Yorgos Lanthimos regresa con Nimic en un formato completamente nuevo, y es con su marcado estilo que logra una vez más sumergirnos en una corta historia de terror psicológico.
Nimic, emitido exclusivamente en Mubi, es el nuevo cortometraje del cineasta griego Yorgos Lanthimos (La favorita, The Lobster, El sacrificio del ciervo sagrado) que nos sumerge en la vida cotidiana de un hombre que se ve expulsado de su propia existencia. La historia fue coescrita por el director junto a su colaborador Efthymis Filippou (Alps: los suplantadores, The Lobster, Chevalier) y filmada en la Ciudad de México.
La historia es un compendio de lo que ya nos tiene acostumbrados Yorgos Lanthimos en sus largometrajes. A través del tema del doppelgänger (alter ego), nos cuenta la historia de un hombre seguido hasta su casa por una mujer (Daphne Patakia) atravesada por casualidad en un tren, pero que acaba robándole su vida. Así, el personaje de Matt Dillon (There’s Something About Mary,The Outsiders), padre de 3 niños pequeños y esposo amoroso, es rechazado por su propia familia.
El director vuelve a poner en escena momentos de la vida cotidiana que parecen banales, pero que rápidamente se vuelven extraños o incluso aterradores. Sus temas favoritos se hacen presentes como el sufrimiento de una sociedad, las inestabilidades e inseguridades.
La importancia de su sonido
El trabajo sonoro es parte de la identidad del director y NIMIC no es una excepción. En las películas de Lanthimos, la música no es una simple herramienta, se convierte en un personaje y conoce su propia dinámica. Juega con la intensidad y pasa de un sutil acompañamiento ambiental a las escenas intensas con el violonchelo que infunde una tensión y gravedad persistentes en cada escena. Los sonidos pasan de los tonos bajos a los altos, de los ruidos fluidos y ligeros a la pesadez de la orquesta.
El sonido es parte fundamental y lo maneja como un personaje. Las escenas sonoras creadas para esta película ocupan un lugar primordial, están todo el tiempo presentes, pero también sus sonidos sin armonía son sorprendentes. La música golpea al espectador desde los primeros segundos con una armonía dramática y pesada.
La extrañeza de su Estética
Con una casa como escenario principal, un ambiente aparentemente tranquilo y personajes con vidas aburridas que parecen robotizados, el cineasta logra elevar la angustia a lo largo de la historia. El cortometraje tiene una estética muy clara: todo está ordenado y simétrico. Si bien esta claridad es a menudo sinónimo de pureza, dulzura y calma, en NIMIC crea una atmósfera extraña en donde todo es perfecto. Así, la luz es fría, los personajes vacíos como maniquíes y casi deshumanizados.
Las elecciones visuales tienen un impacto bastante significativo en la pantalla, con los movimientos de la cámara, y los populares lentes ojo de pez en las películas del director, aportan mucho a la estética de grandiosidad y perfección. También, es con la edición dinámica y los cambios rítmicos de planos que la trama cobra vida. Así, todo se vuelve expresivo y provoca multitud de sensaciones. Nimic quiere molestar al espectador, desestabilizar sus sentidos y provocar la extrañeza de la trama con sus técnicas de realización.
Al final, el cortometraje es una obra inquietante que ofrece pocas respuestas a las muchas preguntas sobre identidad y pertenencia que plantea. Además, cuenta con muchos de los rasgos que se han asociado con Lanthimos a lo largo de su carrera, como la sensación de pesadilla que se propaga a lo largo de la historia.