Ambulante en Casa: Lo que aprendimos

Ambulante en Casa nos dejó varios mensajes a través del cine documental sobre la sociedad y el cine

Ambulante en Casa es un recordatorio de que el cine, a través de filmes de secuencias surgidas de la imaginación, o con historias de no ficción, de alguna forma u otra estaremos hablando de nuestra sociedad.

En medio de un puñado de noticias negativas, de cómo el coronavirus le estaba pegando a la economía, la salud y la cultura, apareció una noticia que lo empeoró todo aún más. Se trataba del cierre de las salas de cine, y de la cancelación hasta nuevo aviso del festival itinerante de cine documental Ambulante.

Así como hoy existe incertidumbre sobre cuándo abrirán nuevamente las salas de cine, por mediados de marzo se desconocía cuándo regresaría Ambulante. Sobre todo por su formato de proyección al aire libre, hacia grandes grupos en distintas ciudades y comunidades de México.

No obstante, los fundadores de Ambulante tomaron cartas de innovación en el asunto, para rediseñar el formato hacia la proyección en streaming. Una decisión anunciada a finales de abril, en donde nos contaron que desde el 29 de abril hasta el 28 de mayo podríamos disfrutar de más de 60 documentales de varios países, gratis y desde casa. Noticia que alivió a todo entusiasta por el metraje de no-ficción.

Casi un mes, y más de sesenta documentales después, Ambulante en Casa nos dejó un aprendizaje no sólo de la pegajosa canción del ungüento, sino de las visiones de directores y directoras alrededor del mundo, y de la decisión de festivales de cine por el streaming, algo que hasta febrero de este año, aborrecian.


Cine de calidad a través del streaming

Los cambios siempre generarán diferentes opiniones. Algunos estarán de acuerdo, otros no, y otros pasivos simplemente se dejarán llevar por los naturales ajustes del universo. 

En el cine han existido cambios a lo largo de los años, en donde hasta las figuras que ahora tenemos como leyendas, se han levantado en contra. Uno de esos casos fue el genio Charles Chaplin (que no es lo mismo que Charlie Chaplin), quien vivió el cambio del cine silente al sonoro. Oponiéndose rotundamente frente a esto que, como sabemos, sucedió, y ahora no podríamos imaginar un cine sin audio.

Ambulante En Casa

En fechas más recientes tenemos el rechazo del cine estrenado exclusivamente en streaming. Algo que en los últimos años era punto y a parte, y hasta de otro libro, específicamente para el gremio cinematográfico estadounidense. Este grupo que galardona cintas y series a través de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (Los Óscar), Los Premios Globos de Oro, Los Premios Emmy, etc., crea ciertas reglas para que sean acreedores a una nominación. Unas de ellas es la proyección de la cinta en salas estadounidenses, otra es la producción ejecutiva de dinero de su país, etc.

Sin embargo, aunque una cinta que sea producida por Netflix, Amazon, HBO MAX, o la plataforma que sea, cumpla con la totalidad de los requerimientos, será rechazada o ignorada, para dar lugar a las cintas que son destinadas a salas de cine convencionales, simplemente por ser de streaming, sin importar su calidad.

Regresando con el caso de estudio Ambulante en Casa, tras una breve introducción, conocimos que el streaming y el cine de calidad, o no comercial, no tienen razón de estar peleados. Al contrario, se estaría hablando de un potencial nicho de mercado de millones de personas que espera a que las cintas lleguen a su país, o que alguna página web ilegal las publique, ¿no sería mejor tenerlas al alcance de un clic y de manera legítima?

Mencionado nicho era ignorado hasta hace unos meses, cuando nos enteramos del caso We Are One – A Global Film Festival, el cual hemos abordado en Fuera de Foco, y que por un lado, nos recuerda que los cambios sucederán, o sucederán.

De manera breve, We Are One es un evento de cine digital que junta a 21 prestigiosos festivales de cine para proyectar sus cintas premiadas a través de YouTube. Una plataforma que no es necesariamente considerada streaming, pero que al final del día, no es una sala de cine convencional.

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Por otro lado, declaraciones oficiales de Los Premios Óscar rezan que cintas estrenadas en streaming, serán tomadas en cuenta para ser nominadas en su próxima edición. Así es, la academia que rechazaba estos formatos, ahora los acepta.

Todos estos sucesos de la primera mitad del 2020 nos dan una pista sobre lo que sería el futuro del cine, tanto comercial, como no comercial, así como de festival. No hablamos de una totalidad, sino de una diversificación de opciones, sobre todo con la reciente herida del Covid-19. Por el cual pasarán años para volver a saludar de mano, de beso, abrazo, y sentarse en medio de dos personas desconocidas.

