En redes sociales criticaron al actor Benny Emmanuel por querer ser Miles Morales, pues el personaje es puertorriqueño, no mexicano.
Benny Emmanuel, el joven actor mexicano que saltó al estrellato por protagonizar el show de Cartoon Network: La CQ, acaba de decir en redes sociales que está muy interesado en convertirse en el Miles Morales live-action del Universo Cinematográfico de Marvel. Eso desató una gran controversia en redes sociales debido a la idea de que un actor mexicano interpretara a un personaje de identidad afro-puertorriqueña.
El tema sobre si el origen de un/a artista importa al momento de dar vida a un personaje es una discusión muy extensa, que no sólo abarca el tema de raza, sino también de género y sexualidad. ¿Por qué causa tanta controversia? ¿Cualquier artista debería poder interpretar el rol que sea? ¿Cuáles son los verdaderos límites? ¡Averigüemoslo el día de hoy!
¿Por qué nos importa la identidad de un Personaje?
Una de las razones por las que la identidad racial de un artista importa reside desde los inicios de Hollywood. Particularmente por el uso de la llamada “Black Face” o “Yellow Face”, que consistía en que actores/actrices caucásicos/as se pintaban la cara de negro y fingían ser afrodescendientes, o bien utilizaban prostéticos para asemejar los rasgos de una persona de origen asiático.
Miles de artistas del calibre de Judy Garland, Fred Astaire, Mickey Rooney en la época dorada de Hollywood participaron en esto. Ese era un problema grande para la industria, pues lo hacían debido a las estrictas leyes de segregación que impedían que artistas afrodescendientes pudieran trabajar en Hollywood. Y además, la forma en la que se desenvolvían sus personajes estaba hecha para mofarse a través de clichés de ese grupo de personas. O bien, para mostrar cómo, desde la perspectiva caucásica, debía comportarse una minoría para poder pertenecer a la sociedad.
En esta época, la blackface se usaba deliberadamente para mandar mensajes nocivos sobre un grupo de personas y para mantenerlas separadas de la cultura cinematográfica, solamente por las ideas racistas de la época. Los tiempos cambian, y aunque ya se permite que artistas de color tengan la oportunidad de interpretar diferentes roles, el problema sistémico es tan grande, que no sólo todavía estos grupos están lejos de tener las mismas oportunidades que las etnias caucásicas, sino que ya se demostró que eso tiene grandes consecuencias económicas para la industria de Hollywood en general.
Utilizar una blackface era intentar contar la perspectiva de una persona de color desde una visión caucásica, impidiendo que una persona verdaderamente afrodescendiente tuviera el papel. Esta fue una práctica similar a la que deben enfrentar los/las artistas trans, quienes históricamente también han sido representados en el cine y las series a manera de burla o como algo horripilante. Historias incluso como Psycho de Alfred Hitchcock o El Silencio de los Inocentes, van más allá al intuirnos que cualquier hombre que rompa las normas de género tiene problemas mentales y puede ser peligroso.
La Verdadera Inclusión Forzada
Sin embargo, el caso de la representación LGBTTTIQ+ es todavía más complicado, pues están los intentos de representación positivos que terminan marginalizando y limitando la presencia de más diversidad sexual en Hollywood. Experimentos como el de La Chica Danesa, en donde Eddie Redmayne, un actor cisgénero interpreta a Lili Elbe, una mujer real que fue de las primeras personas en recibir una cirugia de reasignación de género a finales del siglo XIX.
¿Por qué escoger a un hombre cisgénero? Si al final de la película se quitará el maquillaje y seguirá su carrera como hombre, reforzando el estereotipo hollywoodense de que las mujeres trans en realidad son hombres disfrazados que escogen ese estilo de vida y pueden dejarlo cuando sea. ¿Por qué no darle el papel a una verdadera persona trans? Que no sólo agradecería el poder participar, sino que también impregnaría a la historia de una perspectiva diferente pues podría extrapolar sus experiencias para construir a su personaje.
Al respecto, el comediante Billy Eichner le dijo al sitio de noticias Deadline en 2020 que por eso la actitud de Hollywood es bastante hipócrita, pues dicen apoyar a la comunidad donando dinero para ciertas causas, pero siguen marginalizando las historias y artistas LGBTTTIQ:
“Nosotros/as tenemos la experiencia en vida para llevar el matiz intelectual de ella a la pantalla grande. Yo no necesito sentarme con un grupo de 30 personas gays para averiguar lo que significa ser gay. Yo sé lo que es, y nadie lo sabe mejor que mis amigos y yo. Necesitamos dejar la idea de que si una persona gay interpreta a un personaje gay no es actuar, pero si una persona hetero lo hace, le damos un Óscar”.
