Una pieza de arte que aunque roza con lo pretencioso sí tiene argumento para ser de culto.
Hay filmes que te transportan a lugares que jamás has visitado y que probablemente no querrás hacerlo jamás. El término venganza tiene otro tinte en Only God Forgives; película que los hará recorrer pasillos sangrientos y lúgubres que nunca olvidarán.
La estética y trabajo artístico que verán es simplemente majestuoso… colores imponentes combinados con un juego de sombras e iluminación que atraen ansiedad. En medio están unos personajes que no poseen muchos diálogos, cuyas miradas y motivaciones son complicadas -pero no imposibles- de interpretar.
Es necesario sentarse a analizar cuando termina la película para comprender su mensaje. Sobre todo luego de pasar hora y media viendo desmembramientos y torturas que parecen carecer de propósito.
El plot general puede que sea simple; criminales americanos en Bangkok que pasan sus noches en prostíbulos, mientras hacen negocios de drogas en un club de muay thai. Las cosas salen mal cuando Billy -un depredador sexual violento y misógino-; entra a un local buscando tener sexo con una menor de 14 años, al no encontrarla, arremete golpeando a unas trabajadoras sexuales.
Luego se dirige a otro sitio donde trabaja una joven de 16 años, la cual viola y asesina brutalmente. Esto da entrada a Chang, un policía que imparte justicia divina con su espada. Éste encuentra al padre de la menor y le da la oportunidad para que haga ley con sus propias manos. Dicho hombre lo cumple, pero no se salva del castigo de Chang, quien le corta ambas manos con su arma filosa.
¿Por qué ese castigo? Chang representa un poder superior que aplica sanciones letales a aquellos impuros, ensombrecidos por la venganza. Eso es lo que aparentemente ha visto Julian (Ryan Gosling), hermano de Billy, quien alucina con este «Dios» que puede salvarlo de su tormentosa existencia.
Julian no habla mucho y es un hombre que actúa según se lo indiquen. Por ello no duda cuando su madre Krystal; una mujer soberbia, cruel, manipuladora y con tendencias incestuosas le pide que vengue la muerte de Billy.
Desde entonces comienza una búsqueda personal por parte de Julian hacia este mítico personaje Chang; quien pasa ratos en un karaoke mientras policías con posiciones congeladas lo veneran casi sin parpadear. Mientras, Krystal contrata matones para que se encarguen de aniquilar al de la espada, ya que sabe estuvo involucrado en toda la barbarie.
Eventualmente llega el «Wanna Fight?«, una escena muy comentada; en donde Julian se enfrenta a puño limpio con este hombre cuya rostro parece inamovible. El resultado es adverso para el americano, en lo que puede describirse como una verdadera y gráfica paliza.
Entre todo eso tenemos muchas escenas contemplativas, no es en vano que muchos críticos citen a Tarantino y a Lynch como referencias; la oda a la ultra violencia sumada a la selección de planos y silencios perturbadores cumplen esa misión. Así mismo hay momentos que prestando más atención cobran significado, aunque en primera instancia generaran confusión.
La sexualidad o falta de la misma está implícita alrededor de la película… Las manos de Julian son un elemento de interpretación, así como su fascinación por ver a Mai, trabajadora sexual, darse placer a ella misma. Igualmente los sueños lúcidos pueden enredar la trama al no saber qué es real; pero ayuda a que comprendamos que Julian no es un hombre con una mente común.
En el último tercio del filme comprendemos mejor la relación entre Julian y su madre; qué fue lo que pasó con su padre y un poco del por qué él tiene un comportamiento tan errático. Quizás no justifique algunas situaciones grotescas, pero da cierto contexto.
El final para algunos resulta decepcionante y es comprensible. Al salir los créditos la sensación interna es de imprecisión… ¿qué acabo de ver?, se dirán muchos. Por eso es importante dar una lectura más profunda y comprender que existe una verdadera liberación de culpa cuando Solo Dios Perdona.
Veredicto
Definitivamente el filme dirigido por el polémico Nicolas Winding Refn no es para todo público. Es de esas encrucijadas del séptimo arte en donde lo odias o lo amas, sin término medio. En lo personal lo recomiendo si gustan de los significados escondidos, fotografía de calidad y dirección artística de alto nivel.
Sin embargo, si buscan una cohesión y coherencia de guión se decepcionarán; pero deben darle una oportunidad por ser una pieza de arte que aunque roza con lo pretencioso sí tiene argumento para ser de culto.