Así que al momento que se proyecte un estreno en salas, o que se celebre un Cannes, un Venecia, un Morelia o un Berlinale, habrá opciones en streaming para ver algunas, o todas las opciones de cartelera o de selecciones oficiales. No hará falta salir de casa, hacer fila en taquilla y dulcería. En caso de querer, se ordenará por APPs de servicio a domicilio los bocadillos de dulcería, y se verá desde casa el estreno simultáneo.

Por el lado de festival, será innecesario el viaje hasta la ciudad del país sede. Aun siendo crítico del séptimo arte, o un cinéfilo hambriento de lo más reciente. Sin embargo, estará la opción de traslado para la experiencia total de turismo.


Ambulante en Casa como exponente de resistencia

Algo que resaltó de entre las opciones de cine documental ofrecidas por Ambulante en Casa, fueron las temáticas de resistencia en contra de sistemas conservadores, opresores y asesinos.

Podemos mencionar, por ejemplo el metraje Hablar sobre árboles (Suhaib Gasmelbari, 2019), que nos proyectó la historia de cuatro cineastas pioneros, oriundos de Sudán, que estudiaron cinematografía en el extranjero para así traer la producción a su país. Las cintas de Ibrahim, Suleiman, Manar Al Hilo, y Altayeb fueron relevantes entre los años sesenta y setenta. Las mismas son las únicas que guardan el recuerdo de un Sudán de por esos años, rollos de los que se desconoce su ubicación exacta.

Debido a ello, pasaron por varias adversidades. Ibrahim Shaddad por su cuenta, se exilió a Canadá y Egipto varios años, a la par que muchas de sus películas se censuraban en Sudán. Suleiman Mohamed llegó a ser galardonado en el Festival de Moscú de 1979, y residió en el país a pesar del golpe de estado en Sudán del año 1989. Por último Manar Al Hilo y Al-Tayeb Mahdi se dedicaron a la producción de cintas de directores cercanos, con perspectivas de arte y crítica política.

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En la actualidad ellos buscan reabrir el cine en Sudán, país que hasta el momento de rodar el documental, se encontraba con cero salas de cine activas. Medida que han contraatacado con cineclubes, y que en el pasado también luchaban llevando cine en una vieja van a todas las comunidades.

Por otro lado, el documental ¿Qué le pasó a las abejas? (Adriana Otero, Robin Canul, 2019) también tomó relevancia durante las semanas de Ambulante en Casa. La historia nos cuenta el cómo los terrenos de Hopelchén, Campeche son contaminados por empresas trasnacionales que cultivan soya transgénica.

La utilización de químicos que en otra medida son aplicados como repelente de plagas, provoca la contaminación del manto acuífero, y la masacre de panales de abejas aledaños a esos campos.

Un camino de protestas, estudio y demandas a la trasnacional, que aun con el orden del gobierno mexicano de cesar actividades, continúa operando. Caso que recuerda al derramamiento sobre el Río Sonora por parte de las mineras de Grupo México.

Que sea ley (Juan Solanas, 2019) fue otro de los largometrajes que tocan temáticas actuales. Previo a la cuarentena por el coronavirus en México, y varias zonas de latinoamérica, el movimiento feminista estaba caminando con gran impacto. De hecho, no sólo la Marea Verde, sino en lugares hartos de sus políticas como Hong Kong, Chile, Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, etc., la sociedad se estaba levantando.

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Con la Marea Verde nos ubicamos en Argentina, donde una causa sacó a miles de mujeres a la calle, exigir al gobierno argentino la despenalización del aborto. 

Vemos entonces a través de los minutos de las secuencias, distintos puntos de vista de mujeres militantes, casos de feminicidio impunes, las voces de figuras públicas que están tanto a favor como en contra de esta ley, siendo mismos congresistas que se encargan de tomar decisiones, líderes religiosos, activistas, periodistas, etc. 

Por último se deben mencionar otros dos documentales que, debido a la fecha en la que se escribe este texto, retoman una relevancia a escala global, por el asesinato de George Floyd en Minneapolis Estados Unidos. Hablamos de Ningún vietnamita me ha llamado negro (David Loeb Weiss, 1968) y Negra (Medhin Tewolde, 2020).

Ambos metrajes abordan la comunidad afro, una en Estados Unidos conocida como afroamericanos, y otra poco conocida en México como afromexicano. 