Comentarios como los de Eichner sacan a relucir por qué los argumentos que encontramos en redes sociales, que abogan porque “el chiste de actuar es pretender” o ironías vacías como “Chris Hemsworth es australiano, pero puede interpretar a alguien de Asgard”. Construir un personaje es construir a una persona, alguien que va a tener un físico específico (Hemsworth no será de Asgard, pero su fisonomía se acerca mucho al del dios nórdico); y también tendrá experiencias y opiniones que serán resultado de su estrato socioeconómico, origen y sexualidad.
¿Actores de a deveras?
Y para un/una artista es convertirse en alguien diametralmente diferente, pero que de cierta manera comparten ciertos rasgos. Christian Bale no tiene nada que ver con el vicepresidente Dick Cheney, por lo que su transformación es brutal. Pero no deberíamos pretender que Bale no sabe lo que es vivir como un hombre rico y blanco en Estados Unidos en constante contacto con grupos de poder. Se debe preparar mucho, sí, pero su papel está informado porque comparte rasgos sociales identitarios con Cheney.
Pero la transformación de Christian Bale en El vicrepresidente tiene otra capa de la que se habla mucho: el inmenso compromiso del actor por desfigurar por completo su imagen para perderse en su papel. Este método es sumamente celebrado en Hollywood y es una de las razones por las que artistas como Meryl Streep son tan reconocidas. Leonardo DiCaprio alcanzó su Óscar luego de comer carne cruda y nadar en temperaturas bajo cero de verdad. Lady Gaga confesó que se quedó dentro del personaje de Patrizia Reggiani por 18 meses y su nombre suena mucho para la temporada de premios 2022.
Si bien es una habilidad increíble, no debería ser la única métrica con la cual juzgar “el compromiso” o “las habilidades” histriónicas de un/a artista, pues no tomamos en cuenta las consecuencias que deja atrás. Lady Gaga eventualmente confesó que el pertenecer en la piel de Patrizia por tanto tiempo tuvo estragos en su salud mental. Y las estrellas de Succession dijeron que estaban muy preocupadas por la forma en la que el compromiso de Jeremy Strong lo afectaba a él y su desempeño con sus compañeros/as.
Eso sin tomar en cuenta que realmente también dependen de estructuras económicas, familiares y sociales que les permiten invertir tanto tiempo y esfuerzo en ese papel, y luego simplemente regresar a su vida real. Aunque casos como los de Gaga y Strong si ponen en duda cuánto vale gastarte tanto para encarnar a alguien más.
Además, es muy limitado pretender que una persona puede realmente abarcar todo el espectro de experiencias, opiniones, perspectivas y vidas que al final del día terminan por inspirar las historias que vemos en el cine. Lo genial del arte es que muchas personas puedan transmitir su voz al mundo, no que sólo cierto tipo de personas, quienes históricamente han estado y siguen en el poder, intenten “incluir” a otros grupos creando historias “para ellos”.
¿Y el caso de Benny?
El caso de Miles Morales es especial porque aquellas personas que argumentan que el papel lo debe interpretar una persona puertorriqueña, no hablan sobre que Miles tiene en realidad dos identidades: una ascendencia boricua por el lado de su madre, pero afroamericana por el lado de su padre.
Entonces, en estricto sentido, Miles es una persona afrolatina que, aunque no sea un tema saliente en Estados Unidos, se acerca a la idea de mestizaje que conocemos en México. Por eso el caso de Benny Emmanuel como Miles Morales en el MCU sería prometedor e interesante. No sólo estaría potenciando la carrera en Hollywood de una estrella en ascenso 100% mexicana, sino que nos obligaría a discutir cuál es la identidad latina. Desde la perspectiva de representación en México, la presencia de Benny incluso daría un poco de visibilidad a las personas afrodescendientes latinas.
Y como Miles es en realidad estadounidense, nos obligaría a repensar qué diferencias o similitudes hay entre una persona que nació y creció en algún país de América Latina y una descendiente de migrantes que ha vivido toda su vida inmersa en la cultura de estadounidense. Y así, buscar mejorar y promover una representación más amplia de la comunidad latina en Hollywood.
Todo eso son discusiones que no hemos tenido todavía, que el cine nunca ha explorado y que sólo producciones tan grandes como las de Marvel podrían potenciar para que el resto del mundo las viera y hablara de ellas.