Basada en la película homónima dirigida por la israelita Nadav Lapid estrenada en 2014, la cineasta neoyorquina Sara Colangelo regresa después de su angustiante y bien recibido debut (Little accidents, 2014) para contarnos en La maestra de kínder un drama sobre las frustraciones de la maternidad, la supervivencia del talento y la ambigüedad de las segundas oportunidades.
1. La madre de familia
Lisa Spinelli (Maggie Gyllenhaal) es madre de dos hijos adolescentes, Josh (Sam Jules) y Lainie (Daisy Tahan), y esposa de un monótono y aburrido gordito Grant (Michael Chernus).
A pesar de haber tenido un rezago educativo en su juventud, Lisa ahora trabaja como maestra de kínder y asiste a un taller literario por las tardes. También le gusta escribir poemas. A sus hijos, en cambio, los estudios no parecen interesarles mucho. Josh, incluso, desea abandonar la escuela e ingresar a la Marina; mientras que Lainie sólo tiene cabeza para pensar en amigas y novios. Nadie muestra deseos de leer un libro y, por si faltara, cuando Lisa decide compartirle a su esposo un haiku que escribió, éste no se esfuerza ni un poco en descifrarlo.
Todos ellos viven en un barrio de clase media en Staten Island, uno de los lugares más olvidados de Nueva York. No parece haber preocupaciones económicas, ni de ningún otro tipo. La vida de Lisa se apaga y desnuda su hastío cada vez que llega a casa. Mientras que afuera todo florece, adentro todo es de cemento: gris, duro, estéril.
2. El maestro del taller
El mexicano Gael García Bernal interpreta a Simon, el maestro del taller literario al que Lisa asiste cada semana. Allí ella comparte sus poemas, pero no consigue más que comentarios vagos. Sus versos no sugieren ninguna emoción en los demás, a pesar de su esmero.
Simon ni siquiera la nota, sino hasta que le escucha un poema inusitado, pequeño, llamado «Anna». A partir de allí, le pone más atención, elogia la fuerza y la novedad de sus textos. Es por eso que la invita a una lectura pública, no sin antes intentar acostarse con ella. Después de ese evento todo cambiará y el personaje de Simon simplemente desaparecerá de la película.
3. Las caras de la literatura
Los talleres literarios, quien haya estado en uno sabrá a qué me refiero, son espacios repletos de trampas y simulaciones, pero también de aspiraciones -sueños- y buenas intenciones.
Recientemente la novela visual, o juego para PC, Doki Doki Literature club (Dan Salvato, 2017) capturó con magistralidad las envidias, los engaños y todo ese lado perverso que hay detrás de un grupo de gente sentada hablando de los textos de los demás. Por el contrario, la película El taller de escritura (Laurent Cantet, 2017) es un claro ejemplo de cómo hablar sobre literatura puede reorientar la vida de las personas hacia un cambio profundo.
En La maestra de kínder nada de esto funciona bien. El carácter de Simon es impreciso, lo que lo convierte en la parte más débil de la película. Por momentos arrojado y despreocupado, pero al final bastante ingenuo y conservador, sus transformaciones no están bien resueltas dentro del guion, que además resulta ser bastante condescendiente con Gael García Bernal (poniéndolo a, o concediéndole, decir groserías en español, por ejemplo).
Más allá de esto, el taller literario funciona como el espacio gozne de Lisa, donde el deseo se interpenetra con la realidad hasta disolverla por completo.
4. La maestra de kínder
Al final de una de sus clases, Lisa escucha a uno de sus alumnos recitar algo mientras camina de un lado para otro en el salón. Como sonámbulo, en trance. Se trata de Jimmy (Parker Sevak), un niño bastante común pero con un extraño talento: hace poemas. Pero no poemas guiados por el sonsonete de la canción infantil, sino poemas que revelan una madurez emocional y una capacidad de abstracción poco frecuente en un niño de su edad. El poema se llama «Anna» y Lisa no tarda ni un minuto en transcribirlo.
Jimmy, lo descubrimos después, vive con su padre, un empresario dedicado a los clubes nocturnos que contrata strippers para que cuiden a su hijo. Evidentemente ni él ni las strippers tienen interés en cultivar el talento del niño.
Una de ellas, Becca (Rosa Salazar), sólo conseguirá garabatear los poemas que escuche que Jimmy diga mientras esté en casa. Pero eso no es suficiente para Lisa. Si Mozart tenía un bonche de mujeres que lo aderezaban día y noche para que él sólo pensará en la música, ¿por qué Jimmy no podría tener algo parecido?
5. El poeta olvidado
En ese pequeño genio, esa gema en bruto, es que Lisa cifra las aspiraciones de su futuro. Cuidarlo a él, hacer que su talento crezca y llegue al mundo, puede ser su nueva misión. ¿Y su familia? Caso perdido. Jimmy se revela como una oportunidad para comenzar de nuevo.
Es aquí donde La maestra de kínder se despliega como thriller. El cuidado y la preocupación muy pronto se convierten en una obsesión sin límites. Lisa, por ejemplo, preferirá hablar por teléfono con su alumno de 5 años en vez de tener sexo con su esposo. El secuestro, en ese sentido, no resultará sorpresivo, pero sí su desenlace donde Colangelo conjunta lo más ingenuo e inocente de la niñez con lo más despiadado y descorazonado del mundo adulto.
Un lago, un hotel, un baño y una patrulla se conjugarán para explotar en un final tan desconcertante como abrupto.
Sí: el mundo es ingrato con todo aquel que quiere cumplir sus sueños y no tolera que nos salgamos del guion para lograrlo. ¿Y los poemas? Podrán seguir existiendo, pero la verdad es que a casi nadie le interesará escucharlos. Mucho menos a la policía.