Con espectaculares visuales y personajes fantásticos, Willow rescata el lado más clásico del cine de fantasía para nuevas generaciones, pero falla en actualizar su narrativa.
El género de fantasía ha pasado por grandes altos y bajos a lo largo de su historia. Sin embargo, es quizá una de las ramas del cine que, no importa cuántas veces se explore, siempre tiene algo nuevo para contar.
Basada en la cinta de 1988 del mismo título, Willow es uno de los experimentos más recientes de Disney+, a través del cual finalmente exploraremos la continuación de lo planteado en la película de los 80s, donde Warwick Davis y el legendario Val Kilmer como Madmartigan, protegieron a la bebé Elora Danan, cuyo destino estaba encaminado a ser una de las hechiceras más grandes de todos los tiempos.
En Willow, la serie de 2022, el tiempo ha transcurrido desde aquella última gran aventura, y ahora Elora Danan es una adolescente que desconoce el gran peso que recae sobre sus hombros.
Con una trama sencilla y una gran misión por delante, Willow tiene dos objetivos a cumplir: El primero, revivir la nostalgia y hacer justicia a la película de los 80, y el segundo, apelar a una nueva generación que no se impresiona fácilmente. Pero, ¿lo logra? ¡Te lo contamos!
El capítulo perdido
Ron Howard dirigió la cinta original de Willow, donde un joven aprendiz de hechicero interpretado por Warwick Davies, debe proteger a una bebé de un destino fatal luego de que se augurara que sería la destrucción de la reina Bavmorda y el medio para resucitar a La Bruja, un antiguo ser mítico que acecha al mundo desde tiempos remotos.
La película se volvió uno de los grandes exponentes de la fantasía de los años 80, de la mano de películas como The Dark Crystal, Labyrinth, Excalibur, entre otras. Sin embargo, siempre parecía faltar un siguiente gran capítulo: ese día en el que Elora Danan dejara de ser una niña para cumplir su destino y volverse la gran emperatriz que prometía la profecía.
Willow (2022), nos lleva varios años en el futuro, cuando el forajido Madmartigan ha desaparecido y dejado detrás a su esposa Sorcha (Joanne Whalley), y sus dos hijos, Kit (Ruby Cruz) y Airk (Dempsey Bryk). Willow es ahora el líder de los Nelwyn y ese gran poderoso hechicero que estaba destinado a ser.
Las cosas comienzan a complicarse cuando luego de un ataque a Tir Asleen, Airk es raptado por secuaces de la Bruja; por lo que su hermana y un peculiar grupo de héroes partirán para buscarlo a través de tierras y aguas misteriosas.
Héroes. Más o menos… Más menos que más.
Aquí entramos a la primera gran virtud de la serie, pues Willow se destaca por presentar personajes fuera de lo común que, tanto por separado como dentro del mismo grupo funcionan muy bien. La misión y motivaciones de todos y cada uno de ellos son realmente sólidas y cada personaje está tan bien construido a través de sus defectos y fortalezas que rápidamente uno está dispuesto a sumarse a la aventura junto a ellos.
El círculo principal, con el que viajaremos a lo largo de 8 episodios, cuenta con una peculiaridad que inmediatamente la hace resaltar de entre otras producciones, pues cada personaje subvierte a su manera viejos clichés del género fantástico y los actualiza, haciéndolos a todos curiosamente impredecibles y cercanos a la audiencia.
Por un lado, el mito del elegido se pone en juicio cuando Elora (Ellie Bamber) no es brillante, ni súper poderosa y mucho menos consciente de la gran batalla que le espera. Su heroína Kit Tanthalos, es una princesa que aunque se considera bad-ass no tiene experiencia alguna en el campo.
Por otro lado, Jade Claymore (Erin Kellyman) aspirante a caballero, desconoce su verdadero origen, mientras que el esperado gran heredero al trono, Graydon (Tony Revolori) es un príncipe con un pasado oscuro que lo ha empujado a ser un monarca más bien pasivo.
Y acompañados por Willow y Boorman (Amar Chadha-Patel), un criminal con experiencia en el mundo exterior, el pequeño escuadrón goza de una química inmediata que aunque al principio no los destaca como amigos, sí los posiciona con roles muy específicos a cumplir en la misión.
