En Peppermint, bajo la dirección de Pierre Morel (Búsqueda Implacable), Jennifer Garner buscará vengarse de los narcotraficantes que asesinaron a su familia.
La experiencia de Garner en el género de acción no es reciente. La serie de ALIAS (2001-2006), su rol como Elektra Natchios en la cinta Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003) y su participación en El Reino (2013-2017); permiten ver que es un ambiente en el que se desenvuelve con naturalidad. Ahora con Peppermint (Pierre Morel, 2018), deja el dramedy de lado y vuelve recargada a patear traseros en la pantalla grande.
En síntesis…
Riley North (Garner), madre, esposa y mujer trabajadora, tenía una vida normal hasta que una desgracia cambió su vida. La noche del cumpleaños de su hija, después de pasear por la feria y comer helado, unos sicarios acribillan a sus esposo y su pequeña frente a sus ojos. Ella resulta herida, pero sobrevive al terrible ataque.
Días después de salir del hospital, acude a la comisaría de Los Angeles para identificar a los sospechosos. Por si no fuera suficiente haber perdido a su familia en un instante, el abogado de los malhechores aparece en su casa para intentar persuadirla de abandonar el asunto.
El juicio resulta aún peor, los gatilleros son liberados por «falta de evidencia contundente», mientras que Riley explota en ira y es sacada a rastras de la corte. Ya en la ambulancia, escapa de las autoridades para desaparecer por 4 años. Su regreso es notorio y sus intenciones muy claras: asesinar a todos los responsables de la muerte de sus seres queridos.
¿Vale la pena?
Si te gustan las películas de acción, eres fan del trabajo de Morel o de Jennifer Garner, seguramente disfrutarás Peppermint. Su formato posee cierto encanto; estéticamente, en algunos momentos recuerda al obligado clásico noventero Jóvenes Brujas (Andrew Fleming, 1996). La cinta no intenta ser otra cosa que lo que promete en el trailer, por lo que se agradece su honestidad.
La trama cliché, lo predecible del guión y las frases «matonas» soltadas a granel pasan a segundo término porque sabes perfectamente a lo que te atienes desde que entras a la sala: balazos, persecuciones y una dulce venganza.
Con 90 minutos de duración, esta cinta, traducida como Matar o morir, es una perfecta opción para pasar tiempo en el cine y disfrutar el combo más engordador de la dulcería.
En conclusión…
No es la película del año, pero su mérito radica justamente en eso. Desde el minuto uno, Matar o morir adopta su personalidad y no pretende otra cosa que mostrar lo badass que puede ser Garner.
En México, coloquialmente, a estas cintas les decimos «churros» o «palomeras»; más que un gusto culposo, pueden llegar a ser una válvula de escape y un refugio de la abrumadora rutina.
Desde septiembre, las críticas estadounidenses la están haciendo pedazos. La han marcado como un «punto bajo en la carrera de Garner» e incluso la han etiquetado como «un retroceso al movimiento #MeToo«. Ambos extremos están fuera de proporción. En lo personal, sólo puedo decir que si quieres saber qué pasaría si una sobrina de Bryan Mills entrenara con Ronda Rousey y practicara tiro con John Wick, no puedes dejar de ver Peppermint.