En Ted Lasso, el fútbol es la excusa perfecta para contar una historia sobre caer y volver a levantarse.
Ted Lasso es un coach de fútbol americano contratado para dirigir un equipo de soccer en la primera división inglesa. Creado como un personaje para anunciar la Premier League en la cadena estadounidense NBC Sports, su actor Jason Sudeikis y el guionista Bill Lawrence vieron en él, potencial para crear una serie homónima estrenada este año en la plataforma Apple TV +.
El problema más grande de adaptar la historia de Ted a una narrativa serial, era responder una pregunta clave que le brindara verosimilitud a la premisa: ¿cómo a un entrenador colegial se le otorgaría la confianza para dirigir un conjunto profesional en un deporte que desconoce? ¿qué personas estarían dispuestas a tomar este reto? Bueno, pues encontraron la respuesta y en el camino desarrollaron uno de mis relatos favoritos en este año.
La caída como punto punto de partida
La vida esta compuesta por claroscuros entre los que transitamos como si aceptáramos a participar en una montaña rusa, aveces estaremos disfrutando las emoción de su cima y en otras ocasiones sufriendo en la caída, las/os implicadas/os en esta narrativa se encuentran en ese último punto.
Rebecca interpretada por Hannah Waddingham, acaba de hacerse dueña del AFC Richmond tras el divorcio con una pareja que la engañaba y junto a la que estuvo muchos años a su costado, como acto de venganza la misma decide destruir aquello que su ex marido más amaba: su club de fútbol. Por ello decide contratar a un total desconocido en el medio esperando el colapso total.
Así se acerca a un entrenador de americano que labora en Kansas: Ted Lasso, quien igualmente no pasa por sus mejores momentos, pues lleva un tiempo teniendo problemas con su esposa, y aconsejado por su terapeuta matrimonial acepta alejarse un tiempo con la esperanza que ello pueda sanar su relación.
La trama embarca a dicho/a protagonista en la dinámica de un equipo y personas relacionadas al mismo que pasan por algo similar: un talentoso futbolista que esconde bajo su egocentrismo su miedo a ser lastimado, un veterano sin el hambre que lo llevó al éxito, un joven frustrado lejos de su hogar y cultura, una modelo que quisiera ser apreciada y valorada por el talento y persona que va más allá de la belleza.
El optimismo de Lasso, su filosofía de interesarse por el bienestar de las/os otros/as más allá de lo logrado o no en la cancha, es el punto de inflexión para subvertir la dinámica de todas/os y recíprocamente la suya.
Pero antes de arrojarnos a temas más densos, la serie se encuentra plagada de detalles/referencias al deporte y cultura pop que permiten construir el realismo y ambientación del relato, que estoy seguro que cuando aparezcan encantarán a sus espectadores/as: desde referencias al amarillismo periodístico de diarios como The Sun, pasando por la multiculturalidad en los vestuarios ingleses o el efecto Delia,hasta chistes sobre Martin Scorsese.
Nuestras heridas emocionales
Aunque lo suscitado en los partidos marca un punto de inflexión en el desarrollo de los eventos y reflexión en sus protagonistas, pocas veces nos detenemos en ellos, pues el corazón de la narrativa se embarca en el arco emocional de sus personajes.
Cada uno de ellos/as se encuentra en punto distinto de la montaña, algunos llevan su cotidianidad en la cima, otras/os van en pleno ascenso, mientras los demás acaban de caer y darse un golpe duro. Quizá por mi emocionalidad actual me identifico y por lo tanto me parece más atractivo el camino de estas/os últimos/as.
La serie no busca aleccionar sino compartir sus cicatrices, conforme avanza la historia Rebecca aprende que enfocar su tristeza en forma de odio no sólo la continúa lastimando sino que también daña a las personas a quien quiere. Por su parte, Lasso entiende que por más dolor que evoque para su persona, quizá lo mejor para aquella a quien ama es dejarla ir, llorar pero levantarse con una sonrisa y seguir adelante siendo una mejor versión de si mismo, donde no pierdas la curiosidad y empatía con las/os demás.
Aunque en su morfología se fundamenta sobre una narrativa convencional, su relato se aleja de los clichés: sus personajes ganan y pierden dentro / fuera de la cancha, caen/ se levantan/ vuelven a caer, se encuentran consigo mismos y en el apoyo en amistad o pareja, pues las personas correctas atravesarán contigo todo los retos y dichas que se presenten en el camino.
Enseñanzas orientales
Hay una leyenda china que se utiliza como paralelismo de la perseverancia, en ella se narra la historia de un pez koi que tras 100 años de nadar contracorriente una cascada, logra ascender/cruzar el umbral que separa el mundo mundano con el de los dioses, razón por la cual estos últimos deciden premiarlo convirtiéndolo en un dragón dorado.
Cuando suele contarse esta fábula se suele omitir un dato muy importante: los peces tienen una pésima memoria, quizá no los 30 segundos que hace algunos años se suponía, pero si 12 días. Por lo que la tenacidad de su protagonista podría verse cuestionada.
Dependiendo de donde se vea, afortunada o lamentablemente las personas no contamos con esa capacidad de olvidar tan rápido. Nuestras derrotas personales, laborales o amorosas nos acompañan por un buen tiempo.
Sobre dicha emociones y como menciona Ted Lasso hacia el final de temporada, sólo toca vivirlas: llorar, enojarse o lo que nuestra alma nos indique, pero aprender de los peces dorados. No en el ámbito de olvidar porque las/os humanos no tenemos esa capacidad, pero si de levantarnos y tomar lo vivido como una experiencia que nos permita seguir hacía adelante siendo una mejor versión de nosotros/as mismos/as.
En unos bellos versos, Jorge Drexler canta “aunque parezca mentira, tu corazón va a sanar y luego volverá a romperse”. Ted Lasso habla de ese proceso inevitable y repetitivo a la existencia, pero si me permiten realizar una analogía con los peces dorados y Pokémon: quizá hoy/mañana o algunas semanas toque sufrir y te sientas como un Magikarp, pero lo importante es siempre levantarte de ello como un majestuoso Gyarados.