Asimismo, la relación entre el círculo se hace más compleja al salir a flote sentimientos entre varios de sus personajes, entre los que sin duda destacan Kit y Jade, como uno de los romances LGBTQ+ más interesantes que ha presentado la televisión hasta la fecha.
Un retrato espectacular de la fantasía
Willow es un gran ejemplo de dos cosas: que el género de fantasía no caduca, y que éste siempre podrá sobrevivir en tanto se retrate de una manera atractiva, única y que empiece a marcar el camino para otras producciones.
La fantasía vista en Willow es un gran homenaje no sólo al género, sino a la forma clásica de hacer cine: juega con animatrónicos, expone en primer plano un diseño de vestuario y maquillajes sobresalientes, y escenarios que, complementados con tecnología, se vuelven el espacio perfecto para trasladar a su público a un mundo nuevo, fresco y muy muy real.
La mayor fortaleza de la serie está en ello, en la manera en que mezcla técnicas clásicas del cine —movimientos de cámara, ángulos, efectos prácticos—, con la infinidad de posibilidades que los efectos especiales y la tecnología bien empleada pueden poner sobre la mesa.
Cada lugar, cada espacio, cada bestia y cada expresión mágica es una exquisita prueba de lo que una producción y efectos bien realizados pueden lograr: llevar a la pantalla a un mundo que hasta ahora, creíamos que no existía.
Willow ofrece una masterclass en diseño de producción, arte, fotografía y efectos especiales, destacando al volver a su aventura tan atractiva que de a momentos, pareciera que no importa nada más.
Resulta más sorprendente aún que tal calidad sea llevada a streaming, después de vivir grandes crisis en la industria de efectos especiales, por lo que se agradece que Lucasfilm no se haya reservado tan buenos visuales exclusivamente para sus mega producciones para cines.
¿La historia que esperábamos?
Willow es uno de los experimentos más interesantes de Disney+ y Lucasfilm hasta ahora, y una clara prueba de que incluso los clásicos todavía tienen mucho qué explorar.
Con una historia que recuerda grandemente a una partida de Calabozos y Dragones, la serie es una puerta que da la bienvenida tanto a los amantes de la fantasía como a los que apenas se acercan al género y buscan una vía mucho más infantil y amigable para explorar.
El lore de Willow es atractivo y de una extensión tan impactante que más allá de la serie y la película original, podría dar pie a otras aventuras basadas en su universo.
Sin embargo, aunque quiere hacer algo distinto y tiene los medios para lograrlo y para que, además de todo, sea algo grandioso, tropieza constantemente con un gran defecto: un guión y un ritmo que terminan afectando a la idea de un mundo interesante y lleno de peligros para convertirlo en aventuras y misiones secundarias que no llegan a ser lo suficientemente divertidas para querer internarse más en ellas.
Otro de sus problemas es que sabe exactamente hacia dónde tienen que ir sus personajes y por qué, pero toda esa información es retenida por el narrador de la historia y presentada a través de giros que proceden de la nada —El origen de Jade, la revelación de Elora, el pasado de Graydon, etc.—. Varios de sus descubrimientos son meramente fortuitos, felices coincidencias que solucionan los problemas fácilmente, pero de los que nunca se dieron indicios hasta muy entrado el problema.
Por otro lado su mayor conector con el clásico de 1988 es constantemente opacado por el resto de los personajes, pues más allá de su rol como mentor de Elora, Willow llega a perderse entre el gran número de narrativas que suceden a su alrededor y sin tener un propósito propio que lo haga evolucionar como personaje.
Asimismo, ocho episodios parecieran ser suficientes para desarrollar el gran camino de su heroína, y lograr que Elora pase de ser la chica de los panecillos a la gran hechicera que debería salvar al mundo. No obstante, alarga los momentos de indecisión de la misma, para compensarlos con repentinos derroches de talento que, una vez más, no tienen un gran antecedente.
Por suerte los últimos tres episodios de la temporada logran salvar varios de sus defectos, y aunque falla en actualizar su narrativa —la cual a veces recae en diálogos terriblemente desgastados—, la vuelven un gran ejemplo de cómo volver un cuento de hadas en algo tangible, real, y capaz de enamorar a su público.
