Noche de Fuego denuncia la violencia de género desde la mirada inocente de una niña.
Ana es una niña que vive en el pueblo de una montaña. Pasa sus días yendo a la escuela y haciendo magia con sus amigas. A veces, cuando nadie la ve, le gusta exprimir fruta para pintarse los labios y jugar a ser una mujer. La vida de Ana parece ser muy normal, pero en realidad su niñez, su adolescencia, y realmente toda su vida, tiene que cargar con el peso de la violencia provocada por el narcotráfico en México.
De eso trata la película Noche de Fuego de Tatiana Huezo, una ficción que mezcla artistas con experiencia y amateurs para entregarnos una historia sumamente empática, que nos obliga a voltear la mirada a la forma en la que los grupos más vulnerados del país resisten el azote de la impunidad que no cesa en el país. Así vemos que Ana crece como mejor puede, en medio de risas, trucos de magia, tiroteos y miedo.
En Fuera de Foco tuvimos la oportunidad de platicar con la directora Tatiana Huezo y el productor Nicolás Celis sobre la importancia de esta película.
Una Historia Universal
La historia en realidad está inspirada en el libro de Jennifer Clement: Prayers For The Stolen, que narra la historia de Ladydi García Martínez, una chica que, aunque es rubia y de ojos azules, crece en una montaña de Guerrero, donde toda su vida se ve marcada por el miedo al crimen organizado. En la historia, las mujeres deben cavar hoyos en la tierra para esconder a sus hijas, les queman la cara, les cortan el cabello y las visten de hombre, pues es la única manera de alejar los intereses lascivos de criminales que, así como las obligan a trabajar en los campos de amapolas, se llevan a las niñas para convertirlas en esclavas sexuales.
Clement escribió una ficción desde una desgarradora investigación de su lugar de origen. Pero Tatiana Huezo le contó a Fuera de Foco que las temáticas que representa el libro capturan muy bien la esencia de ser mujer en México. “La historia de Ladydi me permitió entrar a un terreno muy personal, pues tomé experiencias de mi propia infancia y como madre que me toca ver crecer a una niña, me toca estar cerca de sus juegos, de sus dudas, de su infancia. En un contexto donde la femineidad está expuesta a la brutalidad”.
En Noche de Fuego, los momentos más brutales se presentan justamente cuando Ana le hace frente a las decisiones de su madre. Y es que ella está harta de cortarse el cabello y de vestirse con pantalones. Está harta de que sus maestros nunca terminen un ciclo escolar. Sabe que hay algo que se está perdiendo, algo de lo que la están despojando, y es desgarrador ver que ni Ana, ni su madre, y en realidad ninguna de las niñas que habita el pueblo, pueden hacer algo para detener el embate de la violencia en la región.
Aún cuando es una película desgarradora y tiene una mirada muy dura a los efectos que tiene la violencia en comunidades precarizadas, la historia se presenta siempre con una visión muy diferente, pues intenta capturar la mirada infantil de Ana y cómo va cambiando conforme ella lo hace. Este fue justamente uno de los retos que tuvo que superar la directora Huezo, como nos dijo el productor de la cinta, Nicolás Celis:
“No nos interesaba contar una película sobre qué pasa cuando se llevan a las niñas, sino lo que es crecer en estos lugares donde ser mujer implica ya un riesgo mayor. Queríamos hacer una película construida desde la verdad, que trate de sensibilizar y ponernos en los zapatos de lo que es crecer como mujer y enfrentarse a temas difíciles. Tener sueños. Enamorarse. Para mí, esta película me abrió mucho los ojos, porque como hombre jamás había entendido ni visto todo lo que deben pasar las niñas y las mujeres sólo para poder existir y cuidarse”.
Una Historia Más allá de la Violencia
Y sin duda, ese es uno de los grandes éxitos que tiene Noche de Fuego, pues el paso del tiempo nos ofrece una perspectiva de género más profunda sobre la violencia en México. Y eso no necesariamente se limita a las mujeres, pues en la película también nos presentan, de una forma igual de triste y de desgarradora, como la violencia afecta a los hombres de la región y cómo también sella su destino para siempre. Pues en la historia, la figura masculina, o bien se encuentra ausente, o terminan arrastrados al ciclo interminable del narco en donde la única forma de sobrevivir a la violencia es ser parte de ella.
A pesar de que Noche de Fuego es una historia empática, películas y series del género como Somos y Sin Señas Particulares, donde también centran la atención en las vidas de aquellas personas que sufren la precariedad, la impunidad y la violencia, han recibido críticas por representar solamente estas vidas desde el lado de la “precariedad” o la “fatalidad”. Pero Tatiana Huezo considera que es porque son historias necesarias:
“Estas películas existen porque siguen siendo urgentes. Está aquí, no ha sido resuelto y hay que entender y mirar. Hay que mirar la herida”. Sin embargo, asegura que no basta mirar la herida, sino ir más allá y presentarnos historias que resuenen con la audiencia y exploren más a los personajes. “Creo que lo que hace diferente a Noche de fuego es justamente la mirada que tiene, porque es una mirada desde la ternura, desde la inocencia”.