas características físicas y conductuales sean exageradas, con el fin de hacer sátira para criticar algo; como en los cartones periodísticos, o a veces, para llamar la atención. Sí, el clásico dibujo animado infantil es por lo general caricaturesco, absurdo, exagerado, todo esto con el fin de mantener la atención de los pequeños.
Acá viene lo peculiar: Además de hacerse con fines caricaturescos, Ana y Bruno utiliza lo absurdo para hacer crítica. Me explico: una elefanta torpe y rosa usado como constante chiste de pastelazo. Aquí viene la otra: una elefanta torpe y rosa que representa un trastorno de posesión y dependencia.
Así es, mediante un personaje que saca de quicio al espectador, se representa la realidad de un trastorno mental. Claro que el personaje incomoda, enfada, harta, ….porque la intención es transmitir el ambiente emocional de estas problemáticas. Yo digo, punto a su favor.
Que Carlos Carrera decidiera plantear este doble juego de caricatura es admirable, que se atreviera a salir un poco de lo literal resulta satisfactorio para el espectador. ¿Incómodo? sí, ¿Contrastante? También, pero bien intencionado.
¿Una intención del director?
Es curioso. No importa lo fantástico que resulte el concepto de una historia, mientras tenga reglas establecidas es fácil que uno lo crea. Pero eso sí, cuando un mundo rompe las normas que estableció, se siente como una estafa. Ana y Bruno lo hace, y se queda en un limbo donde una posible intención sería el cielo, y un descuido, el infierno.
¿Fanny, por qué piensas en una posible intención? Bueno, el contexto me está guiñando el ojo. La temática de enfermedades mentales suele encajar perfecto con lo absurdo. La cinta está tan bien pensada en otros aspectos, que no podría consentir el rompimiento de esas reglas más que como una herramienta para internar al espectador todavía más en ese mundo. Más que un ambiente sin sentido, la cinta transmite la sensación de descontrol; de una realidad ilógica que la mente no puede controlar; un elemento que acompañado de la estética y la temática de la película resulta acertadamente perturbador.
Algunos choques son bonitos…
No se trata de justificar todo con una posible intención, pero no cabe duda que este tipo de rompimientos favorecen a la trama y a la temática. Ana y Bruno habla del dolor, la enfermedad y la muerte desde una visión humana, o sea, desde una visión de vulnerabilidad y descontrol. La madre, el padre, el doctor, todo el mundo se pierde a sí mismo en esta cinta. Entonces, ¿por qué considerar estos contrastes como un error narrativo? Si en el cine, nada es un descuido.
¡No te pierdas esta joyita de la animación mexicana!