I Care a Lot es una las apuestas fuertes que Netflix lanza para la temporada de premios, ¿logrará colarse entre las cintas nominadas?
Me considero un gran fanático de las heist movies, y aunque propiamente no son un producto de su cinematografía, quizá la industria donde han aflorado los grandes ejemplos de este subgénero ha sido en Hollywood, aunque fuera de la misma, podemos encontrar grandes ejemplos como Bande à part de Jean Luc Godard.
Sin embargo, los nombres con los cuales estamos más relacionados a la hora de conversar de filmes, donde su narrativa principal implica la realización de un robo que para concretarse debe hacerse uso de un gran ingenio, va desde la maravillosa trilogía compuesta por Ocean Eleven, Twelve, Thirteen, hasta The Big Short.
El encanto de dichos largometrajes no sólo reside en el profundo entretenimiento que pueden evocar, sino también en su trasfondo temático, por ejemplo la saga protagonizada por grandes figuras como George Clooney, Julia Roberts o Brad Pitt, funge como toda una metáfora sobre lo que significa la realización cinematográfica: el trabajo de todo un crew en la creación de una ficción.
Mientras en el segundo caso, Adam McKay utiliza la estructura del subgénero para realizar una denuncia social, dirigida a aquellos organismos y personas que fueron culpables de la crisis económica suscitada en 2008.
Como ya es costumbre, anualmente Netflix estrena entre dos o tres títulos en búsqueda de que los mismos contiendan en la temporada de premios: específicamente con vistas a los Óscar, a los cuales cintas como Roma, The Irishman o Marriage Story, han conseguido consolidarse e inclusive ganar las más importantes preseas, a pesar de que las plataformas de streaming no son las favoritas de la Academia.
En dicha tarea periódica, como ya se puede prever por sus nominaciones a los Golden Globes, los grandes contendientes de este año son: Mank -dirigida por David Fincher- y Descuida, yo te cuido (I care a Lot). Esta última, enmarcada dentro del subgénero de las heist movies y protagonizada por la siempre brillante actriz Rosamund Pike.
Planeando el robo
La historia se centra en la figura de Marla Grayson (Rosamund Pike), quien se gana la vida mediante la estafa, donde consigue que el Estado declaré a diversas personas de la tercera edad como incompetentes de tomar decisiones por ellas mismas, por lo que es nombrada como su guardiana, situación que aprovecha para drenar todos sus ahorros.
Tras la muerte de uno de sus “clientes” queda una vacante por cubrir, por lo que las diversas partes involucradas en este negocio ponen su mirada Jennifer Peterson, una anciana que posee una gran fortuna y resulta presa fácil ya que no cuenta con familiares que apelen lo decidido por el juzgado. Sin embargo, esta premisa se subvertirá al darse cuenta que se metió con la persona equivocada.
La estructura del relato podríamos dividirla en 5 actos más un epílogo, y en lo que respecta a su confección, me parece que hasta la tercera parte, el filme se desenvuelve en estado de gracia conjuntando las mejores características del subgénero.
El guión de J. Blakeson elabora una narrativa por igual de intrigante e ingeniosa, que desde las trincheras de una mente maestra como la de Marla, y otra que sostiene en su espalda toda una organización criminal como es el caso de Roman Lunyov (Peter Dinklage), se enfrentan en la búsqueda de una victoria en intensas escenas donde constantemente se intercambian las relaciones de poder.
Rítmicamente el largometraje adopta el dinamismo de la cámara y el montaje que caracteriza a las heist movies: cortes rápidos, la intercalación de secuencias paralelas, y escenas patentadas por el cine de Scorsese, donde al también estilo de Nouvelle Vague, el / la protagonista nos habla directamente en voz en off, describiendo el proceso de su negocio mientras que las imágenes ilustran dichas acciones.
Además que reúne a un cast de grandes nombres como Rosamund Pike, Peter Dinklage o Dianne Wiest. Obviamente la interprete británica carga con la mayoría del peso dramático, evocando por momentos al rango de su personaje Amy en Gone Girl: aquella mujer confiada de sus aptitudes y consciente de sus debilidades, encantadora ante el público / calculadora en su intimidad, lo que la hizo acreedora a una nominación para la edición más reciente de los Golden Globes.
Pero Dinklage y Wiest no se quedan atrás, el primero transitando con soltura entre la comedia y el drama, al mismo tiempo que infunde miedo, mientras la segunda es capaz de circular entre la proyección de vulnerabilidad y fortaleza.
Sin embargo, en sus últimos dos actos la película se va a pique y gran parte de ello tiene que ver con los deus ex machina que Blakeson realiza para mantener viva y dar un giro a la trama, cayendo en situaciones inverosímiles que resultan disonantes con lo estipulado por la trama hasta el momento, e inclusive olvidando su premisa.
El sueño americano
Durante la introducción, comentaba que las heist movies no son sólo interesantes en la forma, sino también en el fondo. Y la obra en cuestión plantea una temática interesante en la filosofía que práctica su protagonista, quien justifica sus actos bajo la dialéctica que la vida es una constante lucha en donde tienes que decidir si eres la víctima o victimario, donde jugar limpio te convierte en lo primero -lo cual es señalado como un sinónimo de derrota-, mientras que actuar bajo la ilegalidad te acerca al éxito.
A mi parecer las películas no tienen que ser lugares donde sus personajes ficticios obren bajo lo moral y éticamente correcto, pues al contrario de lo que podría pensarse, ver acciones o situaciones de esta calaña en las producciones audiovisuales que consumimos, nos permiten ver en un espejo nuestros vicios sociales / personales y reflexionar en torno a los mismos en vísperas de corregirlos en la cotidianidad inmediata.
Sin embargo para que exista esta interpretación por parte de las personas espectadoras, se debe construir un relato que evoque la misma, o de lo contrario se corre el riesgo de caer en la apología.
Aunque alguna parte del público ha cometido el error de vislumbrar esquemas aspiracionales en películas de mafía -por poner un ejemplo-, el tratamiento que brindan realizadores como Scorsese o Coppola en filmes de la talla de Goodfellas o El Padrino, es uno que desmitifica el empoderamiento a partir de la violencia, señalando que las virtudes que ofrece este mundo son un espejismo que esconde un círculo vicioso de muerte y soledad.
Esto lo comento, porque existen diversos momentos en que I Care a Lot –específicamente sus últimos actos- roza peligrosamente con la validación de la filosofía que proyecta su protagonista, y peor aún, confundirla con el empoderamiento femenino. Afortunadamente el epílogo, recompone el camino y muestra que la dialéctica promulgada es un síntoma más de la voracidad patriarcal del sistema capitalista, que por lo tanto, conduce siempre al mismo violento final.