Una de las mejores comedias de los últimos tiempos llega a salas mexicanas, ¿Por qué Zombies, Cámara y Acción es una aventura imperdible?
Cuando George A. Romero realizó Night of the Living Dead en 1968, el realizador no estaba consciente del impacto que tendrían las historias de zombies en la cultura popular, y mucho menos que está clase de relatos podrían ser el medio para realizar un comentario social.
Años más tarde las cosas cambiarían, el mismo cineasta integraría este último elemento a sus filmes, los muertos vivientes se volverían parte del kitsch, y posterior al boom de este subgénero tras 28 Días Después de Danny Boyle, llegarían a la pantalla grande cintas de zombies que alejaban a dichos personajes del horror, centrándolos en narrativas divertidas.
Donde quizá el título más relevante sea Shaun of the Dead de Edgar Wright, la primera película de la afamada trilogía del Cornetto, en la cual su director utiliza la figura de los zombies para obligar a madurar a un treintañero estancado. Mediante una brillante propuesta audiovisual y un excelente timing para la comedia, el largometraje se convertiría en un clásico del culto.
En aquel momento la obra del realizador británico fue innovadora en el subgénero, característica que en la actualidad parece difícil de lograr debido a la enorme cantidad de contenidos que giran en torno a los muertos vivientes. Sin embargo esta no es una faena imposible de cumplir, y Zombies, Cámara y Acción del cineasta japonés Shin’ichirô Ueda es un excelente ejemplo.
¿Un inicio aletargado?
Antes de comenzar el filme en cuestión, un intertítulo te anuncia que si eres paciente con los primeros 30 minutos de la película, se te otorgará una recompensa. Lo cual es parte una mentira y verdad, porque Zombies, Cámara y Acción no tiene desperdicio alguno, pero a la vez lo fundamentado en su primera media hora de metraje, compone uno los actos finales más divertidos en la historia del cine.
La película consta de tres actos, el primero gira en torno a la filmación de una cinta de serie b que se desenvuelve en el subgénero de los muertos vivientes, la cual se transforma en un peligro real para sus protagonistas.
El cual veremos para su segunda parte que se trataba de una ficción en si misma, una obra de encargo a un director de comerciales llamado Higurashi, a quien vemos conformar al equipo de rodaje que dio vida al largometraje inicial. Y por último vemos el divertido y trompicado trabajo, que supuso dar lugar a la historia del principio.
Zombies, Cámara y Acción parte de un ingenioso guión metaficcional que juega con nuestras expectativas, pues como audiencia comenzamos pensando que el universo planteado en la primera parte, supondrá el tono, la comedia, y los protagonistas de toda la historia.
Y en parte si, pero todo proviene de un hilo conductor que va mucho más allá, pues la secuencia inicial, regala a la audiencia varios detalles que pueden resultar extraños, pero tienen su recompensa en la última parte.
De manera paradójica, lo exageradamente mala que luce visualmente la obra, requiere de un detallista y virtuoso trabajo de parte de sus realizadores/as, quienes dan lugar a un extraordinario plano secuencia de media hora.
Como todo buen filme de zombies, Shin’ichirô Ueda dota a la narrativa de diversos comentarios sociales, el primer acto es una sátira a los clichés del subgénero: la fatídica historia amorosa, la scream queen final que huye lesionada de su enemigo, y posteriormente se empodera para derrotar al mismo, entre muchos otros tópicos.
Mientras el resto del relato se burla de los vicios existentes en la industria cinematográfica, productores/as con locas ideas que poco interés o conocimiento tienen del séptimo arte, directores abusivos y egocéntricos, actores/actrices que se pierden en el método Stanislavski, con peticiones excéntricas, y personalidades que participan en el medio a pesar de no tener ningún talento.
Pero los comentarios del largometraje en cuestión, no sólo se reduce a explorar las malas experiencias y personalidades con las que te puedes encontrar en el mundo del cine, sino también aborda un lindo mensaje que dialoga sobre el séptimo arte como una creación colaborativa, a través de la cual se entretejen nexos emocionales, tanto de quienes participan en su realización, como en la audiencia, quienes ríen al son de una de las mejores comedias de los últimos tiempos.