Darren Aronofsky es uno de los cineastas más influyentes y radicales del cine contemporáneo. Nacido en Brooklyn en 1969, su estilo se ha caracterizado por explorar los límites de la obsesión, la espiritualidad y el dolor humano a través de películas como Requiem for a Dream (2000), The Fountain (2006), The Wrestler (2008) y Black Swan (2010). Sus obras, tan polémicas como aclamadas, lo han convertido en un autor de culto que constantemente desafía las convenciones de Hollywood.
Pero incluso un director de su talla tiene cuentas pendientes. Durante una charla reciente, Aronofsky sorprendió al revelar que lleva más de 25 años intentando hacer una película que todavía no logra filmar. Un proyecto secreto que, pese a los rechazos, insiste en mantener vivo.

La película que lleva intentando hacer por 25 años
Aronofsky lo dijo sin rodeos: “Hay un proyecto que sigo intentando hacer, llevo 25 años intentándolo. Y todos han dicho que no varias veces a estas alturas.”
Una confesión que, viniendo de alguien capaz de sacar adelante cintas que parecían imposibles, revela lo difícil que puede ser llevar ciertas historias a la pantalla.
El director recordó que esa resistencia no es nueva en su carrera. Incluso películas hoy icónicas como The Wrestler y Black Swan fueron rechazadas al inicio.
“Con El luchador, todos dijeron que no. Incluso dijeron que cuando sumamos a Mickey Rourke, en realidad era un negativo. Normalmente, cuando pones a una estrella en un filme, aumenta el valor de la película. Pero decían: tú sin Mickey vales más que con Mickey. Y yo dije: no entienden. Mickey es esta película, es la parte más importante.Darren Aronofsky, Hablando de Cine Con
La apuesta funcionó: con apenas 6 millones de dólares de presupuesto, The Wrestler se estrenó en 2008 y recaudó 44.6 millones en taquilla mundial. El papel le dio a Mickey Rourke un renacer actoral y un Globo de Oro.
La historia se repitió con Black Swan. Tras el éxito de The Wrestler, Aronofsky intentó levantar este thriller psicológico sobre el ballet, pero cada estudio y cada inversionista lo rechazaba.
“Con El cisne negro, cada estudio y cada financista dijo que no. Un estudio me dijo: los fans del terror no aman el ballet y los fans del ballet no aman el terror. Simplemente no lo entendieron.”
Darren Aronofsky, Hablando de Cine Con
El proyecto se logró gracias a un presupuesto ajustado de 13 millones de dólares, y el resultado fue histórico: estrenada en 2010, Black Swan recaudó casi 330 millones a nivel mundial y le dio a Natalie Portman el Oscar a Mejor Actriz.
Pero no todas tuvieron ese destino. Requiem for a Dream (2000), filmada en apenas 40 días con un presupuesto de 4.5 millones, recaudó solo 7.4 millones en cines. Sin embargo, con el tiempo se convirtió en una de las películas más influyentes de su generación.
Y luego está The Fountain (2006), su proyecto más ambicioso, que atravesó múltiples retrasos y cambios de reparto. El presupuesto se redujo de 70 millones a 35, y la cinta solo logró 15.9 millones de dólares en taquilla. Aun así, hoy es considerada una obra de culto.
Parece que la película a la que se refiere Darren Aronofsky tiene que ver con Human Nature, una novela gráfica que el cineasta hizo junto con Frank Miller sobre un magnate que quiere descubrir la fuente de la vida eterna.

Filosofía del creador frente al rechazo
A lo largo de la conversación, Aronofsky compartió su forma de enfrentar el fracaso, los “no” y la frustración de la industria. “Creo que las malas ideas mueren con los ‘no’, pero las buenas nunca mueren.”
Esa convicción lo ha mantenido a flote incluso en momentos en los que sus películas fueron ignoradas en taquilla o criticadas con dureza.
Cita ejemplos como The Fountain o Requiem for a Dream, que tardaron en encontrar a su público, y reconoce que muchas veces el problema fue de distribución y marketing.
También recuerda el caso de Requiem for a Dream, que apenas recaudó 3 millones de dólares en cines, pero con el tiempo se convirtió en un fenómeno cultural. “Todo el mundo en el mundo la ha visto”.
Y aunque insiste en aconsejar a los jóvenes cineastas que confíen en la calidad de sus obras, admite que el panorama actual es distinto:
“Siempre digo: si haces algo bueno, aunque no se vea de inmediato, eventualmente lo será. Pero ya no sé si eso es cierto, porque ahora hay tanto contenido peleando por nuestra atención que no todos descubren películas. Desafortunadamente, creo que la mayoría de la gente mira algoritmos.”
La confesión de Darren Aronofsky revela una paradoja fascinante: un director capaz de llevar a la cima películas que nadie quería financiar, pero que todavía lucha por concretar un proyecto personal que lo ha acompañado durante casi tres décadas.
