Knives Out tendrá dos secuelas que se estrenarán en Netflix, pero ¿qué fue lo que nos gustó de la primera película?
Desde su estreno en el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2019, Knives Out: película que sigue la investigación de Benoit Blanc (Daniel Craig) sobre la muerte de un anciano escritor de novelas policíacas, obtuvo elogios por parte de la crítica cinematográfica y la audiencia, quienes quedaron encantados/as por el ingenioso guión, la dirección de Rian Johnson y las actuaciones de un cast de lujo que incluía nombres como Ana de Armas, Chris Evans, Toni Collette, entre otras/os.
El largometraje recibió un 97% de reseñas positivas en Rotten Tomatoes y obtuvo una recaudación de $309.2 millones de dólares en todo el mundo, recuperando con creces los $40 millones invertidos en su realización.
Tras dicho éxito, el productor del filme: Ram Bergman y Rian Johnson recibieron ofertas de plataformas como Apple TV +, Netflix o Amazon Prime Video, para adquirir los derechos y continuar la franquicia. Y según una exclusiva publicada el 31 de Marzo por Deadline, la líder de streaming: Netflix ha sido la ganadora, otorgando $450 millones de dólares para la realización de una segunda y tercera entrega de este universo, en el que Daniel Craig continuará en su papel como el investigador Benoit Blanc.
Knives Out 2 comenzará a rodarse el 28 de de junio en Grecia, pero mientras tanto intentaremos responder a la pregunta: ¿Qué hace a Knives Out una película especial?
El género Whodunit
Rian Johnson y Ram Bergman fundamentaron la trama de la primer película en el género whodunit, el cual es nombrado de esa manera como el resultado de la contracción de la pregunta inglesa: Who has done it? o Who’s has done it? (¿Quién lo ha hecho?), la cual hace referencia a una trama que se suscita dentro de la novela policiaca, en la cual como el mismo cuestionamiento enuncia, la resolución de un enigma es su principal interés.
En este tipo de novela, la clave se encuentra en que a través de especificaciones detalladas, se forja un puzzle donde todas las personas involucradas son sospechosas de realizar el crimen. La diferencia de este tipo de historias con el thriller, es que el criminal debe de estar presente desde el primer momento, dando a la audiencia margen para descubrirlo.
Para 1929 existía un auge en cuanto a esta clase de novelas se refiere, y al respecto el Monseñor Ronald Knox escribió Los Diez Mandamientos de las novelas detectivescas, los cuales son los siguientes:
I. El criminal ha de aparecer en la trama antes de su resolución: no vale sacarse un culpable de la manga en las últimas páginas de la novela; has de presentarlo antes para que entre en la galería de posibles culpables a ojos del lector/espectador.
II. Todos los agentes sobrenaturales están descartados: tampoco puedes justificar el crimen de tu novela con fantasmas, resurrecciones y demás. De ser así no entraría en el género detectivesco sino en el fantástico.
III. No está permitida la existencia de más de un pasaje o habitación oculta: si vas a recurrir al manido cliché de mover un determinado libro de la estantería para que se abra una puerta escondida, al menos no lo hagas más de una vez en la misma obra.
IV. No pueden usarse venenos o ingenios mecánicos no descubiertos en la fecha de la creación de la novela: de nuevo, entraríamos en el terreno del fantástico.
V. Los asesinos han de tener un motivo para matar: no usaremos a psicópatas que «matan por matar» sino que crearemos una trama alrededor del personaje que le lleva a cometer el crimen.
PD. En la época de Msgr. Knox, uno de los temas mas abusados en las tramas detectivescas era el mecanismo de introducir a un chino u otro personaje extranjero, quien fungía sin ningún motivo como el malhechor o asesino.
VI. El detective no descubrirá pistas por accidente: nada de estar en el momento justo en el lugar preciso. Tu protagonista va desvelando la madeja del misterio con la única ayuda de su inteligencia y resolución detectivesca.
VII. El detective no puede ser el culpable del crimen: si al final vamos a descubrir que nuestro protagonista es el asesino después de seguir sus acciones a la largo de toda una novela se considerará un recurso fácil y tramposo.
VIII. Todas las pistas que el detective descubra serán narradas al lector: no ocultes premeditadamente información que tu protagonista sí conoce.
IX. Consigue a tu protagonista un amigo menos brillante: o lo que es lo mismo, tu Doctor Watson. Él será el encarado de preguntar «en voz alta» las cuestiones que se pueda hacer el lector y que responderá tu inteligente prota.
X. Evita en la medida de lo posible la resolución por hermanos gemelos sorpresa. Es otro recurso barato y tramposo, muy visto.
Esta forma de contar historias se desarrolló en países anglosajones durante la edad de oro de la ficción policial entre 1920- 1940, de aquella época figuran escritoras como Agatha Christie, quien dio vida a más de 66 novelas policiales como Asesinato en el Oriente Express, El Asesinato de Roger Ackroyd y Diez Negritos.
También en esta época podemos encontrar figuras como la de S.S. Van Dine, creador de novelas como Los crímenes del obispo, El crimen de Benson y El asesino fantama.