«The Hour and The Day» es un episodio de introspección que se concentra en resaltar facetas humanas de los diferentes personajes de True Detective. Sí, avanza en descubrimientos de la investigación, pero se enfoca más en momentos de quiebre y confesiones muy emocionales.
Hays se enfrenta a su esposa Amelia, en una resolución que pasa de ser violenta a melancólica y, eventualmente, desemboca en una explosión sexual. West tiene que «rescatar» a un perdido Tom Purcell, quien parece buscar pleitos en bares para darle sentido a su vida. Amelia trata de ayudar a Lucy Purcell, madre de los niños, quien está devastada y ahoga sus penas en alcohol. «Tengo alma de prostituta», admite en un par de ocasiones, indicando que nunca hizo mucho para darle algo por qué sonreír a sus vástagos. Veremos incluso el llanto excesivo que aparenta ser una confesión del joven Freddy Burns, cuyas huellas dactilares fueron encontradas en la bicicleta que manejaba Will, el niño asesinado.
Los sentimientos de culpa, desaliento y desesperanza estuvieron a flor de piel en este capítulo que marca ya la mitad de la Tercera temporada.
La Iglesia
En el año 80, Hays y West visitan la iglesia a la que asistían los niños Purcell. Adentro hay fotos de pequeños tomando la primera comunión, lo que no deja una buena impresión en ninguno de los detectives. A la vez, llama la atención que solamente Will sale con los ojos cerrados. «Debió parpadear cuando tomé la foto», dice el padre.
Este religioso también les da información importante sobre el origen de las figuras de paja. Las hace una señora «buena gente» de ese mismo pueblo. Cuando la visitan, ella comenta que un hombre negro con un ojo muerto (o nigro, la forma despectiva que decían los gringos), compró 10 de esas figuras en la pasada feria local.
Esto conduce a los detectives a lo que luce como un asentamiento de afroamericanos. Así, llegan hasta un hombre con problemas en uno de sus ojos. Al interrogarlo, éste se pone a la defensiva y saca la carta del racismo, lo cual no está enteramente errado para la época.
De ese momento tenso con otros hombres que los rodean y que empiezan a desenfundar sus armas, los policías no consiguen nueva información, pero sí un vidrio roto del carro.
Hay que mencionar también el avance que hubo con respecto a los 90, cuando ya Hays vuelve a la fuerza policial por sugerencia de West, quien ya escaló en esta institución. La insistencia del afroamericano en revisar las cintas de las cámaras de seguridad de los días previos al asalto al local, donde obtuvieron huellas de Julie Purcell, da frutos.
Aunque sea de forma borrosa, pero ya localizaron el rostro de Julie viva y en edad adulta.
Fantasmas del pasado
En la línea de tiempo de 2015, Hays continúa por su cuenta con la investigación. Sus habilidades de deducción le hacen sentir que Elisa, la periodista que lo ha estado entrevistando, sabe más de lo que cuenta.
Decide hacer dos cosas para indagar más. Primero busca a su hijo para que dar seguimiento a nombres de la investigación que hizo hace 25 años. Además, pide que averigüe lo que sucedió con West.
Por otro lado visita a Elisa, quien le indica que encontraron el cuerpo del primo de Lucy, tío de los niños, en un agujero. Eso sugiere mano criminal o que quisieron callarlo por algo, lo cual somete a más preguntas tanto al espectador como a la mente de un Hays que se enfrenta a la senilidad.
En su habitación, los fantasmas de soldados vietnamitas que mató en la guerra lo rodean, no le dejan escuchar sus pensamientos…. Conjeturas y divagaciones se pronuncian a un ritmo trepidante. Hays se siente sofocado por espectros que le nublan la mente, que lo acorralan y no le permiten analizar con la claridad que tenía en sus mejores años.
Final explosivo
Brett, el nativo americano que recolecta basura, se ha hecho enemigo de un grupo de rednecks que creen que está detrás del asesinato. Ya le habían advertido que se fuera del lugar, pero éste siguió con sus labores hasta que fue descubierto por uno de los enfurecidos padres de familia.
Brett se da cuenta de que van tras él y, descalzo, emprende una larga carrera hasta su casa, donde, como todo soldado, se ha preparado para morir a puro plomo.
De la situación son informados los detectives, quienes tienen que dejar el interrogatorio al joven Freddy para resolver el asunto. Al llegar, ven a los hombres listos para repartir balas, hasta que uno de ellos decide entrar a la fuerza, justo en el sitio donde el ex-soldado puso una bomba. ¡Boom! Fin del capítulo.