Aunque sus cintas de Thor dividen las opiniones entre fans, es claro que Taika Waititi se ha vuelto una de las figuras más influyentes e importantes en la industria.
El estreno de Thor: Love and Thunder nuevamente sacudió al mundo de Hollywood, consiguiéndole a Marvel Studios su más reciente blockbuster garantizado logrando recaudar más de $302 millones de dólares en su primer fin de semana en cartelera.
Y aunque las opiniones de los fans referentes tanto a esta entrega como a la pasada, Thor: Ragnarok, dividen al mundo entre quienes la aman y quienes las odian, una cosa es innegable: Taika Waititi tomó la franquicia del dios del trueno, la cual era considerada como la más débil del MCU en su momento y la revitalizó de una manera en la que el público ha respondido mucho más, logrando convertirlo en uno de las más populares e importantes del estudio.
Y esto es tan solo uno de los ejemplos que demuestran como Taika Waititi ha tomado la industria por sorpresa y se ha vuelto una de sus estrellas más importantes.
Los humildes inicios
El actor, comediante y cineasta neozelandés inició su carrera en su tierra natal, donde se abrió camino con comedias independientes, particularmente en el subgénero coming-of-age, que reflejaban su peculiar sentido del humor y sensibilidades que reflejaban sus propias experiencias durante su juventud tales como sus primeras cintas Eagle vs Shark y Boy.
Dentro de este estilo, el mayor logro durante de la carrera de Waititi fue su nominación al Oscar a Mejor Cortometraje en la entrega del 2005 por su corto Two Cars, One Night, que demostraba la rivalidad entre dos niños de primaria se convirtió en una amistad (algo que se volvería un tema recurrente dentro de su filmografía).
Un elemento clave durante los inicios de Waititi, fueron sus constantes colaboraciones con sus amigos (y compatriotas kiwis) como Jemaine Clement, Bret McKenzie, Rhys Darby, entre otros. La colaboración y humor compartido entre el grupo llevó a la creación de series de televisión dirigidas por Taika como Flight of the Conchords, una narrativa ficticia cómica de la banda del mismo nombre integrada por McKenzie y Clement.
El salto a Hollywood
El particular exito de Conchords en HBO, llevó a la colaboración considerada el elemento clave para que el éxito del dúo y de Taika Waititi como director cruzará fronteras y les abriera las puertas necesarias para triunfar en Hollywood de igual manera, con la comedia de vampiros estilo falso-documental What We Do in the Shadows.
Aunque la película no fue ningún fenómeno mundial, aunque su recaudación de $7.3 millones de dólares globales contra un presupuesto de apenas $1.6 millones ciertamente fue considerada un éxito financiero, fue recibida con entusiasmo como una de las mejores comedias de la década. Y este éxito lo llevó a realizar una cinta más en su natal Nueva Zelanda, Hunt for the Wilder People.
De manera similar, la película fue considerada por muchos críticos como una de las mejores cintas del año, fue la primera cinta en la carrera de Waititi en conseguir un estreno masivo en Estados Unidos, recaudando $23 millones de dólares contra un presupuesto de apenas $2.5 millones, catapultó la carrera de Julian Dennison (a quien después veríamos en Deadpool 2 y Godzilla vs Kong) y fue lo que puso al cineasta en la mira de Disney y Marvel para la dirección de la tercera cinta de Thor.
Cómo reconstruir a un Dios
Con Thor: Ragnarok, su primera cinta realizada con no solo uno de los estudios más grandes sino la maquinaria más grande de la industria actualmente, Taika Waititi demostró que su estilo es más poderoso que cualquier mandato de estudio.
Aunque Ragnarok ciertamente cae dentro de lo esperado de una película de Marvel, al igual que más recientemente con Love and Thunder, también es una de las pocas entregas de su universo cinematográfico que logra sentirse como un producto que solamente pudo haber salido del director que estaba detrás de la cámara y nadie más. Con sus colores vibrantes, su estilo de humor que mezcla chistes infantiles de pastelazo, así como también un humor ácido y escatológico, y elementos que celebran la ridiculez de los conceptos que está manejando.
El personaje y la franquicia de Thor se encontraba en aprietos, ya que el tono Shakespeariano y trágico lo hacía sentirse cansado y hasta aburrido, por lo que de acuerdo al mismo Waititi, el punto de su visión y tono para el personaje era el traer a este dios nórdico a un lugar que fuera más interesante para la audiencia, así como también poder conectar con él de una manera más humana.
Estilo de la mano con sustancia
Taika Waititi ya había demostrado ser un favorito en el ámbito independiente de la industria y con su salto a aguas más comerciales con la franquicia de Thor, demostró enorme éxito ahí también. Y no solo eso, sino que con Jojo Rabbit, cinta que fue una de las grandes favoritas en la temporada de premios del 2019 y le consiguió a Waititi su primera victoria en los Oscars, mostró que aún está conectado con sus raíces de autor independiente.
Y su regreso a la televisión, siendo parte de la producción de la serie spin-off de What We Do in the Shadows y el reciente fenómeno de HBO Max Our Flag Means Death, Waititi ha demostrado ser un imán para éxito tanto en la pantalla chica como en la grande, así como también delante como detrás de la cámara, causando que todos los grandes estudios y estrellas del calibre de Christian Bale, Russell Crowe, Michael Fassbender, Elisabeth Moss, entre muchas más, busquen trabajar con él sin importar cuál sea el proyecto.
El estilo, tanto como director, actor y guionista, de Taika Waititi podría muy facilmente caer en el exceso y servir como un claro ejemplo del síndrome de estilo sobre sustancia, sin embargo, parte de lo que lo ha hecho una historia de éxito tan masiva como lo es actualmente, se debe a que en su interior aún hay mucho de trasfondo y subtexto detrás de las historias que decide contar con tanto humor.
Desde el análisis al odio y prejuicio presente en Jojo Rabbit, los análisis de la sexualidad y la masculinidad en Our Flag Means Death y What We Do in the Shadows, e incluso sus cintas de Thor hablan mucho acerca de la naturaleza de los héroes, la religión, las monarquías y hasta el comercialismo, demostrando que el humor bobo y la profundidad artística no siempre tienen que ser mutuamente exclusivos.