Vikings 5×8: The Joke

Visuales impresionantes de la guerra civil entre los hijos de Ragnar, un enfrentamiento brutal que dejará graves secuelas al lado perdedor.

La crudeza demuestra que en definitiva Vikings supera a Game Of Thrones en escenas de batalla.

 

The Joke es el episodio 8 de la 5ta temporada de Vikings y es uno que muchos esperábamos desde que comenzó la misma, finalmente llegamos a ver ese enfrentamiento brutal y sangriento entre los hijos de Ragnar.

Todo empieza con Ivar junto al Rey Harald y Astrid al frente de sus soldados listos para el combate, al otro lado están sus hermanos Bjorn y Ubbe, junto a quien considera la ilegítima reina de Kattegat, la siempre valerosa Laggertha. El escenario es hermoso, histórico y con el toque épico que nos acostumbra a mostrarnos esta serie.

Cada facción vikinga envía emisarios para no ir apresuradamente a un baño de sangre, de esa forma deciden cada una entregar un «rehén» para buscar la rendición de la otra parte. Al final, nadie pudo hacer cambiar el parecer o postura inicial, por lo que regresan a su lado de la inminente batalla.

El segundo intento de paz es promovido por Laggertha, quien afirma ser la reina de Kattegat porque es el reinado que armó Ragnar y que ella terminó de forjar, así mismo procura meter raciocinio a Ivar diciéndole que Ragnar debe sufrir en el Valhalla por ver a sus hijos pelear así.

«¿Ser hijo de Ragnar no es suficiente?», le pregunta Bjorn. Ivar no contesta, en su interior él quiere ser más que su padre.

Ese intercambio de argumentos finaliza con Ivar reconociendo que no quiere pelear más y que se arrepiente incluso de haber matado a Sigurd. ¿Está siendo sincero?, con él nunca se sabe, pero en ese mismo campo abierto y resguardados por una formación de lanceros identificados por los colores de cada bando, se propone un brindis (skol!) para sellar la rendición. Momentos después, Ivar le tira la bebida a Ubbe en la cara para luego gritar con ahínco y aplomo: «¡Por supuesto que quiero matar a Laggertha!», cuando minutos antes había dicho que renunciaba a esa promesa de muerte.

Y de esa forma los lanceros cambian postura para ponerse en posición de ataque. La guerra está por comenzar y qué bien se ve en una serie con una producción como Vikings.

En un santiamén tenemos a los hermanos al frente de sus ejércitos listos para pelear hasta la muerte, Ivar por su lado decide mejor trasladar un tercio de su gente, comandados por Hvitserk, para proteger los barcos, una estrategia que no resultaría la correcta. Bjorn logró adivinar los movimientos de «El Deshuesado» y los sumi los esperan con dardos venenosos que aparecen de las profundidades del bosque.

En el centro de la batalla vemos a todos gritar con todo el alma pidiendo la bendición de los Dioses mientras con sus espadas empiezan a despedazar a sus rivales. Un hombre con el brazo desprendido, un mazazo en la cara de otro, una espada enterrada en el pecho. Las escenas son gloriosamente brutales, la crudeza demuestra que en definitiva Vikings supera a Game Of Thrones en escenas de batalla.

En medio de ellos anda el Obispo Heahmund, ese soldado celestial que se alimenta de matar paganos, ese creer que es Su Llamado y siente el deber de cumplirlo. La emoción se le va de las manos y desconcertado en la batalla se desconcentra, recibiendo un espadazo que parecía mortal por la espalda.

Todo termina en la derrota de Harald y Ivar, quienes piden la retirada. Heahmund es rescatado por Laggertha, quien decide mejor quedárselo, debe sentir un respeto/fascinación por los cristianos a como Ragnar cuando descubrió a Athelstan. Y hablando de él, Alfred, su hijo, se ve más decidido a ser el nuevo rey, su visión del futuro es progresista y ya siente que el Rey Aethelwulf es de «los viejos métodos». Su madre lo alienta a seguir sus instintos, tiene madera para ser un gobernante con capacidades.

Para finalizar, Floki no la pasa bien en su isla divina, sus seguidores siguen de incrédulos y la decisión de construir un templo a Thor en vez de hogares es algo que tal vez termine pagando caro. En el fondo espero que los Dioses respondan las plegarias del espigado constructor de barcos.