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Pinocho: ¿Una perturbadora adaptación?

La historia de Pinocho tiene una nueva adaptación al live action, ¿es una más del montón o propone algo nuevo?
Pinocho: ¿Una perturbadora adaptación?
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La historia de Pinocho tiene una nueva adaptación al live action, ¿es una más del montón o propone algo nuevo?

Entre los años de 1881 y 82, el italiano Carlo Collodi realizó una serie de tiras ilustradas que llevaban por nombre: Aventuras de Pinocchio, las mismas eran publicadas en el diario Giornale Per I Bambini, y seguían la historia de una marioneta creada por un humilde carpintero llamado Gepetto, la cual adquiriría vida y se enfrascaría en una serie de desventuras, como resultado de desobedecer a su padre. 

Juntos a los cuentos de los hermanos Grimm, este relato fue retomado para convertirse en una de las primeras adaptaciones animadas a cargo de Disney, específicamente se trató del segundo largometraje realizado por el estudio posterior a Blancanieves y los siete enanos. 

Pinocho

Como muchas de las películas a cargo de la compañía del ratón, probablemente las  imágenes que forman parte de nuestro inconsciente colectivo al mencionar a los personajes escritos por el italiano y los alemanes, vengan de sus representaciones fílmicas kid friendly. 

Pero a lo largo de los años que conforman la historia cinematográfica, hemos visto diversas interpretaciones de los textos originales protagonizados por Pinocho: desde la perspectiva satírica en filmes como Sherk, hasta el pertubador fracaso comercial que  resultó ser la obra homónima en 2002, donde Roberto Benigni decidió dar vida a un deseo inacabado de Federico Fellini, interpretando al niño de madera cuando el actor tenía 50 años. 

En una época donde algunos de los grandes clásicos de Disney como La Cenicienta o La bella y la bestia han sido llevados al live action, quizá no nos resulte extraño ver una nueva adaptación de Pinocho bajo estos términos, aunque esta producción ocurre lejos de los estudios animados estadounidenses, específicamente su origen radica en Italia y en las preocupaciones artísticas de un cineasta como Mateo Garrone. Pero esta nueva versión, ¿aporta algo nuevo o se convertirá en una más del montón? 

Pinocho

Tallando la marioneta 

En esencia el guión de Matteo Garrone y Massimo Ceccherini se mantiene fiel escrito original de Carlo Collodi, esto quiere decir que el relato posee una estructura episódica, en donde se sigue a Pinocho a través de una serie de eventos trágicos que todas las personas espectadoras conocemos, las cuales llevarán a su protagonista por el mismo camino de redención y aprendizaje. 

Lo novedoso del largometraje se fundamenta en la tonalidad que su director le imprime al relato: un tratamiento realista y oscuro que nos recuerda su labor en la laureada  Dogman, donde el relato con inspiración en el thriller, gira en torno a un veterinario de la periferia en Roma, quien harto decide vengarse de la explotación perpetrada por un abusador del barrio.

Curiosamente dicho matiz narrativo combina a la perfección con el texto primigenio, ya que a diferencia de lo propuesto en el clásico realizado por Disney en 1940, la historia de Pinocho posee una serie sucesos que la convierten en todo lo contrario a un lindo cuento de cunas: pues dentro de su mundo se suscitan desde secuestros hasta asesinatos. 

Pinocho

Garrone entiende esta esencia de la obra y realiza una interesante combinación entre los géneros de fantasía y terror, dotando a la película de una estética grotesca y perturbadora: llena de animales antropomórficos que combinan técnicas de maquillaje tradicional y CGI, una paleta de colores oscura e instantes aterradores. 

Las actuaciones son otros de los puntos fuertes del filme, donde cada una/o de los/as intérpretes realizan un excelente trabajo abrazando el tono exagerado y fársico que les exige la trama. 

Curiosamente el largometraje funge como medio por el cual, Roberto Benigni encuentra redención de su horrosa adaptación que le valió 6 nominaciones a los Premios Razzie -los cuales son otorgados a lo peor de la industria en el año-. Y esto lo logra  gracias a su interpretación de Gepetto, donde nos recuerda a su papel paternal en su trabajo más famoso: La vida es bella

Pinocho

I’ve got no strings

Aunque esto último me fascina de la película, eche de menos un tratamiento distinto en lo referente a la moraleja de Pinocho, pues a mi parecer es un mensaje que se ha quedado bastante anquilosado a las “buenas costumbres”: donde cualquier elemento que desafíe a la autoridad debe ser castigado, mientras que la concientización experimentada por su personaje, surge como una decisión a partir del miedo. 

Sin embargo, Matteo Garrone compone una adaptación en donde se vislumbra un genuino interés y perspectiva autoral, la cual se ve reflejada en la propuesta audiovisual, dejando la vara muy alta para las próximas reinterpretaciones del relato, como la que prepara Guillermo del Toro para Netflix

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