La pieza de David Loeb Weiss gira entorno al registro del año 1967, lleno de manifestaciones de afroamericanos en contra de la guerra de Vietnam, y de tres soldados veteranos de la misma guerra.  

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Dalton James, Preston Lay Jr. y Akmed Lorence, son los soldados que se  prestan a la conversación. Ellos narran que a pesar de haber obtenido el estatus de héroes de guerra por haber arriesgado su vida protegiendo a su país, Estados Unidos, eran tratados como menos en la sociedad, sobre todo por la gente blanca.

De su viva voz detallan cómo son únicamente calificados como “niggas” o “negros” de manera peyorativa. Aunado a que no solamente la gente blanca racista en las calles los acosaba, sino que el propio Gobierno de los Estados Unidos los abandonaba al ignorarlos en guetos donde los edificios son viejos, inseguros e infestados por plagas como las ratas.

En las calles vemos en su mayoría madres de familia rezando en voz alta, para que sus hijos no fueran llamados a la guerra, a la vez que exigían al gobierno un cese total al acto bélico, en un camino por un Nueva York del siglo pasado, en donde coinciden con gente que apoya su causa, otros que están en desacuerdo, y donde personas de piel blanca expone su racismo al atacarlos justo frente a las cámaras.

Aunado a lo anterior, durante la marcha por las calles de la gran manzana, se vislumbra un cartel que da nombre al documental “Ningún vietnamita me ha llamado negro”, refiriéndose al cómo los calificativos de gente de piel blanca es tomada como ley; porque para ellos los vietnamitas eran amarillos, y ellos eran todos negros.

Ahora con la cinta Negra, escuchamos el primer acercamiento de racismo experimentado por la propia directora Medhin Tewolde a sus escasos 7 años de edad. Cuando fue llamada “negra” por otro niño. Entendiendo que en México ser negra, y a parte ser mujer negra, era algo malo.

Con base en aquel momento, decide tomar una cámara y entrevistar las diferentes experiencias de varias mujeres afromexicanas, que curiosamente, también vivieron algún momento de racismo, que las ha orillado a sentir diversidad de inseguridades, rupturas amorosas y rechazos sociales. 

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Vemos expuesto que México no es solamente clasista, sino que igualmente racista. Una nación donde entre menos moreno sea uno, o menos negro, es mejor persona. Colocando a quienes tienen un color de piel moreno, o negro en una posición de escasez de oportunidades educativas, laborales, económicas y de amor propio, además de una suerte de marginación y objetivización de burla por gente blanca privilegiada, o gente que «cree tener piel blanca».

En lo anterior surge otro asunto, donde nadie desea ser moreno o negro en un país tan diverso, ya que se es apiñonado, moreno claro, claro, o que en algún momento el sol quemó la piel pero que se nació güerito (de tez blanca, de cabellos rubios); y la justificación de las comunidades segregadas es más que justa, pues son constantemente atacados, al ser relacionados con la pobreza, ignorancia, suciedad, el crimen o lo naco. ¿Quién quiere ser constantemente acosado con prejuicios?

El cine como ventana de crítica y cambio

En resumen, esta edición de Ambulante en Casa fue bastante oportuna. Porque, además de los documentales enfocados a exponer aventuras hermosas y soñadoras como Tesoros (María Novaro, 2017) o los ciclos de animación infantil, el festival nos recuerda que siempre vivimos momentos de cambios.

Además, asienta que nunca debemos dejar de luchar ante las injusticias. Mientras creamos en ello, debemos salir a las calles a exigir a los gabinetes de gobierno por justicia, y quienes tenemos cámara en mano, registrar voces, rostros, experiencias e historias de todos los cambios que nos dirigirán hacia un futuro distinto.

Como escribo en mi semblanza de este sitio, “El cine evoca a la realidad, y viceversa”, alego que aunque sean filmes de secuencias surgidas de la imaginación, o con historias de no ficción, de alguna forma u otra estaremos hablando de nuestra sociedad, y en algún momento la realidad tomará (a veces sin desearlo), ideas que, hasta ese momento, sólo hemos visto en la pantalla grande.

Ambulante en Casa, fue una muestra gourmet del futuro del cine festival documental y de ficción en plataformas digitales. Además un vitral de las problemáticas sociales que arrastramos desde hace años, para que entonces, empecemos de una vez por todas a erradicarlas y así tener un futuro mejor.

¿Qué opinan, Cinéfilas y Cinéfilos? ¿Creen que esta edición de Ambulante en Casa fue muy diferente?