NO, es la historia bien contada sobre un acontecimiento que marcó un punto de inflexión en la vida de una nación. En donde uno como espectador no solo se entretiene y disfruta; sino también comprende los aconteceres político-sociales de toda Latinoamérica de finales del siglo XX.
Regresando el transcurso del tiempo unas décadas al pasado, el mundo vivía en un estado de convulsiones sociales y políticas; con las que se extinguieron en europa ideales expansionistas bajo el yugo de la guerra. Al mismo tiempo, surgieron nuevas naciones, afiliaciones políticas y formas de ver el nuevo mundo en su cambiante orden diplomático.
Latinoamérica, por supuesto, no se quedó atrás. Pasados un par de años; diversos países a lo largo del inmenso continente adoptaron y propagaron entre sus ciudadanos y políticos; ideas tan ajenas y lejanas como lo era socialismo. Naciones como Chile, por mencionar alguna, no tardaron en adaptar esta forma de gobierno. Sin embargo, sectores de la población estaban en contra de este nuevo régimen de izquierda; por lo que en 1973 se llevó a cabo un golpe de estado mediante el cual se destituyó al presidente Salvador Allende, abriendo paso a la llegada de Augusto Pinochet al poder.
Bajo esta perspectiva y contexto es que se sitúa la cinta chilena NO.
Estrenada en el 2012, basada en la obra teatral El plebiscito y dirigida por Pablo Larraín; la película NO aborda como principal personaje a la nación chilena; retratando el acontecer social del año 88’ y el inminente hartazgo producido por una dictadura militar de 15 años encabezada por Pinochet.
Gael García Bernal da vida a René Saavedra, un exitoso publicista que labora en una gran agencia en Santiago. Él es invitado por Urrutia (Luis Gnecco) al grupo político que está en contra de la dictadura, y del cual Urrutia es parte; a aportar su punto de vista como profesional acerca de un anuncio comercial que se planea lanzar al aire en televisión nacional. Saavedra, sin comprenderlo completamente; a partir de ese momento se suma a la campaña política en contra de Augusto Pinochet y todo el gobierno e instituciones que apoyan al presidente.
Ya completamente dentro del proyecto de plebiscito; al que se someterá la ciudadanía chilena para votar en urnas a favor de la continuidad de un gobierno autoritario, o en contra de la dictadura y a favor de la democracia; Saavedra, junto con Urrutia, Guzmán (Alfredo Castro) y compañía, planean una estrategia publicitaria con la cual tratarán de convencer a la gente a favor de un cambio de gobierno. Para ello es que crean videoclips, jingles y más recursos televisivos como herramientas de concientización a todo el espectador que lo mire.
De esta manera, entre un proceso creativo al que se sometió todo el equipo, con las fricciones y enfados que esto conlleva; el también padre de familia René Saavedra, divide su tiempo intentando consolidar momentos de calidad con su familia, principalmente con su pequeño hijo; y el trabajo que hace a escondidas de todos como responsable de la campaña publicitaria a favor del cambio. Consiguiendo, poco a poco, el apoyo de cada vez más personas que comparten el ideal de un futuro esperanzador para Chile.
Cabe destacar como una de las principales características que se atribuyen a películas ambientadas en épocas pasadas, además de un sello en los inicios de la carrera cinematográfica de Larraín, el manejo muy particular de la cámara a lo largo de la cinta. No sólo se distingue por el uso excesivo, y en ocasiones agotador; de primeros planos, close up, y las trepidaciones propias de un filme rodado con cámara en mano; sino que abunda en la fotografía una característica y poco convencional paleta de colores. Con mucha frecuencia resaltan colores primarios y chillantes que difícilmente pasan desapercibidos, mismos que dan como resultado un desconcierto al espectador; ya que no hay cabida para esos detalles que parecieran impuestos por el director, y que ciertamente no aportan nada a la historia.
Como contraparte, no olvidando algunos grandes huecos argumentales propiamente del guión en los que no se obtiene ninguna explicación; las actuaciones de Bernal, Gnecco, entre otros, son aceptables sin caer en lo extraordinario. Cada actor realiza su trabajo acorde a lo que la propia historia le demanda, no cayendo en excesos y sobreactuaciones en momentos clave de la cinta.
En conclusión…
NO, es una historia bien contada sobre un acontecimiento que marcó un punto de inflexión en la vida de una nación. Los aconteceres y situaciones en los que se desarrolló la cinta; fácilmente acompañan al espectador décadas al pasado para situarlo en los 80’s; y con ello poder palpar, casi de primera mano, como un hartazgo social puede generar grandes cambios en la política de su país.
Entre contextos propios de la trama y los eventos ocurridos a lo largo de la misma; uno como espectador no solo se entretiene y disfruta; también comprende, a través del pasado de una nación, los aconteceres actuales de los países de Latinoamérica. A pesar de que la historia que se cuenta en la película está situada hace casi 30 años, no nos es de todo ajena ni desconocida.