Dante y Soledad: Una historia sobre fluir con los cambios

Platicamos con la directora y la protagonista de Dante y Soledad, historia que explora a profundidad la maternidad, el embarazo y los cambios.

Dante y Soledad, de Alexandra de la Mora, sigue la historia de Inés (Irene Azuela), quien al tener su primera hija ve su vida pasar por una serie de cambios que la alejan cada vez más de quien solía ser en el pasado. Su historia y transformación se ve reflejada en Dante y Soledad, una pareja de peces que marcarán el ritmo y el estado constante de Inés en su vida con su pareja, con su hija y consigo misma.

En Fuera de Foco tuvimos la oportunidad de platicar con su directora, Alexandra de la Mora, y también con la actriz protagonista y productora, Irena Azuela, quienes nos contaron cómo Dante y Soledad es una historia que busca explorar la maternidad usando como metáfora un elemento versátil que está en constante cambio: el agua.

Imagen: Woo Films

El agua es el centro de Dante y Soledad

Para Alexandra de la Mora, el reto de Dante y Soledad estaba más allá de su guion, donde si bien la narrativa era clara y sencilla, requería de “muchos momentos de improvisación” para sus protagonistas.

“Había mucho qué dejar suceder para llenar un universo lineal y sencillo. Por eso, en el libro la bebé se llama Lila y le cambiamos el nombre a Laila, que significa noche.

Y yo sabía lo que estaba pasando: el personaje de Inés era una noche oscura que había qué transitar para salir a la luz. Esos ajustes nos dieron claridad en muchas cosas.”

Alexandra de la Mora, Fuera de Foco

Asimismo, la cineasta destacó que la cinta tenía por objetivo “olvidar el trabajo del actor o del trabajo del cine, sino vivir, estar ahí, viviendo lo que estaba sucediendo.”

Para ello, plantearon algunas escenas sin principio ni fin, donde fueran sus actores quienes guiaran el flujo de la historia. Ejemplo de ello, es una secuencia de una cena, que se dejó correr por hora y media: “No estaba escrita, Dijimos “que suceda sola, están tomando vino, están comiendo y está sucediendo”.

“Esta historia se logra a partir de que los actores están realmente viviendo la experiencia de lo que le está pasando al personaje” comentó la directora.

Dante y Soledad: El agua como metáfora de cambio
Imagen: Woo Films

La metáfora del cambio y el embarazo

“Cuando una está embarazada y se está formando el bebé, empiezas a convertirte más y más en agua”, así describió Alexandra de la Mora esta historia, quien destacó el rol del elemento dentro de cada momento crítico de la historia, especialmente al ser los peces Dante y Soledad quienes espejean la vida de Inés.

En esta historia, Inés es una mujer exitosa, tiene una relación en apariencia ideal y está llena de vida; hasta que en un viaje al mar descubre que está embarazada. A partir de allí, su vida va cambiando poco a poco, tanto en su relación, como en sus metas, lo que quiere hacer y lo que tiene que hacer.

Lo interesante de la historia está en el foco crudo a la maternidad, la luz dura sobre el cómo a pesar de querer a alguien, a veces los cambios que vienen con la persona no son ideales y rozan lo aborrecible. Inés no es una mala madre, ni desprecia a su hija, pero sí resiente de cierta manera, los cambios que ser madre han traído consigo.

Pero, ¿cómo el agua se vuelve el canal ideal para contar esta historia? A partir del mar, explicó De La Mora: “El estado de libertad de Inés empieza allí y termina en el mar también”, explicó, remarcando que si bien el elemento fue útil para los momentos narrativos más libres y tranquilos, también el agua posee una violencia que para la historia, era vital: los peces beta al estar en un mismo espacio se pelean, las olas pueden convertirse en un peso letal, el agua puede ahogarte.

Dante y Soledad: El agua como metáfora de cambio
Imagen: Woo Films

Retar al mar para Dante y Soledad

A pesar de lo densa que puede ser el agua dentro de la historia de Dante y Soledad, Irene Azuela explicó que filmar dichas escenas fue “fascinante, muy agradable y hermoso”.

“Pude haber estado en esa alberca horas y yo feliz” confesó la actriz. Sin embargo, las escenas con espacios como el océano no resultaron tan sencillas, pues contrario a otros elementos utilizados en la cinta, el mar no podía moldearse a voluntad de la cineasta y el equipo detrás.

Para Azuela, una de las escenas en dicha locación fue un “gran reto”, pues en una secuencia donde debía entrar al mar a liberar a los peces, pensó que “entraríamos hasta que el mar se calmara, y no fue así. Alex me dijo, no, cuando llegue la ola, te claves en la ola”.

“Estaba muerta de miedo. El mar me provoca un gran respeto, casi rayando en el miedo. Pero el mar nos trató muy bien, llegó la ola perfecta, la última ola del día y había que entrar con ropa, tenis, suéter.

La hicimos y se volvió una de las escenas más representativas de lo que le pasa al personaje en Dante y Soledad. De cómo eso que nos provoca tanto terror, puede representar tanto en tu vida, y en el trayecto de ti como persona”.

Irene Azuela, Fuera de Foco
Dante y Soledad ya está disponible en salas de cine.
Dante y Soledad: El agua como metáfora de cambio
Imagen: Woo Films