Netflix acaba de estrenar la tan —o tal vez nada— esperada adaptación de Saint Seiya. Mejor conocida como Los caballeros del zodíaco, Saint Seiya es una serie anime muy querida en México y Latinoamérica que cuenta con una gran cantidad de seguidores en nuestra región y en muchas otras partes del mundo.
Es bien sabido que siempre que se anuncia una nueva adaptación de una historia entrañable, se despiertan muchas opiniones y críticas. Esta vez no fue la excepción, sobre todo porque en años recientes Netflix no ha sabido dar en el clavo cuando se trata de adaptar series de anime, o libros a películas, o películas a series… Dejémoslo en que no ha sabido dar en el clavo en la mayoría de las adaptaciones. ¿Ocurre lo mismo con Saint Seiya?
ADVERTENCIA: ESTE REVIEW CONTIENE SPOILERS IMPORTANTES
El tono
Empecemos con el tono de la serie, porque de aquí parte casi todo. Los que llegaron a ver la animación clásica saben que el discurso y la historia eran bastante fuertes. Había batallas todo el tiempo donde el derramamiento de sangre era inevitable, y ése era uno de los mayores atractivos de la serie.
En la versión de Netflix encontramos con un tono mucho más relajado. Es cierto que no es la primera vez que vemos una adaptación con este tipo de ligereza —sólo hay que recordar La Leyenda del Santuario o Saint Seiya Omega, las cuales trataron de ser mucho más accesibles para las audiencia—, pero aquí la diferencia del tono es mucho más marcada que las antes mencionadas, y tal falta de “fuerza” termina por castigar en demasía a la historia.
Sí es Saint Seiya (o al menos lo intenta)
En años recientes hemos visto diversos spin-offs, secuelas, reboots, etc… que se han mantenido dentro de lo que conocemos, pero que también han aportado elementos nuevos, muchas veces haciendo un poco difusa la esencia de los Caballeros del Zodíaco.
Esta adaptación logra mantener la identidad original de la historia, reuniendo piezas características con las cuales ya estamos familiarizados, a pesar de que han pasado 30 años desde que se lanzó el manga.
Se nota la esencia de la serie clásica, sí. No obstante, a veces ésta se confunde con la nostalgia que alguien que creció viendo la serie puede tener. Ése es justo el principal gancho de Saint Seiya para tratar de conseguir que nos sentemos a ver los 6 capítulos completos.
De hecho, la nueva versión copia de forma casi idéntica algunos momentos muy específicos de la historia: la batalla por la armadura de Pegaso, la batalla contra Fénix, entre otros. Además, la línea sobre la que se rige la trama —que cuenta con algunas vueltas que no habíamos visto— sigue con bastante fidelidad la historia original.
Curiosamente, Saint Seiya se salta algunos detalles muy importantes y opta por tomar elementos de otras versiones. Por ejemplo, las armaduras que transportan en placas en el cuello, tomadas de Legend of Sanctuary, o la copa que aparece en algunos capítulos de Next Dimension.
Lo nuevo
La verdad es que no hay muchas cosas nuevas, pero las pocas que se pueden encontrar resultan bastante interesantes. El primer antagonista, Vander Graad, o cómo se mezclan los conceptos de los caballeros negros y los caballeros de acero en uno solo, son de lo más acertado. Asimismo, la forma en la que se incluye a Cassios dentro de esta historia es un gran acierto.
Lo mejor, sin duda alguna, es la incorporación de la “profecía” en la que Athena fallará su misión de proteger la Tierra, ya que esto es lo que permitirá sacar ventaja en el futuro.
A pesar de los cambios, se respeta la esencia de los personajes, lo que es uno de los puntos más importantes. Las personalidades de los protagonistas no se modifican en lo absoluto respecto a sus conrrespondientes animados, hecho que de pronto tiende a suceder en otras adaptaciones.
El cambio más polémico
Desde antes de su estreno, uno de los anuncios más controversiales fue que Shun sería mujer en esta nueva adaptación; siendo una de las modificaciones que más molestó y preocupó a los fanáticos. Pero, pese a lo que se esperaba, el cambio resulta completamente irrelevante. No aporta absolutamente nada a la trama y, de hecho, se convierte en una de las mayores decepciones. Si ya se aventuraron a hacer un cambio tan radical, al menos hubieran tratado de sacarle mayor provecho.
Lo malo
Saint Seiya tiene un par de graves problemas. El más notable tiene que ver con el ritmo y la forma en la que se cuenta la historia. Saint Seiya es en esencia una historia de acción, con constantes y numerosas peleas. En esta versión, las batallas son dejadas de lado y las pocas que tenemos, son demasiado breves, haciendo difícil involucrarse con los enfrentamientos entre caballeros.
El otro, tiene quever con el desarrollo de la historia y de las situaciones, pues algunos sucesos que estamos acostumbrados a ver en 3 o hasta más capítulos, aquí duran a lo mucho uno o dos, lo que porovoca que bastantes situaciones sean mostradas en segundos. El peso dramático de Saint Seiya es nulo, y aunque se entiende que muchos no esperen que una historia así tenga cierto dramatismo, los momentos conmovedores y emocionantes eran clave de Los Caballeros del Zodíaco clásicos.
Por último, sobre el asunto del doblaje, si bien está presente la mayoría del elenco original, hay dos excepciones que pesan demasiado. En este sentido, desafortunadamente la nueva voz de Pegaso no llega a la altura de la original y, de hecho, es de los detalles que más dificultan apreciar esta serie.
En conclusión
La serie es fallida. Con alugnos aciertos, pero fallida al final de cuentas. La adaptación busca llegar a audiencias más jóvenes y refrescar la franquicia, pero no lo logra. Es poco emocionante y demasiado breve como para realmente enganchar con los espectadores. Lo peor es que ni siquiera la nostalgia es suficiente como para hacer que los fans de antaño se interesen en ella más que para criticarla.
Saint Seiya ha sido una serie muy castigada, ya sea con series inconclusas o spin-offs que no acaban de funcionar. La adaptación de Netflix es una más, y de hecho parece la peor lograda de todas hasta el momento. Aún no se sabe si habrá una segunda parte, pero considero que no hay inguna razón para continuar.