Licorice Pizza es una historia de amor, una oda nostálgica a los 70, y un testimonio de lo complicado que son las relaciones.
Licorice Pizza es una historia nostálgica sobre la adolescencia en los 70 en el Valle de San Fernando, California. También es una historia de amor entre dos personas que deben aprender a lidiar con su diferencia de edad. Es una introspección interesante sobre las dinámicas de poder que se generan en las relaciones afectivas. Y es una celebración de la familia y amigos que el director Paul Thomas Anderson ha hecho en el camino.
Con una paleta de cálidos colores, un gran soundtrack y mucho estilo, PTA nos presenta al carismático Gary Valentine –interpretado por Cooper Hoffman, hijo del legendario actor Philip Seymour Hoffman, gran amigo y colaborador de Thomas Anderson- un precoz adolescente que a sus 16 años ya es un actor consolidado y un empresario aventurero. Aunque Valentine oscila entre diferentes negocios con una confianza y autoestima poco usual para su edad, sus hazañas en realidad están encaminadas a sorprender a Alana Kane (Alana Haim), una veinteañera de la que se enamora mientras tomaba fotos para el álbum de la escuela.
La añoranza por tiempos más simples
Anderson nos adentra a una época más despreocupada pero igual de cambiante a través de notas periodísticas, música y sucesos importantes. Por ahí se ve un promocional de Garganta Profunda en un periódico mientras se habla de la crisis del petróleo en las noticias. Alana y Gary transitan ese mundo con la ingenuidad y añoranza adolescente, con consecuencias tan divertidas como peligrosas. Esta es sin duda la película más optimista de PTA.
La cinta está parcialmente inspirada en la vida de Gary Goetzman, otro gran amigo y productor de un montón de películas de Anderson, y su protagonista Alana Haim es parte de la exitosa banda de pop Haim Sisters, con la cual el susodicho trabajó dirigiendo algunos videos musicales. Curiosamente la amistad que forjaron en esos momentos lo llevó a decidir que toda la familia Haim participaría en la cinta y la cercanía de todos es palpable en la película, pues las actuaciones se sienten relajadas y casuales, dando un sentimiento de intimidad especial entre sus protagonistas.
La historia de amor entre Gary y Alana es especial. A pesar de haber recibido críticas por la representación de una relación con una diferencia de edad muy grande, en realidad la película se preocupa mucho por mostrar qué es lo que realmente evita que puedan estar juntos. Alana es quien constantemente lo rechaza argumentando su edad, y aunque su conexión es innegable y terminan pasando una cantidad descomunal de tiempo juntos, ella más bien busca un amor lo suficientemente estable para poder sacarla del estancamiento en el que está.
Y es que contrario a Gary, quien tiene la habilidad de convertir sus más grandes sueños en realidad, Alana sigue viviendo con sus padres, sin muchas opciones para el futuro y sin un rumbo fijo. Realmente, ser su chaperona en el tour promocional de una serie y luego su socia en un negocio de camas de agua son los eventos más interesantes e importantes que le han ocurrido en su vida, y es lo que la motiva después a buscar incluso una carrera en la política.
Así, Alana conoce a una serie de hombres maduros y exitosos, provocando la oportunidad para incluir cameos sumamente divertidos (Sean Penn y Bradley Cooper son particularmente graciosos en esta película). Y aunque en un principio casi todos merecen su respeto y admiración, pronto descubre que su personalidad no dista mucho de la de un niño de 15 años, excepto que sus acciones tienen consecuencias más difíciles y más dolorosas para la gente a su alrededor.
¿Son Como Niños?
Esto permite explorar, hasta cierto punto, la tendencia que existe en el mundo de infantilizar a la mujer, sin importar realmente quiénes sean o de donde vengan. Alana es manipulada y acosada por diferentes figuras masculinas, pero también vemos cómo un dueño de restaurantes intercambia esposas mientras sean japonesas, aunque él no hable japonés ni tenga la más mínima intención de entenderlas.
Es gracioso y bastante burdo ver cómo hablan de las grandes hazañas y logros de estas figuras masculinas, mientras sus acciones los muestran como niños inmaduros, pero es en esos momentos en los que Alana se pregunta si la edad de verdad tiene que ver con el amor, o si el amor se trata de encontrar a alguien con quien poder sentirse segura y libre.
Gary, por otro lado, atestigua los intentos de Alana por buscar una nueva vida. A veces frustrado por su relación, a veces celoso, pero siempre intentando aparentar que es mucho más de lo que ella ve. La edad es lo único que diferencia a Gary de los otros personajes exitosos masculinos en la película, pero gracias a Alana aprende también lecciones importantes sobre el abuso, la manipulación, y los sacrificios que implican querer a alguien.
En cierto sentido, es curioso ver como, a pesar de la edad, la relación de Alana y Gary se desarrolla como si fueran niños, y es la inocencia detrás de su enamoramiento, la cual perdura a través de las vicisitudes más raras, lo que hace que su relación sea sumamente cautivadora.
Licorice Pizza es una cinta íntima y divertida, que nos transporta no sólo a una época más sencilla, y también nos busca recordar cómo es sentir un amor inocente, al grado en el que nos hace preguntarnos: ¿de qué sirve ser “adulto” en primer lugar?