The Hunting Party: ¿Por qué amamos los thrillers de acción?

Patrick Sabongui, actor de The Hunting Party, nos contó qué hay detrás de toda buena serie de misterio y thriller.

Un hombre que busca un trozo de sol antes de entrar al set. Esa es la imagen más inesperada de Patrick Sabongui durante la filmación de The Hunting Party, una de las series más adictivas de la televisión actual. 

El actor canadiense–estadounidense coloca una pieza de madera falsa frente a su tráiler, se sienta allí unos minutos y deja que la luz lo atraviese. No es un capricho ni una excentricidad: es su ritual para anclarse en la realidad antes de encarnar a Hassani Jacob, líder de un equipo de élite que se enfrenta a criminales capaces de romper el contrato social más básico: el de no lastimar a los demás.

Ese contraste encapsula lo que The Hunting Party provoca en el espectador. La serie no solo ofrece adrenalina, persecuciones y acción quirúrgica, sino que se atreve a explorar las motivaciones humanas detrás de la violencia. 

Y allí es donde Sabongui encuentra su fuerza como intérprete y como guía para el público.

The Hunting Party

¿Por qué nos fascinan tanto las historias de crimen como The Hunting Party?

Patrick Sabongui lo admite con franqueza: “Todos tenemos una cierta fascinación con las personas que están dispuestas a romper las convenciones sociales, que no solo infringen la ley, sino el contrato social que nos impide lastimarnos unos a otros”. Su reflexión toca un nervio cultural: la necesidad de entender por qué alguien hace algo “imperdonable”.

No es casualidad que el true crime, los dramas criminales y las docuseries sobre asesinos en serie sean fenómenos de audiencia global. Desde Mindhunter hasta Dahmer, pasando por décadas de Law & Order y Criminal Minds, el espectador parece atrapado en un ciclo interminable de preguntas: ¿qué lleva a alguien a cometer un crimen atroz?, ¿cómo podemos detenerlo?, ¿podría pasarme a mí o a alguien que amo?

En The Hunting Party, esta pulsión se convierte en motor narrativo. La serie ofrece la satisfacción de “ver al mal detenido”, pero también obliga a mirar de frente la complejidad psicológica de sus antagonistas. 

Para Sabongui, el equilibrio está en entregarse por completo a la circunstancia y asumir que su personaje tiene “el deber de actuar”. “Es mi trabajo como líder del equipo detener a estos malditos. No tengo elección”, confiesa. Esa convicción conecta con el espectador porque responde al miedo más íntimo: que la violencia toque nuestra puerta.

The Hunting Party

El drama humano en The Hunting Party

La interpretación de Sabongui se construye con paciencia artesanal. “Mi trabajo es incremental, momento a momento. Cada reacción, cada obstáculo, cada interacción es como colocar una piedra para levantar un muro”, explica. Esa atención al detalle revela un enfoque actoral que se aleja del estereotipo de héroe televisivo.

En lugar de apostar por la espectacularidad inmediata, el actor prefiere cuidar la consistencia psicológica de Jacob. Lo hace desde lo íntimo: acompañando al guion con sus propios instintos y preguntándose cómo reaccionaría un hombre que, además de ser un agente implacable, es también un padre preocupado por sus hijos.

Es allí donde The Hunting Party marca una diferencia con otros procedimentales. Más allá de resolver el caso semanal o atrapar al criminal, la serie abre espacio a los dilemas personales y a la dimensión emocional de sus personajes. Sabongui, con su formación teatral, encuentra en esa frontera un terreno fértil: “Soy un tipo de teatro y me gustan las historias humanas, las historias relacionadas. Creo que el proyecto se define en las afueras del género, donde tenemos una inversión personal más profunda”.

Quizás lo más fascinante de la conversación con Patrick Sabongui es su confesión sobre un ritual inesperado. Durante la filmación, necesitaba salir del tráiler, sentir la luz, conectarse con la naturaleza. “Encontré un pequeño trozo de madera falsa y lo pondría afuera de mi tráiler. Donde estuviéramos, lo colocaba ahí y me sentaba. Esa era mi pequeña estación de trabajo”, recuerda.

En medio del caos de un rodaje lleno de persecuciones, crímenes y escenas cargadas de tensión, este gesto sencillo se convirtió en su refugio. Más aún: fue su manera de reconectarse consigo mismo y con las cualidades que comparte con Hassani —la protección, la justicia, el liderazgo— antes de entrar al set.

Patrick Sabongui se convierte en un puente entre nuestra fascinación con el mal y nuestro deseo de comprenderlo. Su ritual con el sol y la madera, su enfoque piedra por piedra, y su convicción de que el deber de Hassani es detener a los criminales, lo convierten en un intérprete que entiende tanto la adrenalina del género como la necesidad humana de hallar sentido en el caos.

Al final, The Hunting Party funciona porque no se limita a la cacería del criminal. Nos invita a preguntarnos qué nos atrae tanto de esas historias y por qué seguimos mirando. Y Patrick Sabongui, con su presencia serena y poderosa, ofrece una respuesta: “porque en medio de la oscuridad, siempre buscamos una chispa de luz”.

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