En tiempos donde los algoritmos dictan qué ver y las franquicias se obsesionan con grandes arcos narrativos, el misterio clásico parecían historias anticuadas.
Pero Rian Johnson ha logrado lo impensable: refrescar el género sin romperlo. Lo hizo primero con Knives Out, luego con Glass Onion, y más recientemente con Poker Face, la serie protagonizada por Natasha Lyonne que regresa con una segunda temporada más introspectiva y emocional.
En entrevista con Fuera de Foco, Johnson compartió su visión sobre lo que realmente hace que una historia de misterio funcione, especialmente en la era del streaming.

Rian Johnson: El Misterio no es “quién”, sino “por qué importa”
“Incluso como fan del misterio de asesinos, después de 20 páginas dejó de intentar resolver el crimen. Sé que nunca lo voy a resolver”, nos contó Rian Johnson. “El misterio nunca se trata de quién, sino por qué nos importa”.
Rian Johnson lo tiene claro: el motor de una buena historia de misterio no es el crimen en sí, sino los personajes que lo rodean.
“Lo que me mantiene viendo cualquier buen filme o leyendo cualquier buen libro en cualquier género. Es cuidar a los personajes y querer saber qué va a pasar a continuación con ellos.
Eso es lo que buscó tanto con Blanc como con Charlie”.
Rian Johnson, Fuera de Foco
A diferencia del clásico detective omnisciente que guía al espectador con lógica infalible, Johnson apuesta por protagonistas que no necesariamente buscan resolver un crimen, sino comprender su propia humanidad a través de él.
“Siempre intento crear un protagonista que no es el detective, a quien se le importa y se le preocupa”, dijo. En Poker Face, esa figura es Charlie Cale, una mujer que puede detectar las mentiras, pero que no es investigadora, ni policía. Su motivación no es profesional, sino personal.
“Charlie no es una policía, no es su trabajo resolver estos crímenes. Y eso nos forza como escritores a encontrar una razón para que se preocupe de cada crimen”, nos explicó Johnson.
Este enfoque obliga a que cada episodio tenga una conexión emocional que justifique su existencia. “Nos hace poner una nueva relación personal en el corazón de cada episodio, en lugar de simplemente la mecánica de resolverlo”.
Lejos de querer reinventar la rueda, Johnson asegura que su fórmula busca reconectar con lo que hacía especial a los grandes misterios de antaño: “No es una reinvención, realmente. Es sólo volver a lo que en realidad es lo mejor de los antiguos misterios y tratar de hacerlo tan bien como posible”.

¿Hacer episodios como pequeñas películas?
Uno de los sellos más distintivos de Poker Face es su estructura episódica, casi antológica, que se sostiene también cuando ves la temporada completa en un solo momento.
“Mi interés nació de querer hacer el tipo de televisión que crecí viendo, que es episódica en su naturaleza. No es realmente sobre la historia de la temporada como un largo arco.
Se trata de hacer una pequeña película que concluya y sea satisfactoria, aún si no has visto los otros episodios”.
Rian Johnson, Fuera de Foco
Esta decisión le permite jugar con distintos tonos, escenarios y personajes en cada capítulo, sin preocuparse demasiado por la continuidad.
“De alguna manera, eso te libera de pensar en cómo la gente va a verlo. Porque si ven un episodio en streaming y luego en televisión y no está en el orden correcto, no creo que realmente importe”.
Rian Johnson, Fuera de Foco
La nueva temporada, además, se atreve a ir más allá al quitarle a Charlie su principal amenaza externa desde el inicio.
Así, Poker Face se convierte también en una serie sobre la identidad, la pertenencia y la soledad.
“En cada lugar donde se detiene, se está interrogando: ¿podría pertenecer aquí? ¿Podría ser este mi hogar? ¿Podría tener una relación más larga con esta persona?”, explica Johnson. En lugar de correr por su vida, ahora Charlie corre de sí misma.
En resumen, para Rian Johnson, una buena historia de misterio no necesita fórmulas complicadas ni grandes giros de guion: necesita personajes auténticos, motivaciones humanas y una narrativa que sepa cuándo detenerse a mirar el alma detrás del crimen. Poker Face no sólo lo confirma, sino que lo perfecciona.
