¿Frankenstein es el fin de una era para Guillermo del Toro?

Guillermo del Toro confesó que después de Frankenstein buscará hacer algo "completamente diferente" con su carrera.

Después de décadas de anhelo creativo y numerosos obstáculos, Guillermo del Toro por fin presenta su esperada versión de Frankenstein. Inspirada en la novela de Mary Shelley de 1818, esta propuesta cinematográfica representa no solo un proyecto largamente acariciado, sino la culminación de una carrera dedicada a lo gótico, lo fantástico, lo monstruoso; un cine que surge de la infancia, de los miedos personales, de los sueños estéticos y de la exigencia por la perfección.

Además, esta espera le dio perspectiva, madurez creativa, y tiempo para reflexionar sobre los temas que siempre lo han acompañado: monstruos, identidad, dolor, creación, empatía. 

Ahora que Frankenstein está al borde de su estreno, del Toro admitió en entrevista para la revista Empire que esta película simboliza algo más que una adaptación: cierra un ciclo en su carrera

A continuación analizamos qué implica ese cierre desde lo que dice la nota, y cómo conecta con su trayectoria y con el contexto de Frankenstein.

Frankenstein

¿Qué significa Frankenstein para Guillermo del Toro?

La nota traducida recoge declaraciones claras de Guillermo del Toro en la edición Wicked: For Good de Empire, donde afirma que Frankenstein simboliza el final de un ciclo artístico: “Si miras la línea, desde Cronos hasta El espinazo del diablo, El laberinto del fauno, La cumbre escarlata y ésta, es una evolución de una cierta estética, de cierto ritmo, de cierta empatía”.

“Es una evolución que tal vez ya alcanzó su apoteosis. Siento que necesito un cambio.

Uno nunca sabe. El día después de mañana tal vez busque hacer Jekyll & Mr Hyde o lo que sea, pero ahora, de verdad me interesa hacer algo muy diferente”.

Guillermo del Toro, Empire

Cronos (1993), El espinazo del diablo (2001), El laberinto del fauno (2006), La forma del agua, La cumbre escarlata, Pinocho, todos estos son hitos de estética gótica, fantasía oscura, monstruos con humanidad, dualidades de creación/destrucción, lo mítico y lo personal entrelazados y que han dotado al cineasta de un estilo muy particular, por lo que habrá que esperar para saber a qué se refiere con hacer algo diferente.

Frankenstein

La gran batalla para llevar a Frankenstein a la pantalla

Del Toro lleva décadas fascinado por Frankenstein. De joven se sintió impactado al ver las versiones clásicas de Boris Karloff, y considera al monstruo de Shelley casi como un “patrón santo”, algo profundamente personal.

Asimismo, también ha comentado que toda su carrera ha sido preparación para esta película: “todo lo que he hecho hasta ahora … ha sido una herramienta para crear esta película”. 

El proyecto enfrentó retos técnicos, narrativos, financieros. Por ejemplo, del Toro rechazó apoyarse demasiado en CGI; prefirió efectos prácticos, diseño artesanal, sets reales, maquillaje físico; todo ello para que la criatura se sienta tangible, que el trabajo humano detrás se perciba.

También negoció estructuras narrativas complejas: pensamientos iniciales de hacer Frankenstein en dos o tres películas, explorando distintos puntos de vista, para luego decidir una película con un “punto bisagra” a mitad para marcar ese cambio de enfoque.

Todo eso hizo que el mismísimo Universal Pictures, la empresa que dio vida al monstruo, rechazara su proyecto por la complejidad y sus altos costos.

En los últimos años, Frankenstein se convirtió en su “dream project” más ambicioso: siempre estuvo presente, pero faltaba el respaldo adecuado y la certeza de poder realizarlo con libertad creativa. Netflix lo apoyó, dándole los medios para hacerlo sin comprometer lo que del Toro considera esencial.

Guillermo del Toro, consciente de que Frankenstein no es solo otra película más, parece que entiende también que es la suma de sus obsesiones estéticas, de sus sueños de monstruos y de narrativa gótica, y es momento de buscar otros intereses.

Pero lo que dice no se trata de abandonar lo que lo hizo distintivo, sino de reconocer que algún privilegio artístico ha madurado, y quizá lo siguiente únicamente sea distinto.

Para los cinéfilos, esto plantea preguntas emocionantes: ¿cómo se verá lo que viene Después de Frankenstein? ¿Será una ruptura total o una evolución sutil? 

Mientras tanto, Frankenstein se perfila no solo como uno de los grandes estrenos del año, sino como un hito en la filmografía de un cineasta que ha hecho de lo monstruoso su lenguaje humano, y de lo gótico su pulso emocional. 

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